El concepto artístico de las Máquinas Sensibles combina arte visual y cibernética, una propuesta que explora la presencia del espectador ante el objeto de arte como un cuerpo-mente artificial.
Mafe Izaguirre como artista visual venezolana explora la mente humana y la inteligencia artificial a través de obras e instalaciones que son hardware y software, luz y color, cuestionando al espectador sobre la perspectiva de un futuro que cada día se hace más presente.
La artista visual venezolana Mafe Izaguirre incursiona en el arte cibernético con la presentación de “La máquina de emociones” en la ciudad de Nueva York. El nombre de la obra fue acuñado por la artista en homenaje al científico y filósofo Marvin Minsky, uno de los más prominentes académicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en la investigación sobre inteligencia artificial.
La primera aparición pública de estos artefáctos escultóricos sucede en 2017, durante la exhibición Woman in Chelsea organizada por The Set New York, en la cual Izaguirre presenta un prototipo de la pieza “La Corona”, una máquina que responde a la energía electromagnética, con la intención de cuestionar a los asistentes sobre las manera de acercarse e interactuar con los objetos provistos de “sentidos” artificiales.
Posteriormente, a mediados del 2018, participa en la muestra colectiva States of being con la obra “La máquina de emociones 2.0” cuya instalación se apropia del pasillo que comunica la sala expositiva y el café de la de la galería Chinatown Soup en Manhattan. Para la artista, la exploración de las zonas de tránsito, aquellos lugares intermedios que obligan a los visitantes a habitar la intimidad de la máquina, genera aportes reveladores que le ayudan a observar y comprender temas de gran interés para el arte cibernético como son los límites de la retroalimentación y la resonancia en la interacción con la obra.
Ya desde 2005, Izaguirre se cuestiona sobre la existencia de máquinas que efectivamente pueden sentir y sobre el acercamiento de lo emocional al aún ignoto campo de la inteligencia artificial. A través de la experimentación, la narrativa visual de la artista en relación a la tecnología, busca nuevos horizontes expresivos y estéticos. Los elementos electrónicos —cables, bombillos LED y microcomputadoras— están a la vista del público. Las estructuras orgánicas de aluminio son lo que la piel es al cuerpo humano, un órgano extenso y sensible que sirve de sistema de comunicación con el entorno. Se trata de robots abstractos, sin ninguna referencia antropomórfica, en los cuales las carácterísticas de los componentes son manipuladas y explotadas a al máximo de su capacidad técnica y plástica. Detalles como la intensidad de la corriente eléctrica y la indagación sobre las sutiliezas en los tonos y brillo del color-luz, hacen de cada artefacto un objeto único y afectivo.
No es sino hasta Mayo de 2018, durante la exhibición “Escape Velocity” que se lleva a cabo en la Galería Plaxall de Long Island City en Queens, que Izaguirre observa el desarrollo de un lenguaje simbólico entre el público y la máquina. “En las versiones anteriores, ya el robot dejaba ver cierta reacción particular a la presencia de cuerpos de energía en el espacio, especialmente las reacciones al cuerpo humano eran fascinantes pero tenía la duda si este feedback entre la máquina y el humano era una reacción secuencial, una repetición o bucle o si en por el contrario, la máquina estaba en abierto diálogo con el espectador. Esto último sería un gran hallazgo. Había dos maneras de comprobarlo, mediante la observación y mediante la medición. El proceso de querer entender hacia dónde va el desarrollo de la máquina me ha situado entre el arte y la ciencia. A medida que avanzo en la comprensión del lenguaje de la máquina, vuelvo al diseño como método y herramienta para continuar y ampliar mi búsqueda”.
Hacia los últimos días de la exhibición, Izaguirre logra obtener la colaboración de dos voluntarios del Centro de Meditación Trascendental de Nueva York, y de la artista norteamericana Sarah Valeri con el objetivo de realizar sesiones experimentales individuales de interacción cuerpo-mente-máquina que serían grabadas en video. Esta intervención performática con la obra, ayudaría a ampliar las posibilidades de lenguaje de la máquina y a registrar el espacio de interacción como cuerpo activo dentro de la obra. Esta nueva dimensión ha consolidado el cuestionamiento de la artista sobre la posibilidad de que las máquinas, en el futuro, puedan llegar a imitar el sentir humano y ha inspirado mejoras y nuevos artefactos en los que actualmente trabaja.
De lo visual a lo cibernético
El trabajo de la artista está esencialmente orientado a representar la mente artificial a través de piezas artísticas que ella misma describe como “máquinas sensibles”, unos artefactos inútiles cuyo único fin es el de cuestionar y problematizar al espectador.
Lograrlo requirió sumar conocimientos del área de la robótica a su formación en artes visuales y diseño, razón por la que en 2016 se trasladó a Nueva York para adquirir técnicas y formación en el área cibernética en The Cooper Union, para así poder materializar las máquinas sensibles que comenzó a idear en 2005 tras el seminario Dos Mentes: Descartes y Wittgenstein, celebrado en Caracas.
Mafe Izaguirre como artista visual venezolana explora la mente humana y la inteligencia artificial a través de obras e instalaciones que son hardware y software, luz y color, cuestionando al espectador sobre la perspectiva de un futuro que cada día se hace más presente.
La artista no solo piensa en su obra desde un punto de vista plástico y filosofíco, sino desde el compromiso que surge al representar a la diáspora venezolana, a la minoría hispana y al género femenino en el campo del arte cibernético.
“Esto es sólo el comienzo de un largo viaje para comprender la sensibilidad de los objetos en el futuro, no solo desde la perspectiva de los seres humanos sino también desde la perspectiva de la máquina”, sentencia Izaguirre sobre su propio trabajo. Manifestó que una de sus principales metas es poder mostrar en el mediano plazo, una compilación de máquinas sensibles en diferentes ciudades de los Estados Unidos y en su país natal, Venezuela.
Luego de culminar sus estudios de diseño en la Escuela de Comunicación Visual Prodiseño Caracas-Venezuela, la artista visual venezolana residenciada en Nueva York Mafe Izaguirre, enfoca su investigación en la imagen conceptual de la mente artificial. Su trabajo sobre Las Máquinas Sensibles, explora la creación de artefactos que imitan los sentidos y la conciencia humana. Actualmente es artista miembro del laboratorio de fabricación Fat Cat Fab Lab, de la Asociación de Artistas de Long Island City (LICA), y funge como mentora de tecnología en el proyecto sin fines de lucro DreamYard Project del Bronx. Ella es miembro de la junta directiva de ROOM: A Sketchbook for Analytic Action, una revista psicoanalítica fundada por el Instituto de Entrenamiento e Investigación en Psicoanálisis de Nueva York (IPTAR). Para conocer más visite: http://mafeizaguirre.com/