La corte suprema de Brasil debe pronunciarse este martes sobre un nuevo pedido de libertad del expresidente Lula, encarcelado desde abril por corrupción, aunque el recurso tiene pocas posibilidades de prosperar, como ya ocurrió con los precedentes.
Luiz Inácio Lula da Silva purga una pena de 12 años y un mes de prisión en Curitiba(sur) por corrupción pasiva y lavado de dinero, pero siempre defendió su inocencia.
Acusado de recibir un apartamento en el litoral de Sao Paulo a cambio de favorecer a una constructora con contratos con la estatal Petrobras, el exmandatario, de 73 años, está preso desde el pasado 7 de abril. Ahora, cinco de los 11 jueces de la Corte supremadeberán pronunciarse de nuevo sobre su situación.
En este nuevo pedido de habeas corpus los abogados del exmandatario argumentan que el juez Sergio Moro, autor de su condena en primera instancia, actuó por «motivaciones políticas».
Según ellos, el hecho de que el magistrado aceptara a comienzos de noviembre la invitación del ultraderechista Jair Bolsonaro para convertirse en su ministro de Justicia a partir del 1 de enero pone en duda su imparcialidad.
El expresidente de izquierda (2003-2010), quien lanzó desde la prisión su candidatura para el que hubiera sido su tercer mandato, era el favorito de los sondeos hasta que la justicia le declaró inelegible a final de agosto.
Bolsonaro acabó venciendo con holgura la elección el 28 de octubre, con el 55% de los votos en la segunda vuelta, por delante del sustituto de Lula, Fernando Haddad.
Para los defensores del expresidente, el juez Moro le condenó con el objetivo de impedir su elección y acceder así al cargo de ministro en el futuro gobierno de Bolsonaro.
La semana pasada, la fiscal general de la República, Raquel Dodge, se pronunció en contra de la concesión de este habeas corpus por considerar sus argumentos «infundados», ya que Moro dictó su condena en julio de 2017, cuando la elección de Bolsonaro se consideraba todavía como altamente improbable.
«Cuando profirió la sentencia (…) Sergio Moro no podía imaginar que, más de un año después, sería llamado para ser ministro de Justicia del presidente electo», escribió Dodge.
En su espectacular ascenso al poder, Bolsonaro supo capitalizar la indignación de los brasileños frente a los escándalos de corrupción, acusando al Partido de los Trabajadores, en el poder durante 13 años, de todos los males de Brasil, especialmente de la crisis económica y la violencia.
En un inflamado discurso una semana antes de la elección, el excapitán del ejército llegó a afirmar que esperaba ver a Lula «pudrirse en prisión».
Además del caso del apartamento, el expresidente es investigado en otros cinco procesos ante la justicia brasileña. Lula se declara inocente en todos y víctima de una persecución política y judicial.