Una asombrosa multitud de venezolanos logró ayer pasar en una interminable hilera por el cruce fronterizo de Cucutá en territorio de Colombia, como parte de un éxodo que se ha crecido de modo geométrico el último año.
La gente transcurrió la noche, con frío y a la intemperie esperando que el paso fronterizo fuera reestablecido lo que sucedió a partir de la madrugada., dijo el diario El Nacional de Caracas Los emigrantes tuvieron que aguardar en territorio venezolano debido a que el acceso a Colombia había sido temporalmente cerrado por las elecciones presidenciales que se realizaron en ese país el pasado domingo y se saldaron con la victoria de Iván Duque.
El flamante presidente es un crítico tenaz del régimen chavista al que califica de dictadura y ha llamado a los gobiernos latinoamericanos a “acorralarlo” para forzar un cambio en la situación venezolana. La apertura de las fronteras es una posible respuesta a ese criterio debido a la carga que supone para Colombia el enorme flujo de emigrantes.
En Colombia, la mayoría de quienes cruzan la porosa frontera lo hacen a pie por el puente Simón Bolívar, justo afuera de Cúcuta, donde los funcionarios de migración dicen que ingresan cerca de 30.000 personas al día, señaló un reporte de hace un puñado de semanas desde el lugar de The New York Times.
Algunos compran arroz y pasta para llevarlos a su casa en el otro lado donde no se consiguen alimentos. Pero otros, la mayoría, con solo una maleta a cuestas, planean quedarse y comenzar una nueva vida en Colombia o en cualquier otro destino que puedan alcanzar.
Esas columnas de migrantes se desparraman luego por toda la región. Brasil es uno de esos destinos preferidos así como Argentina. En Brasil, la llegada de venezolanos ha abrumado a ciudades y pueblos del estado norteño de Roraima, que hace frontera con Venezuela, agregó el informe del diario neoyorquino.
Para finales del año pasado, un estimado de 40.000 venezolanos se había establecido en la capital del estado, Boa Vista, aumentando las exigencias sobre la infraestructura pública y su sistema de salud La tasa de cruces fronterizos se ha disparado este año, a varios cientos al día, por lo que el Ejército brasileño tuvo que desplegar a miembros adicionales en la frontera para contener a los migrantes.
Según los analistas, el régimen chavista de Nicolás Maduro esta estimulando este éxodo que concierne en su gran mayoría a la clase media para retener a los amplios sectores más empobrecidos que son particularmente dependientes del Estado. Sin embargo también gran parte de la gente humilde esta sumándose a esta huida multitudinaria y lo hacen con modos muy precarios, peligrosos y grandes dificultades para poder asentarse.
La crisis venezolana tiene una extraordinaria dimensión. La moneda esta virtualmente destruida por la emisión de bolívares sin respaldo. El sueldo básico de un trabajador redondea 1,14 dólares por mes, incluso después de que el régimen triplicó recientemente ese salario. La hiperinflación de cinco cifras calculada para este año y la corrida persistente de la cotización del dólar, está acompañada de un desabastecimiento de alimentos y medicamentos.
Venezuela era en el pasado un potente productor petrolero lo que le permitió cierto auge, pero la desatención de la refinerías, la crisis en la estatal PdeVeSA y la falta de inversiones, ha reducido la producción actual a menos de un millón de barriles diarios. Gran parte de ese flujo, además, es destinado a los países del Petrocarible, aliados de Venezuela, entre ellos Cuba que recibe una ración mucho más reducida hoy de los 100 mil barriles que obtenía a diario en las épocas de alza del precio del petróleo y de la producción.
El carburante es el único producto de exportación con que cuenta ]Venezuela, con lo que su merma agrava el cuadro. Sin divisas, se comprende la crisis de desabastecimiento que marcha acompañada de un extendido mercado negro manejado por capitostes del régimen. Este cuadro terminal es el que motiva la salida de legiones de venezolanos para intentar suerte en otros destinos, aunque la situación no es sencilla para quienes escapan.
Sin pasaporte, porque no lo pudieron gestionar, o derecho a trabajar, miles de venezolanos que tenían empleos decentes en su tierra aunque mal pagos, ahora mendigan por comida y monedas en Cúcuta. Cuando hay trabajo disponible, a menudo en la construcción o revendiendo dulces de contrabando en los semáforos, la paga es baja. En un buen día ganan 15.000 pesos colombianos, cerca de 5 dólares, que se les van en comida, agua y pagar para usar los baños de las cafeterías.
Wilya Hernández es un ejemplo. Esta venezolana ha estado durmiendo en las calles atestadas de basura de Cúcuta, señala el diario norteamericano. La mujer está acompañada por su esposo y Antonela, su hija de 2 años. Aunque en muchas ocasiones la niña no logra hace comer, Hernández no quiere regresar a Venezuela.
“Necesito un ángel”, le dice al diario la mujer conteniendo las lagrimas . “No podemos regresar y no podemos quedarnos aquí”, reflexiona. Ha vendido su cabello para conseguir alimentos. Explicó que quienes hacen pelucas caminan con letreros que anuncian que dan efectivo a cambio de cabello por las plazas de Cúcuta donde se reúnen los venezolanos. w