Estados Unidos inicia el segundo semestre sin haber superado las dudas sobre el ritmo de recuperación económica: el empleo sigue en su mínimo histórico de 3,8% y el crecimiento del Producto Interno Bruto parece firme, pero indicadores recientes apuntan a que podría desinflarse y complicar aún más el trabajo de la Reserva Federal.
En mayo, el gasto de los consumidores, que mueve a cerca de dos tercios de la mayor economía mundial, anotó un avance mensual de 0,2%, menos de lo esperado. La cifra fue revisada a la baja desde 0,5% y, ajustada por inflación, no hubo cambios.
“El impulso es un poco más débil de lo que habíamos anticipado”, reconoció el economista jefe de Barclays para EEUU, Michael Gapen, en declaraciones a Bloomberg. No obstante, agregó: “La tendencia general aún es consistente con aceleración”.
Pero la debilidad económica se había hecho sentir antes. El crecimiento del PIB para el primer trimestre fue revisado a la baja el jueves desde un 2,2% a 2%; en ese período, el gasto de los consumidores subió 0,9%, la menor cifra en casi cinco años.
Así, la incertidumbre ronda al país justo después de que la Fed anunciara que acelerará el ritmo de la normalización monetaria. Cualquier error del banco central podría perjudicar la aún incierta recuperación.
La misión monetaria
Si se ciñera a su mandato dual de máximo empleo e inflación controlada, la Fed bien podría argumentar que su pauta de retiro gradual de estímulos monetarios está funcionando. El avance de los precios, por años lento, lleva varios meses levemente por sobre la meta de 2%. Entre enero y mayo, el índice de precios de los gastos de consumo personal subió 2,3%, por encima de las proyecciones de economistas y el mayor avance en seis años.
Pero la entidad ve una posibilidad de que el crecimiento se desacelere y aún no percibe estabilidad en las expectativas de inflación, vitales para impulsar el consumo y dar confianza a las empresas. El propio presidente del banco central, Jerome Powell, reconoció hace semanas que “aún no hemos visto que las expectativas de inflación avancen hasta un 2%”.
A principios de año, la Fed había adelantado que la reforma tributaria del presidente Donald Trump -que, entre otros cambios, rebajó desde 35% a 21% los impuestos corporativos- daría un impulso a la economía, pero el salto sería temporal. El panorama parece estar cumpliéndose.
Un análisis de Bloomberg Intelligence apuntó la semana pasada que el segundo trimestre “seguramente traerá cifras robustas, pero el perfil del gasto en general muestra señales de desaceleración”. La agencia prevé que el PIB estadounidense cierre el año con una variación de 2,8%.
Confianza en tiempos de guerra
Los analistas también reconocen que la guerra comercial declarada por Trump a los mayores socios comerciales de EEUU pesa sobre las expectativas de personas y empresas. En junio, la medición de confianza de los consumidores de la Universidad de Michigan fue de 98,2 puntos, menos de lo esperado. En tanto, el índice de expectativas se ubicó en 86,3 puntos, por debajo del resultado de mayo y su peor lectura en cinco meses.
En un comunicado, el director de la encuesta, Richard Curtin, señaló que, aunque los aranceles impactarán a un sector pequeño de la economía, “el efecto negativo podría generalizarse y generar una caída amplia en la confianza (…) La pérdida podría ser rápida y significativa”.