El Gobierno de Estados Unidos dijo la semana pasada que casi 2.000 niños fueron separados de unos 1,940 adultos entre del 19 de abril al 31 de mayo, como parte de las políticas inmigratorias más estrictas del presidente Donald Trump.
«El Gobierno de El Salvador manifiesta su preocupación por la aplicación de medidas que, como parte del ‘Plan tolerancia cero’, han derivado en la separación de grupos familiares (…) exponiéndoles (a niños y niñas) a condiciones sumamente adversas», dijo la Cancillería de El Salvador en un comunicado.
Por su parte el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández dijo, tras sostener una reunión en Washington con el Secretario de Estado, Mike Pompeo, que unos 200 niños hondureños se encuentran en esta situación. «Nuestra posición (es) de que no sean separadas las familias», sostuvo.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) pidió a Estados Unidos frenar la detención de familias de inmigrantes irregulares y de separar a los niños en su frontera con México, argumentando que esa práctica va contra la ley.
Guatemala, que como El Salvador y Honduras, forma parte del denominado «Triángulo Norte de Centroamérica», se mantuvo al margen de las peticiones.
«Somos respetuosos de la política exterior en temas migratorios», dijo en una rueda de prensa el portavoz de la presidencia de Guatemala, Heinz Heimann.
La cancillería de México dijo más tarde que este martes daría a conocer su postura, sin dar más detalles.
A principios de mes, la Organización de Naciones Unidas (ONU) pidió a Estados Unidos frenar la detención de familias de inmigrantes irregulares y de separar a los niños en su frontera con México, argumentando que esa práctica va contra la ley.
«Muchas madres saben de situación tan grave y tan difícil que va contra los derechos de las personas pero es un riesgo que familias centroamericanas y mexicanas aceptan», dijo a Reuters por teléfono el sacerdote Francisco Gallardo, coordinador de casas de inmigrantes en el estado de Tamaulipas, fronterizo con el estado de Texas.
«En su desesperación se desprenden de sus hijos por todo el historial que traen, que puede ser de violencia y falta de oportunidades», agregó Gallardo, que trabaja en un estado que en los últimos años ha visto secuestros y muertes de inmigrantes.