En los últimos meses se han producido varias agresiones xenófobas que dibujan el rechazo al idioma en un país en el que no hay lengua oficial.
El pasado enero una mujer cubana fue expulsada de una tienda de la empresa de envíos UPS. Al dependiente no le gustaba que la cliente no hablase inglés. En enero una familia colombiana, con un niño de 13 años entre ellos, sufrió el ataque de un hombre por motivos xenófobos, acusándoles de terrorismo por hablar español, en Ontario, Canadá. El pasado fin de semana dos mujeres estadounidenses fueron interrogadas en Montana simplemente por hablar en español.
Estos casos se unen al fenómeno viral protagonizado por un abogado de Nueva York que increpa a los dependientes de una tienda por hablar en español. El incidente ha provocado multitud de respuestas, incluida la visita de unos mariachis a la oficina en la que trabajaba antes de ser despedido por su conducta e incluso en su casa.
En un país como Estados Unidos, en el que existe una masa tan amplia de población con habla hispana, resultan muy llamativos estos ataques, cuya causa se ha atribuído al crecimiento de los partidos políticos que utilizan los temores raciales y señalan a las minorías.
Según datos del 2017 de la Oficina del Censo de Estados Unidos, la población latina en el país norteamericano alcanza los 57,5 millones del total de 323,1 millones. Además, aumentó un 2% entre los años 2015 y 2016.
Uno de los miedos que habría provocado el rechazo a este sector está relacionado con los efectos sobre el mercado laboral. Es ilegal que la oferta de trabajo tenga una política de «sólo hablar inglés», a no ser que se demuestre que es totalmente esencial por motivos comerciales para ejercer la labor del empleado.
De hecho Estados Unidos ni siquiera tiene el inglés como lengua oficial ya que no lo reflejó así la Constitución de 1789 para una nueva nación que estaba formada por inmigrantes. Algunos estados, por su parte, si lo incluyen en su regulación.
El rechazo por el uso del español se dibuja tras los ejemplos recientes como una tendencia. Esta se asocia a declaraciones de, Donald Trump: «Este es un país donde se habla inglés, no español», afirmó el presidente estadounidense a Jeb Bush, su contrincante en el debate republicano en 2015. «Tenemos un país donde hay que hablar inglés para integrarse», afirmó.
Las políticas del magnate, defensor del muro con México y encargado de la eliminación del DACA que ponía en riesgo de deportación a los conocidos como ‘dreamers’ también han sido señaladas como promotoras de esta animadversión.
La trascendencia del español allí llegó incluso a provocar un fenómeno cultural como ‘Despacito’, que fue la pasada canción del verano demostrando que el idioma hispano es parte de la cultura estadounidense.