En 16 años, los altos índices de criminalidad hicieron que El Salvador perdiera 9.5 puntos porcentuales de su Producto Interno Bruto (PIB), concluyó el Fondo Monetario Internacional (FMI) en un reciente estudio.
El organismo internacional presentó en Lima, el viernes pasado, su informe “Perspectivas económicas: Las Américas”, donde dedica un apartado a analizar los efectos de la criminalidad en el desempeño de las economías de Centroamérica y el Caribe.
“La delincuencia crónica es uno de los mayores desafíos en el Caribe y las regiones de América Central, Panamá y República Dominicana”, afirmó el Fondo Monetario.
El Triángulo Norte centroamericano y el Caribe, añadió, albergan solo al 0.5 % de la población mundial, pero son responsables del 5 % de los homicidios no relacionados con guerras.
El Salvador, junto con Honduras y Jamaica, está entre los países con los índices de homicidios más altos del mundo. En el caso salvadoreño, el FMI señala que en 2015 se registraron 60 homicidios por cada 100,000 habitantes, aunque la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, en inglés) lo situó en 108.64. Además, datos recopilados por el Fondo Monetario indican que el 16 % de los salvadoreños afirma que en su zona de residencia hay presencia de pandillas.
Los costos
Entre 1999 y 2015, de forma acumulada, El Salvador perdió 9.5 puntos porcentuales de su PIB debido a los altos índices de criminalidad, estimó el Fondo Monetario, un promedio de 0.6 % al año. Honduras y Jamaica, los otros dos países más afectados por este flagelo en la región, perdieron 7.5 y 7 puntos del PIB, respectivamente.
Además, calcula que si El Salvador redujera sus niveles de criminalidad hasta el promedio mundial, el crecimiento de su PIB podría ser 0.4 puntos porcentuales mayor.
El organismo identifica tres canales mediante los cuales el crimen genera impactos en el crecimiento económico. Uno es el costo de los bienes perdidos por la delincuencia, el otro canal son los costos de prevención, disuasión y encarcelamiento, mientras el tercero es la pérdida de productividad de las personas en las cárceles y las víctimas del crimen.
También hay costos no monetarios, indicó el Fondo. “La actividad criminal y una esperanza de vida más corta desalientan la inversión en capital humano y físico porque reducen en forma directa los beneficios esperados y erosionan la creación de empleo”, señaló en su reporte.
Hace dos años, en abril de 2016, el Banco Central de Reserva (BCR) presentó un estudio donde determina que la violencia, en 2014, le costó al país el 16 % del PIB, es decir, $4,026.3 millones.
Ese monto incluye $1,303.5 millones perdidos por extorsiones, robos en viviendas y personas. Otros $1,198.8 millones corresponden al deterioro que sufrió la inversión ($28.5 millones) y la pérdida de producción ($1,170.1 millones). Solo los reos, estima el BCR, dejaron de producir $279.4 millones y los miembros de pandillas no aportaron $817.5 millones.