Las elecciones legislativas de 2018 dejaron algo claro que Texas, un fuerte bastión republicano, se perfila ahora como un estado clave para las presidenciales de 2020, por lo que ambos partidos protagonizan allí una lucha feroz por el voto hispano.
Gracias al creciente poder del voto latino, Texas se perfila como un estado clave en la contienda presidencial de 2020, según líderes demócratas y activistas. Foto: Photo iStock
Los demócratas realizarán esta noche su tercer debate presidencial en Houston (Texas), conscientes de que necesitarán afianzar el apoyo de los votantes latinos, que han crecido en número e influencia en ese estado desde principios de esta década.
En sendas entrevistas con Noticias Telemundo, el presidente del Comité Nacional Demócrata (DNC), Tom Pérez, y varios activistas cívicos y sindicalistas, coincidieron en que ningún candidato puede darse el lujo de ignorar el voto latino, mucho menos en Texas.
“Texas será un estado clave gracias en gran parte a la fuerza del voto latino: en 2018, hubo un aumento de 800,000 latinos en las urnas respecto a 2014. Eso es un progreso tremendo en la tasa de participación, pero aún tenemos mucho campo para mejorar, porque 3,5 millones no votaron”, dijo Pérez.
“El reto que tenemos en Texas es que los republicanos están haciendo más difícil que la gente pueda votar… pero estamos creando infraestructuras en cada código postal para conectarnos con los latinos de forma temprana y en todas partes”, explicó.
“Nuestra presencia en el debate hoy en Houston es para plasmar el mensaje de que tomamos muy en serio a Texas, y que podemos ganar más escaños en la legislatura estatal en 2020, un escaño en el Senado (federal), y engranar el voto de la comunidad latina. Cuando votamos, ganamos, porque nuestros números son nuestro poder”, aseguró.
Según Pérez, su partido tiene una agenda que responde a los intereses de los latinos: proteger el acceso a la cobertura médica; el combate a la industria farmacéutica, que mantiene elevado los costos de la insulina; más inversiones en la educación pública, y protección de los “Dreamers”, entre otros.
Por su parte, Mayra Macías, directora ejecutiva de “Latino Victory Fund” (LVF), señaló que la movilización del voto latino se apoya en tres pilares: un buen repertorio de candidatos latinos, inversiones a corto y largo plazo en la comunidad, y un mensaje que les ofrezca alternativas reales, más allá de ser “anti-Trump”.
Los candidatos “ya no pueden ignorar a Texas” y deben invertir en los latinos de forma constante, especialmente porque más de 250,000 latinos votaron por primera vez en 2018 -o 15% del total ese año- y esa cifra seguirá en aumento, vaticinó Macías.
El poder del voto latino se vio reflejado en logros como el de la jueza colombiana, Nina Hidalgo, que venció a un republicano en el Condado Harris, “con su dura labor, increíble biografía, y una voz auténtica”, dijo Macías, cuyo grupo lanzó en julio pasado una campaña «anti-Trump», centrada en asuntos como la cobertura médica, la economía, la educación, inmigración, el cambio climático, y Puerto Rico.
Un incremento sin pausa
Los latinos constituirán en 2020, por primera vez en la historia, el principal bloque electoral minoritario en la nación, con un total de 32 millones de votantes elegibles, o un 13% del electorado, según el Centro de Investigación Pew.
Pero hay malas noticias para Trump: seis de cada 10 latinos en Texas dijeron que votarían contra Trump y menos de un cuarto piensa apoyarlo, indicó una encuesta del mes pasado del grupo progresista “Equis Labs”.
Según Pew, los latinos contribuyeron a la “ola azul” de 2018 y, junto con los asiáticos, registraron una tasa de participación en las urnas por un 40% cada uno, es decir, un incremento del 13% respecto a 2014.
Entre 2000 y 2008, el porcentaje latino del electorado subió del 7% al 9%, respectivamente, indicó Mark H. López, demográfo del Pew. En 1980, el número de votantes hispanos fue de 5,3 millones.
Gracias al voto latino, los demócratas en Texas lograron arrebatarle a los republicanos dos escaños en la Cámara de Representantes en 2018 -que ocupan Verónica Escobar y Sylvia García–, y el panorama les sonríe con la jubilación de cuatro legisladores republicanos el próximo año.
De hecho, el Comité de Campañas Congresales Demócratas (DCCC) ha establecido una oficina en Texas con una ambiciosa estrategia para ganar al menos seis escaños republicanos en la Cámara Baja, especialmente en distritos con alta diversidad étnica.
Un gigante ignorado
Ben Monterroso, asesor sénior del grupo “Poder Latinx”, señaló que los latinos han venido adquiriendo madurez política con el tiempo, una transformación que ha requerido una estrategia e inversiones a largo plazo.
“Los cambios en Texas y otros estados no fueron de la noche a la mañana sino un trabajo de largo plazo, desde hace 20 años. Texas está en un momento crítico para realizar grandes cambios, especialmente por los jóvenes… este despertar político viene de tantos golpes que hemos recibido de los políticos“, dijo Monterroso.
En Texas, a los votantes les preocupan asuntos como salarios dignos, el cuidado de salud, educación, el cambio climático, el control de las armas, y la defensa de los inmigrantes, acotó.
“En el ambiente actual, acá ya no importa si estabas en Texas antes de que existiera como estado o de que cambiara la frontera, o si cruzaste ayer. Te meten en el mismo saco, y te atacan por hablar español, por el color de la piel… eso ha ayudado al despertar político de los latinos”, subrayó Monterroso.
Alrededor de 11,7 millones de latinos votaron en los comicios legislativos de 2018, del universo de 29 millones elegibles ese año. A manera de contraste, 6,8 millones votaron en los de 2014, del total de 24 millones.
Se calcula que para el año 2030, cerca de un millón de latinos nacidos en EEUU alcanzarán la mayoría de edad cada año, lo que abre las compuertas para potenciar su poder político.
Según Pew, uno de cada 10 votantes en 2020 pertenecerá a la llamada «Generación Z», los jóvenes de 18 a 23 años de edad, de los cuales el 45% provendrá de las minorías. Y dentro de ese bloque electoral minoritario, el 21% serán hispanos, seguidos por los negros, con un 14%, y los asiáticos, con un 4%.
Grupos como el Monterroso aprovecharán esos datos para campañas de educación y empoderamiento de los votantes latinos en Texas y otros estados.
“Los latinos en Texas han demostrado el peso de su voto a través de los años, no sólo en 2018… estamos educando a los latinos sobre el poder de su voz y su voto, y el impacto que las políticas públicas tienen en nuestra comunidad“, dijo, por su parte, Elsa Caballero, presidenta de la filial local en Texas del Sindicato Internacional de Trabajadores de Servicios (SEIU).
Por ello, SEIU mantiene campañas de ciudadanía, y empadronamiento y movilización de votantes, agregó Caballero, quien destacó la urgencia de implicar a los jóvenes en el proceso electoral.
“Cualquier líder elegido que tome por hecho el voto latino estará cometiendo un gran error. La gente está poniendo atención, especialmente en los asuntos que afectan su vida cotidiana, y no van a permitir que otros hablen por ellos”, afirmó.
¿Cuál “socialismo”?
También la campaña de reelección del presidente Donald Trump presta atención al lugar de Texas en el mapa electoral y, hoy mismo, durante cuatro horas, hará volar una banderola sobre la Universidad Southern Texas, sitio del tercer debate demócrata, con el mensaje de que “el socialismo eliminará la economía de Houston”.
La campaña de Trump también corteja el voto hispano promoviendo, por ejemplo, su política económica y la baja tasa de desempleo entre los latinos, además de insistir en que su política migratoria va solo contra la inmigración ilegal. Los demócratas replican que todo eso es una “cortina de humo”.
Aunque la campaña de Trump ha usado una táctica similar en populares sitios turísticos y estados clave en la contienda presidencial, esta será la primera vez que lo hace en el sitio de un debate demócrata.
Es que Trump y sus aliados en el Comité Nacional Republicano (RNC) acusan a dlos candidatos presidenciales demócratas de impulsar una agenda “socialista” que tperjudicará a la economía en todos los niveles.
Pérez ridiculizó ese mensaje como otra “estrategia de distracción” de la campaña de Trump, como ocurrió en 2018 con su retórica contra las “caravanas de inmigrantes” en la frontera sur.
“Cuando se establecieron los programas del Seguro Social y Medicare, o el salario mínimo, los republicanos le llamaron a eso ´socialismo´, pero no es así: eso es lo que hace que el capitalismo funcione. Esto es un viejo truco, y la gente lo sabe”, dijo Pérez.
Los latinos desempeñan desproporcionadamente empleos con solo el salario mínimo, ahora de $7,25 la hora, y “saben que con eso es imposible a mantener una familia”, y programas como “Obamacare” son parte del “compacto social con la clase trabajadora”, observó.
“No podemos permitir que el clima de miedo que pretende crear Trump desaliente a la gente en los comicios. Le decimos a los latinos que estarán votando por sus abuelitas, sus sobrinos Dreamers que en el futuro pueden convertirse en ciudadanos”, enfatizó.
En el debate de esta noche, habrá dos tejanos demócratas en el escenario: el excongresista de El Paso, Beto O´Rourke, y el exalcalde de San Antonio, Julián Castro, el único candidato latino en la contienda. Y es más que probable que tengan que responder al mote de “socialistas” que Trump quiere clavarles.