Aunque no mencionó los nombres de Caal y Gómez, la Cancillería mostró su preocupación porque “se sigue exponiendo la vida de los menores” debido a que, según la cartera del Exterior, los padres continúan “cayendo en engaños por personas mal intencionadas”.
Cancillería sostuvo que “continúa en comunicación” con las autoridades estadounidenses para “obtener información de lo sucedido” y añadió que brinda “el apoyo necesario” a las familias afectadas a través de los consulados en el país norteamericano.
Caal, de 7 años, oriunda del recóndito poblado San Antonio Secortéz, en el departamento norteño de Alta Verapaz, falleció 48 horas después de haber sido detenida junto a su padre por una presunta deshidratación.
Su cuerpo fue repatriado el pasado 23 de diciembre y velado al día siguiente y finalmente enterrado en la Navidad, ante cientos de asistentes, entre vecinos y familiares.
Mientras que Gómez, de 8 años, originario del municipio de Nentón, del departamento noroccidental de Huehuetenango, fronterizo con México, murió en los últimos minutos de la pasada Nochebuena, supuestamente de una fiebre común, cuando estaba en poder de las autoridades estadounidenses.
Cancillería ha dicho que “posiblemente” el cuerpo de Felipe Gómez sea repatriado la segunda semana de enero, sin precisar un día en específico.