A tres semanas de las elecciones legislativas, Portugal ya está en precampaña con debates entre los candidatos y en medio de un aumento de la preocupación por la escalada de la pandemia, que podría disparar la abstención. A pesar de que la campaña oficial sólo empieza el próximo domingo, el país luso ya ha entrado de lleno en la cuenta atrás para las urnas y en la última semana se han televisado quince debates a dos entre candidatos, que han servido para ir definiendo posiciones ante unas elecciones de resultado incierto.
El último sondeo mantiene favorito al Partido Socialista del primer ministro, António Costa, con el 38 % de las intenciones de voto, y aunque el PSD (centroderecha) sigue recortando distancias, todavía está a seis puntos porcentuales. En lo que coinciden todas las encuestas hasta ahora es en que nadie tendrá mayoría absoluta y será necesario buscar entendimientos con otros partidos.
Después de que los antiguos socios de izquierda de Costa votaran en contra de los Presupuestos para 2022, lo que precipitó que se adelantasen las elecciones, una de las principales incógnitas para el 30 de enero es si será posible reeditar la alianza de izquierdas conocida como «geringonça».
Hasta ahora, Costa se ha centrado en pedir una mayoría socialista que permita gobernar de forma estable y esta semana llegó a asegurar que la «geringonça» es una solución que «no da confianza», aunque no cerró la puerta del todo. «No estoy para volver a levantar los muros (entre los partidos de izquierda) que yo mismo derribé hace seis años», dijo en un cara a cara con el secretario general de los comunistas, Jerónimo de Sousa, quien se mostró disponible para «convergencias» con los socialistas.
Desde el otro exmiembro de la «geringonça», la líder del Bloco de Esquerda, Catarina Martins, llegó a decir que Costa es un «obstáculo», aunque aseguró que su partido quiere un acuerdo de gobierno a la izquierda. Martins y Costa se verán las caras en un debate este martes, y dos días después será el turno del primer ministro con el líder del centroderecha, Rui Rio, el más esperado de los 30 debates programados por las cadenas lusas.
Si no hay acuerdo para otra «geringonça», la alternativa que se plantea en Portugal es un «bloco central» entre los socialistas y el centroderecha, una solución de gobierno que sólo se ha producido una vez en toda la democracia lusa, en 1983. Rui Rio ya ha señalado en varias ocasiones que está abierto a hablar para «contribuir a la estabilidad» del país.
La otra gran incógnita para las urnas es la votación de los positivos por COVID-19, ya que la escalada de contagios que se vive en las últimas semanas, con picos máximos de toda la pandemia, podría dejar a cientos de miles de personas en cuarentena el día de la votación.
El Gobierno está trabajando con la Asociación Nacional de Municipios para aumentar el número de mesas electorales anticipadas, donde quien lo solicite podrá votar el 23 de enero y evitar quedarse sin depositar la papeleta si se contagia la última semana. Tampoco se descarta del todo la posibilidad de dejar salir a los confinados para votar y se ha solicitado la opinión del Consejo Consultivo de la Fiscalía General de la República para saber si, jurídicamente, el aislamiento impide ejercer el derecho de voto.
«Tenemos que hacer todo dentro del marco de la ley para asegurar dos cosas: que todas las personas puedan ejercer su derecho al voto y garantizar al mismo tiempo que todas las personas que voten lo hagan en seguridad y que no dejen de hacerlo por miedo a ser contagiados», señaló Costa. Las cuarentenas y aislamientos podrían disparar la abstención en el país, donde ya superó el 51 % en las últimas legislativas, en 2019.
La quinta ola todavía no ha empezado a remitir en Portugal, donde esta semana se han registrado picos de casi 40.000 infecciones diarias y la incidencia a 14 días se acerca a los 2.500 casos por 100.000 habitantes.