Un año después de que Guatemala prohibiera el matrimonio infantil, las niñas continúan casándose en comunidades indígenas que desconocen la prohibición y consideran que es aceptable, según han informado este lunes expertos.
Guatemala prohibió el matrimonio infantil en agosto de 2017, por lo que en el país es ilegal que cualquier persona menor de 18 años se case bajo ninguna circunstancia.
No existen datos para demostrar cuántas niñas se han casado desde entonces, pero las pruebas reunidas por grupos que trabajan con comunidades indígenas rurales sugieren que la práctica persiste.
Actualmente, alrededor de un tercio de las niñas en Guatemala están casadas a los 18 años. Muchas de las comunidades indígenas mayas pobres de Guatemala, donde el matrimonio infantil es más común, desconocen la prohibición, según aseguran los expertos.
«Por lo que hemos escuchado en las comunidades no han cambiado muchas cosas desde que se aprobó la ley», ha afirmado Emma Puig, directora de igualdad de género en América Latina en el plan benéfico para niños Plan Internacional.
«El gran desafío es trabajar en cambiar la mentalidad, las normas sociales que consideran normal ver a una niña menor de 18 años viviendo con un hombre que la mayoría de las veces podría ser su abuelo», ha aseverado Puig.
Impulsados por la pobreza y las tradiciones culturales en un país con una de las tasas más altas de desnutrición infantil en América Latina, las niñas indígenas suelen casarse, por lo que las familias tienen una boca menos para alimentar.
Según el grupo defensor de Derechos Humanos Women’s Justice Initiative (WJI), en la aldea de Chuiquel, al oeste de Guatemala, se ha informado de que al menos 30 niñas, la mayoría de ellas de 15 y 16 años, están en uniones informales desde la prohibición del matrimonio.
WJI organiza talleres en comunidades aisladas dirigidas por mujeres mayas locales que difunden el mensaje sobre la prohibición del matrimonio y educan a las niñas sobre sus derechos.
«Es importante para las niñas saber que tienen otras opciones y que pueden hacer otras cosas además de pensar que su única opción es casarse y tener hijos», ha señalado Viviana Patal, abogada de WJI.
«El impacto de los talleres entre las familias ha sido cuestionar y repensar la importancia de estudiar y enviar a sus hijas a la escuela, la idea de que ir a la escuela puede ser una herramienta para tener una mejor calidad de vida», ha añadido.
Según el grupo Girls Not Brides, aunque las tasas de matrimonio infantil han disminuido lentamente en todo el mundo, cada año 12 millones de niñas se casan antes de los 18 años.
América Latina es la única región que no ha visto una caída significativa en el matrimonio infantil en las últimas tres décadas, con la mayor prevalencia en Nicaragua, la República Dominicana y Brasil.
La mayoría de los países latinoamericanos prohíben el matrimonio hasta los 18 años, pero muchos hacen excepciones con el permiso de sus padres o un juez.
Hacer que los niños y jóvenes cuestionen los roles de género tradicionales y lo que significa ser hombre es la clave de la solución, según Patal.
«Los hombres jóvenes también tienen presiones sociales. Sienten que si no tengo esposa e hijos, entonces no soy un hombre», ha afirmado Patal.
Según los expertos, el matrimonio infantil generalmente priva a las niñas de la educación, las mantiene en la pobreza y las pone en riesgo de violencia doméstica y sexual.
«Las niñas quedan atrapadas en una vida de violencia por el resto de las vidas», ha asegurado Alejandra Colom, la directora en Guatemala de Population Council, una organización de investigación con sede en Estados Unidos.