Fuente: https://www.nytimes.com / Elisabeth Malkin
El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, lideró la delegación de alto nivel del gobierno de Donald Trump que viajó a Ciudad de México el viernes para evaluar cómo Andrés Manuel López Obrador, el próximo presidente mexicano, intentará mejorar la conflictiva relación entre los dos países.
López Obrador, un político de izquierda que se ha comprometido a luchar contra la corrupción y a enfrentar la grave pobreza de México, estaba listo para recibir a la delegación. Le entregó a Pompeo una serie de propuestas sobre comercio, desarrollo, seguridad y migración: los problemas que están en el corazón de la relación bilateral y la fuente de gran parte de la fricción entre ambos países.
A pesar de las tensiones —que se han incrementado durante el mandato de Donald Trump— Marcelo Ebrard, quien será el secretario de Relaciones Exteriores del nuevo gobierno, dijo que el ambiente de la reunión le permite tener “un optimismo razonable de que México va a encontrar bases de entendimiento” para mejorar la relación.
“El fundamento del entendimiento es el desarrollo y el respeto de cada país mutuamente”, dijo Ebrard, quien agregó que el equipo de la transición política de México proporcionará más detalles sobre las propuestas entregadas una vez que Trump responda, tal vez la próxima semana.
Pero sí hubo indicios de un cambio en las prioridades. Ebrard dijo que las propuestas incluyen un plan significativo para promover el desarrollo en América Central, la región de donde proviene la mayoría de los migrantes que cruza la frontera de Estados Unidos.
Ebrard también advirtió que el nuevo gobierno esperaba hacer “cambios importantes” en su política de seguridad, donde los intereses de Washington se centran en frenar el flujo de drogas a través de la frontera sur.
La delegación estadounidense también se reunió con el presidente Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray, actual secretario de Relaciones Exteriores.
Pompeo habló poco sobre los planes de desarrollo, pero hizo hincapié en uno de los temas cruciales de Trump: tener una frontera más fuerte con México. “Los estadounidenses deben ver mejoras que protejan nuestra soberanía nacional y la seguridad de nuestras comunidades locales”, dijo en un comunicado al final de su viaje.
La delegación que encabezaba Pompeo también incluyó a Kirstjen Nielsen, la secretaria de Seguridad Nacional; Steven Mnuchin, el secretario del Tesoro, y Jared Kushner, asesor principal y yerno de Trump.
La composición de la delegación estadounidense refleja los problemas que afectan las relaciones entre Estados Unidos y México. La tensión se ha incrementado porque Trump ha calificado como delincuentes a los inmigrantes mexicanos y amenaza con sacar a Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Sin embargo, ahora debe tratar con López Obrador, un político muy popular que ganó las elecciones presidenciales con una victoria abrumadora. Eso le dará al nuevo gobierno una influencia en sus relaciones con Estados Unidos que Peña Nieto, quien es profundamente impopular, no tiene.
López Obrador ha dicho que México no será “piñata” de ningún otro país, pero adoptó un tono positivo después de hablar con Trump por teléfono y les dijo a los periodistas que invitó al presidente estadounidense a su toma de posesión que se celebrará el 1 de diciembre.
Durante una entrevista de radio que concedió el lunes, Ebrard reconoció los insultos del gobierno de Trump, pero dijo que había espacio para trabajar con Washington.
“El trato que hemos recibido desde Estados Unidos ha sido terrible”, dijo Ebrard, quien se mudó a Estados Unidos en 2016 para trabajar con los grupos de latinos que apoyaron a Hillary Clinton durante la campaña presidencial.
“Lo que tenemos que buscar ahora es qué áreas de entendimiento puede haber”, añadió. “Lo más fácil en política exterior es magnificar el conflicto, es lo más sencillo. Y lo más complejo es buscar estas áreas”.
Es probable que López Obrador restablezca el enfoque mexicano de trabajar con Estados Unidos para mejorar la seguridad y controlar la migración, particularmente desde Centroamérica.
Él ha insistido en que la mejor manera de lidiar con ambos problemas es promover el desarrollo económico, tanto en las áreas más pobres de México como en América Central. El gobierno de Trump ha hablado poco de esa propuesta y no ha ofrecido nada concreto, centrándose en cambio en la aplicación de la ley.
“López Obrador tiene razón al hablar de cooperación para enfrentar el impulso económico y de seguridad de la transmigración centroamericana a través de México”, escribió en un correo electrónico Arturo Sarukhán, exembajador mexicano en Washington.
“Pero que eso signifique que el presidente estadounidense está dispuesto a invertir de manera significativa diplomática y financieramente en Centroamérica de las maneras en que López Obrador cree que son posibles, es una propuesta completamente distinta”, dijo Sarukhán.
Rafael Fernández de Castro, director del Centro de Estudios Mexicanos en la Universidad de California en San Diego, dijo que los gestos amistosos entre Trump y López Obrador son sorprendentes. Sin embargo, podrían sentar las bases para un amplio acuerdo sobre varios problemas, dijo.
El primero es una renegociación exitosa del TLCAN, que se ha estancado por demandas de Washington que ni Canadá ni México aceptarán. Los asesores de López Obrador dicen que seguirán la estrategia de negociación del gobierno actual.
El segundo es un gran plan para invertir en América Central y en el sur de México con el fin de abordar las causas subyacentes de la migración, dijo Fernández de Castro.
El tercer problema es la petición de Washington para que México acepte recibir a los solicitantes de asilo centroamericanos. México necesitaría avanzar en las primeras dos condiciones para poder responder sobre el tercer problema, dijo Fernández de Castro.
“Si pudieran alinearse esas tres cosas, podríamos estar hablando de una nueva relación”, dijo. “Hay mucho en juego y existe mucha incertidumbre porque Trump es mercurial”.
Mark Feierstein, quien fue director sénior de Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional durante el gobierno de Obama, dijo que el equipo de Trump podría encontrar puntos en común con el próximo gobierno mexicano sobre múltiples asuntos, especialmente sobre atacar la raíz del crimen.
“Si quieren una presentación exitosa, necesitan enfatizar esos puntos”, dijo Feierstein.
Pero Sarukhán, el exembajador, advirtió que es poco probable que Trump abandone su retórica contra México.
“La forma en que Trump elija hablar sobre México y responderle a su próxima contraparte mexicana en los meses que vienen será determinante para saber si la relación bilateral podrá restablecerse o no”, dijo Sarukhán. “Por lo que hemos visto de este presidente de Estados Unidos, no apostaría mucho al respecto”.