Cientos de nicaragüenses se apostaron en la Catedral de Managua, este domingo, para protestar contra el gobierno del presidente Daniel Ortega, exigiendo la liberación de más de 500 personas arrestadas durante la crisis política que estalló a mediados de abril y demandando elecciones generales anticipadas para terminar con el mandato del gobernante sandinista, quien dirige la nación centroamericana desde 2007.
“¡Libertad y justicia!” coreaban los manifestantes, al finalizar la ceremonia religiosa. Varios ondeaban la bandera de Nicaragua, mientras que otros alzaban pancartas con fotos de los detenidos.
En el predio baldío del templo, los asistentes colocaron cruces con el nombre de las víctimas de la represión policial, con el fin de “mantener viva esa memoria histórica de los más de 500 universitarios asesinados por la dictadura”, indicó Mirna Blandón, activista social.
“Ese dolor, el luto y el compromiso con los más de 500 manifestantes asesinados no se debe olvidar. Debemos ir construyendo un legado, una sociedad distinta. Ese el compromiso que asumimos con esos jóvenes, mujeres y personas que ese régimen asesinó injustamente simplemente por ejercer su derecho ciudadano de protestar”, dijo Blandón a la Voz de América.
En esto coincidió la dirigente del Movimiento Renovador Sandinista (MRS) Ana Margarita Vigil, quien explicó que los atrios de la iglesia están siendo usados para protestar ante la criminalización de las manifestaciones, sin embargo, pronto darán a conocer otras acciones “cívicas” para seguir ejerciendo presión para la renuncia de Ortega.
En las afueras del templo, se encontraban varias camionetas de la Policía Nacional —según los manifestantes— con el fin de generar miedo y zozobra a quienes expresaran su inconformidad con el Estado.
Al mismo tiempo, las paredes exteriores de la iglesia fueron rayadas nuevamente por simpatizantes afines al gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), quienes escribieron mensajes ofensivos contra los religiosos que acogieron a los manifestantes durante las protestas.
“Curas violadores, asesinos; sacerdotes golpistas, pedófilos, violadores de niños”son algunos de los mensajes de odio escritos contra los miembros de la iglesia.
Las protestas, dentro de las iglesias, son una de las pocas alternativas que han quedado para los manifestantes luego de que la Policía Nacional prohibiera las marchas en el país. Durante la última manifestación pública, 38 personas fueron detenidas por agentes de seguridad, bajo el argumento que las expresiones son “violentas”.
Iglesia católica denuncia asedio
El papel de la iglesia católica en Nicaragua fue clave durante la crisis política, que inició a mediados de abril. A inicios del Diálogo Nacional la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN). sirvió de mediadora entre la oposición y el gobierno, sin embargo tiempo después fue objeto de persecución y críticas por apoyar a los manifestantes, según han denunciado diversos sectores sociales del país.
Durante un discurso el presidente Ortega catalogó a algunos obispos de la CEN de “golpistas” y arremetió contra ellos por pedirle que adelantara las elecciones para poner fin a la ola de protestas en Nicaragua.
En el portal oficial del gobierno, El 19 Digital, a diario se colocan notas contra la Iglesia católica sobre casos de abusos sexuales en el mundo y también artículos de opinión de simpatizantes afines al gobierno en donde se descalifica el papel de la iglesia.
Obispo denuncia persecución
Silvio Báez, obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Managua y una de las voces más críticas contra el presidente Daniel Ortega, ha denunciado en su cuenta de Twitter que es objeto de difamación y campañas de desprestigio en su contra, además de amenazas de muerte, esto tras conocerse una supuesta grabación del sacerdote donde pide la renuncia del mandatario.
“Denuncio que soy víctima de una campaña de represión, desprestigio y acoso que consta no solo de audios manipulados, sino también de cientos de mensajes a mi WhatsApp con insultos y amenazas, además de motorizados rodeando mi vivienda”, escribió el obispo.
Denuncio que soy víctima de una campaña de represión, desprestigio y acoso que consta no solo de audios manipulados, sino también de cientos de mensajes a mi WhatsApp con insultos y amenazas, además de motorizados rodeando mi vivienda. Seguiré firme con mi ministerio episcopal.