El nuevo orden político y económico que enfrenta Latinoamérica Por: Dr. Ronny González, Ph.D.
El nuevo orden político y económico que enfrenta Latinoamérica
Dr. Ronny González, Ph.D.
Setiembre, 2019
Luego de la Segunda Guerra Mundial los países vencedores, Estados Unidos y Reino Unido, trazaron un orden económico, monetario, comercial y financiero. En ese momento entra en vigor las Naciones Unidas como centro de la política, economía y los derechos humanos a nivel mundial. Los pilares económico y financiero serían el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio.
En noviembre de 2008 en Washington se celebra la cumbre G-20, en la que se acordó la transformación del Foro para la Estabilidad Financiera, se firmó el acta fundacional del orden económico, financiero y comercial del nuevo milenio. Emitiéndose para ese momento la «Declaración de la Cumbre sobre los mercados financieros y la economía mundial», en la que se reafirmó la fe en los principios del comercio, la inversión sin trabas y los mercados financieros.
Estos principios no eran novedosos, lo innovador era que los países avanzados, a cambio de la ayuda, recibirían de los países emergentes un cierto equilibrio entre el estatus de unos y otros, sus derechos y obligaciones. Nos estamos refiriendo a la conocida globalización.
Dicha globalización plantea un desafío directo al principio territorial que está en la base del Estado moderno, ya que ese principio presupone una correspondencia directa entre sociedad, economía y Estado dentro de un territorio nacional exclusivo y circunscrito que se ve totalmente trastocado, lo que enmaraña el reparto y el ejercicio del poder.
Lo más impactante y novedoso ha sido la aplicación en Europa de medidas paliativas diseñadas con su propio concurso, bien conocidas en otras zonas del planeta, como América Latina.
Jamás se pensó que recetas tan duras y austeras pudieran ser aplicadas en economías presuntamente desarrolladas e industrializadas como las de los países descritos.
En todos estos supuestos de tensión en los que ha sido necesario prestar asistencia financiera a los Estados, a los menos desarrollados, inicialmente, o a las potencias industrializadas, más adelante, el Fondo Monetario Internacional ha sido actor protagonista. Este ha pasado de ser un prestamista que, con sus propios recursos, debía estimular la demanda agregada global, a proclamar, bajo un aura de infalibilidad, la supremacía de los mercados.
Por ello, no es de extrañar que las potencias aglutinadas bajo las siglas BRIC´s hayan puesto en funcionamiento en 2014 el Banco Mundial de Desarrollo, con el objetivo práctico de financiar proyectos de infraestructura y de desarrollo sostenible, pero con intenciones más políticas de trasfondo que pretenderían que esta entidad se convirtiera en una alternativa a las instituciones multilaterales.
Que unas potencias reemplacen a otras, por ser mayor el poderío de los aspirantes que el de los anteriores detentadores de la hegemonía, es natural. Los Estados Unidos y la Unión Europea, a la defensiva, han abierto negociaciones para crear un área de libre comercio e inversiones que trataría de impulsar el crecimiento económico a ambos lados del Atlántico.
El relevo parece que será tomado por China, que, según algunas estimaciones, podría acelerar las previsiones y ser la economía más grande del mundo, que desde el 2014 va repuntando. Es portentoso, que una de las pocas naciones comunistas, no democráticas, del mundo haya tomado el liderazgo económico global, con las prebendas políticas inmanentes a tal condición.
La estructura estatal y de organizaciones internacionales que rige el mundo en el siglo XXI es de origen europeo. Estas estructuras eran primero puramente políticas, pero en el siglo XIX se expandieron a la economía, dando origen a una dinámica en la que, además de la típica competencia entre Estados, se ha abierto el dilema de si los Estados deben gobernar el comercio o el comercio a los Estados.
Como en toda época de cambio, el riesgo de inestabilidad es patente y ante el más mínimo incidente, se pueden abrir heridas que se creían suturadas o despertar nuevos conflictos. Ejemplo de ello Rusia y Ucrania en el 2014; según datos del Fondo Monetario Internacional, tanto Ucrania como Rusia experimentaron un crecimiento económico espectacular entre 2002 y 2007.
La posterior aplicación de sanciones económicas por otras potencias hace que se debilite la confianza y el apoyo de la población a las instituciones democráticas pacíficas, mientras aumenta la tensión militar.