Opinión: «Bachelet, sin pena ni gloria» por José Luis Méndez La Fuente
La recién concluida visita a Caracas de Michelle Bachelet, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, se puede concluir que transcurrió sin pena ni gloria. Invitada por Nicolás Maduro, la expresidenta chilena constató de primera mano lo que ya conocía por los informes de la representación técnica de su oficina que previamente estuvo en marzo pasado en la capital venezolana por algo más de los tres escasos días que duró la breve estadía de la diplomática sureña.
Quienes esperaban que Bachelet diese declaraciones altisonantes dejando expresamente denunciada la violación de derechos humanos que se vive en el país desde hace años, seguramente se sientan defraudados y hasta traicionados por lo poca efusividad de la veterana dirigente chilena, que se la guardo para ella y esperemos que, igualmente, para el informe que debe presentar en Ginebra el próximo 5 de julio.
No obstante que a su paisano Neruda, le gustaban las mujeres calladas, y no haber sido la apasionada y convincente defensora de los derechos humanos en su paso por Caracas, que muchos deseaban; tampoco se quedó muda, ni guardó el silencio que seguramente el oficialismo pretendía. Su declaración delante de la prensa en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, antes de marcharse, es una muestra de ello. De la misma vale destacar, a manera de conclusiones, dos o tres referencias hechas sobre los compromisos diplomáticos alcanzados con el régimen, así como a varios detalles testimoniales de sus vivencias en Caracas.
La primera es su exhortación a Maduro para que todas las personas, privadas de su libertad por ejercer sus derechos civiles y políticos de forma pacífica sean liberadas; vale decir, en un leguaje menos diplomático a los presos políticos del régimen. Ya se sabe que este tipo de llamados y peticiones nunca sirven para mucho, pero en este caso funciona para dejar establecida, al menos, la existencia de presos políticos en las cárceles venezolanas.
La segunda, la constatación por los múltiples testimonios escuchados de que la situación humanitaria en Venezuela, educación, salud, alimentos y agua entre otros, se ha deteriorado de forma extraordinaria. Así como su afirmación de que la crisis económica en particular, tiene causas variadas. Causas entre las cuales una de última hora que la estaría agravando aún más, la constituiría el conjunto de medidas impuestas por los Estados Unidos este año. Un hecho que reconoce la diplomática, no sin antes dejar aclarado que dicha crisis se ha exacerbado dramáticamente desde el 2013. O sea, y aunque esto no lo dijo no hacía falta, desde que Maduro tomó el poder.
Una tercera, más negativa, es la relativa al compromiso expreso obtenido del gobierno de Maduro para evaluar la Comisión Nacional para la Prevención de la Tortura. Un acuerdo que como los otros, relacionados con la identificación de los obstáculos que no permiten el acceso a la justicia en Venezuela o le dan libertad a los funcionarios de la ONU para visitar las cárceles cuando quieran, forma parte de la coreografía en este tipo de visitas, de la cual no escapa la de la señora Bachelet.
Y es que no hace falta dejar personal de manera permanente en Caracas para saber que la Comisión Nacional para la Prevención de la Tortura fue creada por el propio régimen de Maduro en el 2013, mediante un instrumento jurídico como lo fue la “Ley especial para prevenir y sancionar la tortura y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes”. Ni que dicha comisión adscrita a la Defensoría del Pueblo está integrada por representantes de organismos del gobierno tales como la propia Defensoría del Pueblo, el Tribunal Supremo de Justicia, el Ministerio Público y la Asamblea Nacional, entre otros. Para decirlo en criollo, una comisión que se paga y se da el vuelto.
Tampoco hace falta que la oficina de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos pierda el tiempo buscando cuales son las causas o los obstáculos que impiden el acceso de la población a la justicia en Venezuela, cuando hay docenas de informes realizados por la propia ONU o la OEA o el Banco Interamericano de Desarrollo, estos dos últimos en América Latina, que explican detenidamente, desde hace ya años, cuáles son esas barreras, así como lo que se debería hacer para superarlas y evitarlas.
La primera visita que efectúa un Alto Comisionado para los Derechos Humanos a Venezuela, resultó un poco aquello de un tiro al gobierno y otro a la revolución. Consciente de que no se podía tapar el sol con un dedo, el lenguaje de la preclara representante de la izquierda chilena y latinoamericana fue escueto, pero generalizado a los hechos ya conocidos por todos, y posiblemente avivados por los múltiples testimonios recibidos en Caracas de tortura y violencia; siendo como lo fue ella misma, junto con sus padres, víctima de la persecución y la tortura durante la dictadura de Pinochet.
Por eso, si al final, tuviéramos que escoger algo verdaderamente sincero y valioso dentro de todo el discurso pronunciado horas antes de partir de Venezuela, que nos deje alguna nota positiva de su visita, nos quedaríamos solamente con una frase suya: No se trata de política, sino del sufrimiento de la gente.
José Luis Méndez La Fuente. Abogado Constitucionalista y Analista Político / e-mail: xlmlf1@gmail.com