Sección “Storytelling a la carta”, por Luisa Himiob
La danza en dos tiempos (2/2)
Finales del año 2012. Tiempo después de terminar la biografía de Nina Novak, yo seguía conmovida e impregnada de la magia de la danza. Un día me llama Adriana Urdaneta y y me pide escribir la historia de Danzahoy, la compañía de danza contemporánea que dirigió por más de 26 años.
Desde las primeras entrevistas tengo la sensación de entrar en una obra de teatro con tres protagonistas: las hermanas Urdaneta (Adriana y Luz), y Jacques Broquet, quien se auto-define como un judíoméxicanofrancésinglés a quien los hispanoparlantes llaman Yac. A este trio de creadores, bailarines, coreógrafos y metteurs en scène se unió más adelante Claudia Urdaneta. Su rol como productora de la compañía marcó una gestión innovadora en el ámbito de la danza contemporánea latinoamericana. Llenaron los mejores teatros del mundo con sus magníficas puestas en escena, producto del ingenio y solidaridad de maestros de la pintura, la escultura, la música, la moda, la cocina y la poesía. Presentaron propuestas osadas, sin juicios ni prejuicios, invitando al espectador a formar parte y hacer sus propias interpretaciones.
En ellos se gestó un concepto, un sentir y un compromiso con la danza que trascendía el espacio de los escenarios, convirtiéndose en un imán que los unía no solo a ellos, sino a todos quienes tuvieron que ver con Danzahoy a lo largo de su camino artístico. Ese imán obró igual efecto en mí. Tanto me atraía la idea de escribir su historia que tardé en admitir que algunas historias exigen ser contadas por sus propios protagonistas. Cuando les propuse ejercer la función de coordinadora editorial en vez de autora, todos comprendimos que por fin el espíritu de Danzahoy nos había dado su visto bueno.
Danzahoy, una vision, un legado 1980 – 2006
Para mí, como capitán de ese sueño, era la confirmación y el gozo de haberlo logrado. Nada quería más que decirle a los jóvenes bailarines y coreógrafos venezolanos, y de cualquiera de nuestras latitudes cercanas, que en nuestros países, sí se podía ser un profesional de la danza, hacer espectáculos para cualquier escenario, vivir de ello dignamente y tener una identidad artística maravillosamente contemporánea y auténtica.
Lo creí, me acompañaron otros que también lo creyeron y así fue.
Adriana Urdaneta
Las obras se hicieron espectáculos. Nada era imposible, fuimos audaces en las propuestas… Al surgir una idea, todos nos involucrábamos, en colectivo. El bailarín, desde su universo personal aportó su creatividad y movimiento en función de la obra; con improvisaciones elaboró el lenguaje. Éramos obsesivos, insistentes, el trabajo estaba en todas partes, cada obra develada fue un tesoro. Abiertos a los procesos, cuestionamos hasta las preguntas… Cada proceso fue un viaje a un destino que solo en el hacer del día a día, sólo con trabajo, reflexión, investigación y certeza, logramos entender. Esenciales en la intención, transitamos y habitamos, en plena libertad y fluidez, los paisajes interiores, paseándonos entre la racionalidad, el sentimiento y la emoción.
Luz Urdaneta
Abre telón
Juntos bailamos por la Selva profunda, caímos de los rascacielos de “Momentos hostiles”, nos escondimos en los “Secretos” y, a “40 grados a la sombra”, renunciamos a lo que conocíamos y dijimos “Adiós” a todo. Saltamos los “Muros” rompiendo jaulas hasta llegar al “Jardín de los misterios”, donde nos extraviamos en el desierto con una sola linterna y morimos.
Y este no era el final.
Regresamos de la muerte, con lágrimas negras derramadas en las notas de un piano y desde el cielo se abrieron “”Ventanas y llovió. Con Ricardo como testigo y Reyeros como abuelo, los tres nos bañamos en la lluvia y nos abrazamos como niños que se reencuentran después de mucho tiempo. Nos habíamos perdido.
Y este tampoco era el final.
Cierra telón.
Jacques Broquet
Fotografía: Miguel Gracia
Fotografía: Rolando Streuli
Fotografía: Miguel Gracia
Fotografía: Miguel Gracia
Fotografía: Gabriel Reig
Fotografía: Gabriel Reig
Fotografía: Gabriel Reig
El legado
Es cierto que dedicarse a la danza es arduo cuando el trabajo escasea, las butacas están vacías, los presupuestos ausentes. Pero más difícil lo es cuando nuestra visión sólo nos llega al ombligo. Basta con atrevernos. Muchos nos seguirán, una vez que hayamos dado el primer paso y perseveremos en dar el segundo. Todos aquellos esperan que alguien irrumpa el espacio vacío y lo llene de confianza, audacia, inteligencia y belleza, sin preguntar si se puede o no.
Adriana Urdaneta
Danzahoy
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