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En esta tierra jugaron de niños, aprendieron a pescar, a recoger algodón y sandías. Su casa está en la frontera entre México y Estados Unidos y ahora corre el riesgo de que el muro de Donald Trump la cruce, algo que esta familia intenta evitar.

Sentado en el comedor de la casa de su hermana Eloisa en la ciudad de Mission, Texas, José Alfredo, Fred, Cavazos muestra las cartas que han recibido del gobierno federal.

“Nuestra propiedad corre el riesgo de dejar de existir”, dice este estadounidense de 69 años, que se mueve en silla de ruedas y vive en la casa contigua a la de su hermana.

La propiedad pertenece principalmente a Eloisa, pero ella prefiere hablar poco en público.

La construcción del muro parece inevitable: el presupuesto para la parte del muro que pasará cerca de sus casas, en el valle del Río Grande, fue aprobado por el Congreso en marzo de 2018.

Ese tramo no está dentro de la disputa entre Trump y la oposición demócrata para financiar un muro en toda la frontera con México, lo que ha impedido aprobar una ley de presupuesto y ha llevado a una parálisis parcial del gobierno federal que ya cumple casi un mes, la más larga de la historia estadounidense.

El gobierno federal ya empezó a hacer el relevantamiento topográfico delterreno de los Cavazos, la primera etapa para la construcción. Aunque la familia se opuso, las autoridades presentaron una denuncia y ganaron.

Pero ellos no se dan por vencidos y apelaron esta decisión. La organización Texas Civil Rights Project los representa de manera gratuita.

Razón de vivir

Fred Cavazos repasa con su dedo los documentos oficiales. Si el muro se hace, él ocuparía la parte del terreno que no se inunda en la orilla del Río Grande, donde puede mantener a salvo a sus vacas y cabras.

La otra preocupación, son los inquilinos de las cabañas que los Cavazos alquilan, en particular los fines de semana, para disfrutar de la calma junto al río, actividad que les reditúa unos 35 mil dólares anuales, un ingreso vital para esta modesta familia.

Pero ¿Quién va a querer venir a pasar sus vacaciones detrás de un muro de hormigón o incluso de barreras de acero? ¿Los inquilinos tendrán autorización para pasar la valla? “Es algo desconocido para nosotros”, dice su primo Rey Anzaldua Cavazos.

Más allá del asunto financiero, ver como se desmorona la propiedad familiar es lo que los afecta.

Desde que sus ancestros españoles se establecieron aquí en el siglo XVIII, “hemos estado perdiendo tierras”, dice Anzaldua, de 74 años, quien lleva una gorra que dice: “Veterano de Vietnam”.

«No al muro», se puede leer en otro mensaje en su jeep.

«Para nosotros, ésta tierra vale más que dinero, tenemos verdadero amor por la tierra», indica.

Sobre todo, esta propiedad mantiene vivo a Fred, quien normalmente cuida de sus animales, a pesar de su frágil salud e incluso ayuda a Eloisa a cobrar los alquileres.

«Si él no tuviera esto, yo creo que no duraría mucho tiempo», dice Rey Anzaldua.

Retardar al máximo

Entre los arrendatarios de Los Cavazos figura la parroquia del padre Roy Snipes, de 73 años, que ocupa la capilla de La Lomita, un pequeño edificio de un blanco inmaculado que data del siglo XIX, también en Mission.

La capilla es un monumento histórico que no debería estar amenazado, pero podría quedar en tierra de nadie entre el muro y el río. Para el padre Roy, que vive ahí desde hace 26 años, sería «profanar un sitio sagrado».

La iglesia es un lugar y abierto para todos y «la gente no viene aquí para ser interrogada y presentar sus papeles», dice este texano, apodado con cariño en la región como el «sacerdote vaquero».

La diócesis también se negó a permitir al gobierno una encuesta de fieles, por lo que las autoridades federales interpusieron una demanda cuyo fallo se espera para febrero, dijo David Garza, abogado de la diócesis.

Nadie se hace ilusiones, la batalla será ruda. “Es difícil luchar contra el gobierno”, admite Anzaldua. Pero “voy a ser honesto contigo: lo que queremos hacer es retrasar las cosas lo más que se pueda”.

El objetivo es pelear hasta que Donald Trump no tenga el poder. “Tal vez se detendrá”.