Una joven hondureña de 15 años aprovechó una visita al doctor para escapar del centro de detención para inmigrantes en la que llevaba tres semanas encerrada en Homestead (Florida) y se refugió en un garaje mecánico de la localidad, según informa el diario The Washington Post.
“Llegó corriendo de las calles”, explica el dueño del establecimiento, Frank González, “estaba llorando”.
La niña entró en la tienda y se escondió en una esquina, detrás de una enorme estantería de herramientas. Era viernes por la mañana y había mucho trasiego en las 14 rampas del taller, pero la niña se quedó allí durante una hora, llorando y negándose a salir de su escondite, según cuenta González.
“Le dábamos agua y algo de comida, pero ella no salió de su esquina en ningún momento”, explica Elvis López, uno de los mecánicos, “parecía muy asustada, no dejaba de repetir que no quería regresar”.
La niña había sido internada en un centro para menores inmigrantes que llegaron solos al país o fueron separados de sus padres en la frontera por la política de tolerancia cero del presidente, Donald Trump. En ese refugio, a unas cinco millas del taller, viven unos 1,200 jóvenes, lo que le convierte en el segundo más grande del país, según el diario. Está junto a una base aérea, y ha sido objetivo de protestas ciudadanas después de que la Administración separara durante mayo y junio a casi 3,000 menores de sus familias tras cruzar la frontera.
“Estaban llevando a la niña a que la examinaran la vista y, cuando abrieron la puerta y echaron a andar, ella sencillamente escapó”, ha explicado Fernando Morales, portavoz de la policía local. La consulta del doctor estaba junto al taller.
El mecánico llamó a su hermana, Bertha López, que a su vez avisó a una asociación que ayuda a familias inmigrantes. “Estaba muy asustada, decía que venía de Honduras y que no tenía familia, le dije que estaría a salvo y que trataríamos de ayudarla”, explicó López al diario.
La policía llegó antes que la asociación de inmigrantes, aunque González asegura que nadie la llamó. Bertha López seguía en el teléfono cuando llegaron los agentes: “Pude escuchar los gritos y llantos y súplicas para que no la regresaran”.
Según González, la policía la habló en español y fue amable con la niña, pero estaba muy asustada; según el hombre, la niña dijo: “Por favor, no me castiguen, no me toquen, no cojan mi mano”. La esposaron y la llevaron de vuelta al centro.
El Departamento de Salud, que se hace cargo de la menor, no ha querido hacer comentarios. Entre octubre de 2017 y mayo de este año, 109 niños se han escapado de sus centros, y “la mayoría” ha regresado, según el Departamento.