Duran solo unos pocos milisegundos y se cree que se originan a miles de millones de años luz de distancia. Pero se desconoce su fuente precisa.
Fuente: https://www.muyinteresante.es / Laura Marcos
El campo magnético de la Tierra la protege de las continuas interacciones que llegan desde el espacio profundo, en forma de rayos cósmicos. Este bombardeo habitual está formado de señales de radio y microondas emitidas por estrellas distantes, agujeros negros y otros cuerpos celestes. Pero existe una señal de luz intergaláctica que está desconcertando a los científicos y a sus instrumentos de medición.
Se trata de señales de radio ultra fuertes y ultra brillantes, conocidas como ondas de radio rápida (FRB por sus siglas en inglés). Duran solo unos pocos milisegundos y se cree que se originan a miles de millones de años luz de distancia. Pero lo más desconcertante es que aún se desconoce su fuente precisa.
Los nuevos resultados (que se anunciaron el 9 de enero en dos artículos en la revista Nature, y en la 233ª reunión de la American Astronomical Society en Seattle), dan cuenta de 13 nuevas detecciones de estas señales FRB, lo que ha aumentado la población conocida en un 20 por ciento.
Una animación muestra la aparición aleatoria de ráfagas de radio rápidas (FRB). Los astrónomos descubrieron recientemente 13 de las señales misteriosas, incluida una que se repitió desde el mismo lugar durante varios meses. Crédito: NRAO Outreach / T. Jarrett (IPAC / Caltech); B. Saxton, NRAO / AUI / NSF
Su origen es un enigma para los científicos
El equipo de descubrimiento analizó las observaciones del Experimento de Mapeo de la Intensidad del Hidrógeno de Canadá (CHIME), un nuevo telescopio de radio avanzado en el Valle de Okanagan en la Columbia Británica.
Las emisiones de radio son tan intensas que CHIME ni siquiera estaba funcionando a pleno rendimiento cuando realizó las nuevas detecciones. Los 13 FRB se detectaron en el transcurso de unas pocas semanas en julio y agosto de 2018, y el último de sus seis destellos conocidos se observó a fines de octubre.
Los FRB son tan enigmáticos como espectaculares. Las emisiones, de solo algunos milisegundos de duración, liberan la energía equivalente a 100 años de nuestro Sol.
Y, si hay emisiones poderosas que proceden continuamente del espacio profundo, ¿por qué los FRB son tan misteriosos?
Desde que los astrónomos los descubrieron por primera vez en 2007, solo se han observado unos 60. Pero, ahora, esos números están creciendo rápidamente.
Se han detectado dos fuentes, aún desconocidas, de las que proceden estos rayos cósmicos. El primer repetidor, conocido como FRB 180814.J0422 + 73, se encuentra a unos 1.500 millones de años luz de la Tierra, según determinaron los astrónomos. Está el doble de cerca que el otro repetidor, FRB 121102, que se sabe que disparó docenas de ráfagas en los últimos años.
El radiotelescopio CHIME de Canadá (visto por la noche aquí) recientemente detectó 13 explosiones de radio rápidas (FRB) misteriosas, que incluyen solo la segunda FRB que se repite. Crédito: Cortesía del Experimento Canadiense de Cartografía de la Intensidad del Hidrógeno (CHIME)
¿Cuál es la explicación de estos destellos?
Aunque todavía se desconoce su procedencia, los científicos creen que pueden descartar algunos orígenes: estas señales repetitivas emitieron destellos desde el mismo lugar seis veces en el transcurso de varios meses. Según los autores del estudio, esta repetición retardada descarta eventos cataclísmicos, como supernovas, como fuente probable de los estallidos repetidos, ya que se esperaría que las explosiones de una estrella en explosión ocurrieran solo una vez.
Los astrónomos han ofrecido una serie de posibles explicaciones para las explosiones, algunas de ellas, naturales, como la fusión de estrellas de neutrones; y tampoco puede descartarse que provengan de civilizaciones alienígenas avanzadas.
Pero no nos emocionemos. Lo más probable es que el fenómeno tenga una explicación natural.
Además, los nuevos descubrimientos del equipo CHIME sugieren que los FRB son probablemente mucho más comunes de lo que la tecnología actual puede reflejar. Es decir, probablemente tengan un origen natural que, sencillamente, la tecnología humana aún no es capaz de detectar.