Seis alimentos que debes evitar para mantener a raya el ácido úrico
Noti-América (España)
Madrid,España
“Si no existen antecedentes familiares, se está en normopeso y las analíticas presentan unos valores adecuados, en principio no se debería tomar ninguna medida para cuidar el ácido úrico, más allá de llevar una dieta variada y equilibrada, ya que el organismo es capaz de eliminar las purinas correctamente”, explica Adriana Di Iorio, nutricionista de la clínica Doctor & Doctor, en Alicante, y miembro de la plataforma Doctoralia.
Las purinas son moléculas que el organismo produce de forma natural y que se encuentran también en algunos alimentos, las cuales, señala la experta, “se transforman en ácido úrico al entrar en ciclo de degradación y se eliminan a través de la orina”. Por tanto, es conveniente mantener una dieta específica “si existe alguna alteración en el proceso de descomposición de las purinas y estas no pueden eliminarse por medio del ciclo de la urea a través de la orina. Cuando esto ocurre se producen las crisis gotosas”.
Esto se debe a que la acumulación de ácido úrico en las articulaciones y los tejidos da lugar a la formación de nódulos tofosos, que pueden generar un tipo de artritis crónica que comúnmente conocemos como gota. “Las crisis gotosas suelen aparecer a partir de los 35 años, en muchas ocasiones responden a factores hereditarios y suelen ser dolorosas y molestas.
Los nódulos suelen aparecer en pies y manos, siendo muy frecuente que el ácido úrico se acumule en el dedo gordo del pie, lo que se conoce como podagra, aunque también puede aparecer en articulaciones como el codo”, señala Di Iorio.
Cuando se produce una crisis gotosa, lo primero que hay que hacer, continúa la nutricionista, “es limitar el consumo de purinas, eliminando todos aquellos alimentos que son muy altos en esta sustancia”. En algunos casos, se puede complementar una dieta específica baja en purinas con el consumo de antinflamatorios durante la fase aguda, en la que el nódulo se irá desinflamando progresivamente. En la fase crónica se puede retomar el consumo de purinas, siempre que sea menor a 600 mg diarios.
Carne de ternera
Contiene entre 2 y 5 mg de purinas por cada 100 g, de manera que es conveniente tomarla con muchísima moderación. “Durante la fase aguda de la gota se suelen evitar por completo los alimentos ricos en purinas, que son los que contienen proteínas, y en la fase crónica se tiene que empezar a normalizar de nuevo el consumo, siempre de forma progresiva y controlada”.
Para ello, lo mejor es moderar el consumo de carne de ternera, pero también de otras como cerdo o cordero y apostar por el consumo de proteína vegetal.
“Las proteínas son fundamentales para múltiples funciones del organismo, de manera que deben consumirse a diario. Para tomar proteína sin excedernos con las purinas, lo mejor es que el 50% de la ingesta diaria sea siempre de origen vegetal”, señala la nutricionista. En el caso de la proteína animal, Di Iorio recomienda escoger pescados blancos, que son los que presentan una menor concentración de purinas.
Caldos de carne
Los típicos cubitos de carne que muchas personas utilizan para sazonar platos o para elaborar caldos caseros tienen una concentración muy alta de purinas, además de que en muchas ocasiones contienen también grasas añadidas, sal y aditivos de escasa calidad. Es mejor apostar por caldos de verduras o preparados caseros, así como por hierbas aromáticas y especias para condimentar los platos.
Alcohol
La ingesta de alcohol inhibe la secreción de ácido úrico, además de incrementar su producción. “Las bebidas blancas son las que incrementan más las purinas, aunque todas las bebidas alcohólicas lo hacen, de manera que conviene retirarlas por completo de la dieta y ser muy estrictos con la ingesta de agua, que nos ayudará a eliminar las purinas y a mantener a raya el ácido úrico.
No hay que olvidar que este se transforma en urea, de manera que para eliminarlo a través de la orina necesitamos líquido”, explica la nutricionista. Así pues, “los pacientes que tienen una alteración en el metabolismo deberían consumir entre 2,5 y 3 litros de agua diarios, puesto que necesitan estimular de forma natural la formación de urea”.
Di Iorio señala, además, que puede ocurrir que aquellas personas con un consumo elevado de agua o con una dieta vegetariana con poco contenido las purinas puedan registrar puntualmente niveles algo bajos de ácido úrico en sangre en las analíticas.
Alubias
Pese a que las legumbres son sanas y nutritivas, y presentan una gran concentración de nutrientes muy importantes para el organismo, es conveniente tener cuidado con ellas si tenemos el ácido úrico elevado, puesto que su concentración en purinas es alta. “Cuando consumimos legumbres secas, significa que durante el proceso de desecado la proteína se ha condensado y, con ella, las purinas. Si una alubia fresca presenta alrededor de un 20% de proteína, este valor aumenta cuando la proteína se condensa, lo que ocurre al secarla”, señala Di Iorio.
Espinacas
Según una revisión de investigaciones realizada por científicos del Hospital Universitario de Burgos y publicada en Nutrición Hospitalaria, algunas verduras como las espinacas o los espárragos, así como las setas y los extractos de levadura, son ricos en purinas.
Sin embargo, su comportamiento en relación al ácido úrico es diferente al de las carnes. La investigación señala que si bien las espinacas tienen mayor concentración de purinas que un filete de carne cruda (7 g por cada 100 g frente a los 5 g que presenta la carne), no se ha observado que su consumo aumente el riesgo de padecer gota, ya que este depende de diversos factores: “el hecho de que estén cocinadas o no y la diferente biodisponibilidad para la transformación de purinas a ácido úrico”, indica el estudio.
Bebidas edulcoradas
Esta misma investigación apunta que “el consumo de bebidas edulcoradas, incluyendo refrescos de cola y otras bebidas gaseosas edulcoradas conlleva incrementos significativos en las tasas de incidencia de hiperuricemia y de gota”.
Este riesgo se multiplica por dos entre las personas que consumen más de dos bebidas al día y por seis en aquellos que consumen cuatro o más. Pese a que las bebidas edulcoradas presentan un bajo porcentaje de purinas, contienen grandes cantidades de fructosa, el único hidrato de carbono que se ha demostrado que ejerce un efecto directo sobre el
metabolismo del ácido úrico.
En este sentido, los expertos insisten en que el agua debe ser siempre la bebida de elección frente a cualquier otra. Según la nutricionista Paloma Quintana, “es importante que si estamos sanos bebamos agua siempre que tengamos sed y no nos obsesionemos con la cantidad, puesto que la ingesta siempre dependerá de los hábitos y particularidades de cada persona”.
La especialista recuerda, además, que también se puede consumir agua a partir de los alimentos, desde frutas y verduras a cremas, sopas e infusiones. Desaconseja, sin embargo, hidratarse mediante la ingesta de zumos, tanto naturales como industriales.
“Es conveniente tomar la fruta siempre entera para aprovechar la fibra, y evitar el consumo de licuados, que presentan un alto contenido en azúcares libres”.
Una dieta balanceada
Para mantener unos niveles adecuados de ácido úrico Di Iorio insiste, en definitiva, en que lo importante es mantener una dieta equilibrada que contenga todos los nutrientes necesarios.
“Sería descabellado reducir por completo la ingesta de proteínas, más allá de la fase aguda de la gota, puesto que son necesarias para múltiples funciones del organismo, y la recomendación es consumir entre 0,6 y 0,8 g por kg de peso”.
La experta recomienda evitar dietas cetónicas bajas en carbohidratos, “puesto que movilizan las proteínas y pueden aumentar las purinas y el ácido úrico”, así como los ayunos prolongados, “en los que el organismo consume los propios macronutrientes del cuerpo para generar energía y, por tanto, concentración de purinas”.
Asimismo, también es fundamental evitar el sobrepeso y la obesidad. Según un estudio publicado en Endocrinología y Nutrición, el ácido úrico está asociado con el incremento del índice de masa muscular (IMC) y riesgo de presentar insulinoresistencia, de manera que constituye un factor potencial de riesgo para el incremento de las enfermedades cardiovasculares.
Fuente: www.lavanguardia.com/