Fuente: https://gestion.pe / Stephen Mihm
Independientemente de lo que uno pueda pensar sobre la situación política de Estados Unidos, es difícil negar que la economía marcha bastante bien. En abril, la tasa de desempleo cayó a 3.9%, un mínimo de 17 años. En este punto, existe una oferta de trabajo para cada persona desempleada en el país. No está mal.
Sin embargo, en el espíritu de ver el vaso medio vacío, vale la pena preguntarse si esta circunstancia augura algo más inquietante. Para los economistas, la tasa de desempleo siempre ha sido un indicador rezagado: es como mirar en el espejo retrovisor, es decir, nos dice dónde estaba la economía en un pasado no muy lejano.
Pero probablemente el desempleo podría considerarse como un indicador fundamental, aunque uno bastante perverso. Si nos fijamos en la relación entre la tasa de desempleo y las 10 recesiones más recientes en Estados Unidos, llama la atención lo rápido que prosiguen las recesiones a raíz de que la economía alcanza el pleno empleo.
Un analista que ha procesado las cifras de las 10 recesiones que se han producido desde 1950 concluyó que el tiempo promedio entre los mínimos en la tasa de desempleo y el inicio de una recesión fue de aproximadamente 3.8 meses; y tres recesiones han comenzado un mes después de que el desempleo alcanzara su nivel más bajo; la brecha más larga fue de 10 meses desde el punto más bajo en el desempleo.
Pero esa relación, por supuesto, depende de la retrospectiva: solo sabemos que hemos llegado a un mínimo cuando miramos en retrospectiva. Pero ahí es donde las últimas cifras de desempleo son un poco desconcertantes. En primer lugar, son realmente bajas.
Los mínimos previos han tendido a ser superiores a 4%, no más bajas. A excepción de los bajos niveles de desempleo alcanzados antes de la recesión de 1953 (cuando llegó a 2.5%), la tasa normalmente toca fondo a un nivel mucho más alto: 3.8% o 3.9% en algunas ocasiones. Pero la mayoría de las veces, en su punto más bajo, está muy por encima de 3.9%.
En otras palabras, salvo un giro inusual de los eventos, hay cada vez menos posibilidades de que baje mucho más.
Eso no sería un problema si la tasa de desempleo por lo general se estancara por largos períodos de tiempo, manteniéndose en un saludable 3.9% durante los próximos años. Pero eso casi nunca sucede. En lugar de eso, la tasa tiende a moverse hacia arriba tan pronto como alcanza al mínimo.
La excepción más notable a este patrón, el estancamiento anterior a la recesión que se produjo a fines de 1969, tuvo lugar hace un tiempo. En resumen, una vez que lleguemos al mínimo, si no lo hemos alcanzado ya, es más probable que prosiga una recesión muy rápidamente.
Un posible factor mitigante –la buena noticia, si esa es la forma de decirlo– es que la creciente dependencia de los trabajadores a tiempo parcial puede estar ocultando los niveles reales de desempleo. Es decir, el nivel «real» de desempleo podría ser un poco más alto de lo que sugieren los datos oficiales.
Entonces, quizás es posible que haya una ralentización en la economía. Si es así, puede haber más margen de mejora y, con ello, la oportunidad de postergar los problemas hasta que llegue la próxima crisis.
Nada de esto significa que la economía está a punto de caer en una recesión. Pero los datos históricos sugieren que incluso las noticias económicas más positivas pueden transmitir malas noticias.