Douglas Oviedo transcurrió muchas noches en lágrimas mientras ponía todo su esfuerzo para conseguir entrar en EEUU. Este migrante hondureño de 35 años tuvo que huir de su país de origen hace 11 meses por las amenazas que sufría de pandillas locales.
Douglas Oviedo, el pasado viernes en San Diego, California. Foto: NBC
Fuente: https://www.telemundo.com / Francesco Rodella con información de NBC y EFE
Tras un largo viaje llegó a la frontera entre Tijuana, México y San Diego, California, pero las autoridades no lo dejaron instalarse en EEUU.
El hombre pidió asilo a finales de 2018, pero pocas semanas después entró en vigor una nueva política de la administración del presidente, Donald Trump, conocida con el nombre de “Remain in Mexico” y que obliga a los solicitantes en la frontera a quedarse en el país vecino a la espera de que las cortes resuelvan sus casos. Desde el pasado lunes, Oviedo sabe que su suerte puede cambiar: un juez de San Diego ha aceptado su petición.
“Estoy muy agradecido con Dios”, contó a la cadena NBC tras conocer la decisión sin esconder su felicidad. “Todos mis sacrificios, todas las lágrimas en la noche, todo el sufrimiento, se han convertido en una gran recompensa».
Su abogada, Lisa Knox, aseguró que se trata de uno de los poquísimos casos resueltos positivamente desde que el Gobierno puso en marcha el nuevo programa, formalmente llamado Protocolo de Protección a Migrantes (MPP, en inglés). El hombre ya ha podido cruzar la frontera e instalarse en San Diego.
Oviedo se ha tenido que enfrentar a la adversidad desde que era muy pequeño. Sus padres murieron de SIDA y lo dejaron así huérfano cuando aún no tenía 13 años. Poco tiempo después, su hermano fue asesinado. Él se quedó en la calle, y empezó a drogarse. A los 15 años de edad, hasta llegó a intentar suicidarse.
Pero en ese momento todo cambió: «Dios llegó a mi vida”. El joven se convirtió en pastor, y empezó a predicar en uno de los barrios más peligrosos de Tegucigalpa, la capital de Honduras, según contaron él y su abogada. Entre sus objetivos estaba el de intentar apartar a los más jóvenes de las pandillas criminales que controlaban ese territorio
Eso le supuso ser incluido en una lista negra elaborada por pandilleros. Por consecuencia, su vida empezó a estar en serio peligro. “Las pandillas lo veían como una amenaza, y lo amenazaron muchas veces”, aseguró Knox. Oviedo también fue activo políticamente en su comunidad.
EL COMIENZO DE UN DURO VIAJE
Hace once meses, la situación se le hizo insostenible, y así decidió emprender un largo y peligroso viaje hacia el norte. Se unió a una caravana de migrantes, y en otoño de 2018 atravesó México llegando hasta Tijuana.
Al ser rechazado en la frontera con EEUU, vivió en carpas levantadas en albergues temporales para migrantes en esa ciudad del noroeste de México. En ese momento, no sabía cómo iniciar una solicitud de asilo ni mucho menos cómo defender su caso, cuenta la agencia EFE.
Pero su suerte dio un nuevo giro cuando conoció a Jake Lee, un ciudadano estadounidense comprometido en labores humanitarias en los albergues. Tras escuchar su historia, Lee lo convenció a seguir su lucha.
El 17 de diciembre de 2018, Oviedo acudió así al cruce fronterizo entre Tijuana y San Diego a pedir un formulario para solicitar asilo. El suyo tenía el número 1.834. Tras presenter su petición, empezó una larga espera.
Poco más de un mes después, el 29 de enero, autoridades migratorias estadounidenses lo entrevistaron por primera vez. Pero esa misma semana había entrado en vigor el programa MPP . Después de 16 horas en un centro de detención, fue enviado de vuelta a Tijuana, convirtiéndose en uno de los primeros 14 migrantes con los que se probó la nueva política, afirma EFE.
«Fue terrible, lloré cuando me regresaron. Me sentía completamente decepcionado», Contó Oviedo. Se quedó en Tijuana, y allí pasó gran parte de su tiempo con miedo. Un amigo que él tenía allí, por ejemplo, desapareció. «No hemos podido encontrarlo en ningún lado», contó a NBC.
Un día, mientras estaba en la playa de Tijuana, Oviedo pensó en los miles de otros migrantes que como él esperaban en México el permiso para entrar en EEUU. Actualmente casi 40.000 solicitantes de asilo fueron integrados en el programa MPP, según datos del Transactional Records Access Clearinghouse (TRAC), de la Universidad de Siracusa (Nueva York).
UN PROYECTO PARA OTROS MIGRANTES COMO ÉL
Oviedo se acercó a otro migrante hondureño, Michael Rodríguez, y empezó con él a crear un refugio de migrantes para migrantes. «Los albergues están saturados, no hay dónde quedarse», dijo. Su idea es que el nuevo espacio pueda acoger a hasta 40 mujeres y niños, que indica como las personas más vulnerables en esta situación.
El contar sus vivencias y este proyecto convenció al juez de inmigración Rico Bartolomei a aceptar su solicitud de asilo. El pasado lunes, Oviedo conoció el veredicto favorable. Y así se convirtió en uno de los pocos migrantes que tuvieron éxito en este proceso impuesto por el programa MPP. «Agaché mi cabeza y comencé a llorar de alegría”, contó.
“Él ha sido un líder en su comunidad. El hecho de que haya ganado es importante también para otros migrantes, que pueden ver que sí es posible lograrlo”, comentó Knox, que forma parte de la organización Centro Legal de la Raza.
Oviedo ahora puede soñar. Aunque tiene previsto instalarse en el norte de California, donde lo acogerán asociaciones proinmigrantes, quiere seguir gestionando su refugio en Tijuana, que fue inaugurado tan solo dos días antes de conocer la decisión del juez sobre su caso.
También tiene otro objetivo: encontrar abogados para otros migrantes como él, tras darse cuenta de que tener representación legal ha sido clave en este proceso, según explicó. «Haré todo lo que pueda, trabajaré día y noche para encontrarles abogados».
Por el otro lado, este pastor tampoco se olvida de sus seres más queridos: su mujer y sus hijos de diez, siete y cuatro años. Ellos todavía están fuera de EEUU, y Oviedo espera conseguir que lo alcancen cuanto antes en California.
Su defensa le ha comentado que es probable que el Gobierno estadounidense apele la decisión del juez dentro de un plazo de 30 días, por lo que se preparan para responder en caso de que así ocurra. Si eso pasara, su caso se llevará ante la Junta de Apelaciones de Inmigración.
Knox afirmó que si la aceptación de su petición asilo se confirma, su familia podrá reunirse con él de forma inmediata. «Voy a trabajar muy duro para sacarlos adelante, para que mis hijos puedan tener una mejor educación y más seguridad, porque en Honduras no se puede”, asegura Oviedo. “Es mi sueño».