¿Qué tienen en común una madre mexicana y una de Mauritania?¿Una de Senegal y otra hondureña?¿Una tunecina y la que crió a su hijo en El Salvador? Mujeres de todo el mundo llegaron a una conclusión tajante, después de años de búsqueda de sus migrantes desaparecidos: la injusticia y el ninguneo.
Por ello se unieron en la primera Cumbre Mundial de Madres de Migrantes Desaparacidos y crearon este fin de semana en México una red global permanente de búsqueda que contará con una plataforma cibernética internacional de datos. Fichas con nombres y apellidos, ADN, lugar de desapariciones, fechas y todo lo necesario para facilitar la búsqueda.
México es un símbolo de la desaparición de indocumentados. Cálculos de organizaciones civiles (que no ha desmentido el gobierno) señalan que la cifra asciende a alrededor de 70,000.
“Si las madres centroamericanas en su acceso a alguna fosa o un servicio forense o a alguna base de datos se encuentra algún africano, ellas compartirán esta información para que así haya un rastro y un mecanismo común de búsqueda”, advirtió Marta Sánchez, presidenta del Movimiento Migrante Mesoamericano (M3), quien articuló el evento el fin de semana.
El plan de trabajo que en adelante seguirán las madres incluye un pronunciamiento en contra de la criminalización de la migración y la solidaridad como ocurre en Túnez, Argelia y Mauritania donde los civiles que ayudan a indocumentados son multados con cárcel.
Además llevarán a tribunales internacionales, como la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, casos colectivos e individuales de desaparición de migrantes porque en los países involucrados han sido ignorados.
Jab Jarab, alto comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, quien estuvo presente en el evento, advirtió el reto principal será por mucho lograr que las leyes se implementen. “En México, por ejemplo, hay un Sistema Nacional de Búsqueda que ni siquiera tiene personal y las investigaciones que realiza no son vinculantes”.
En representación de las mujeres senegalíes, Bombo Ndiri, presidenta de la Asociación de Migrantes en España, una de las regiones con mayor número de desaparecidos por el Mediterráneo donde suman 7,000, advirtió que hay interés por compartir información con México
“Hemos visto lo bien organizadas que están las centroamericanas para buscar entre países y queremos aprender de ellas”, dijo.
Catalina López, una madre guatemalteca que encontró a su hija después de 14 años de búsqueda en México, descartó contar con apoyo de los Estados. “No podemos pensar que los gobiernos que provocan estos crisis nos ayuden, debemos ejercer la presión y encontrar nuevas formas de búsqueda”.
Las madres mexicanas se mostraron como ejemplo de la desidia y complicidad gubernamental. Durante 10 años María Guadalupe Fernández y Lucía Baca, cuyos hijos José Antonio Robledo y Alejandro Alonso desaparecieron en 2007 y 2009 respectivamente, no han hecho más que pedir ayuda a las autoridades, de Coahuila, de Monterrey, de Tamaulipas; a la Federación a la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Siempre los mismos resultados: ni una sola pista.
“Los gobiernos sólo van a aprender a tomar en serio estos crímenes cuando se les lleve a juicio internacional”, dijo Guadalupe Fernández, quien lleva la foto de su hijo colgando en el cuello desde hace doce años.