LOS PERUANOS PRESOS DE TEMORES ANTE UNA DELINCUENCIA IMPARABLE
NOTI-AMÉRICA PERÚ
Por César Ortiz Anderson
La ley que autoriza a los serenos el uso de armas no letales, aprobada por insistencia en el Congreso, ha traído mucha controversia entre los mismos alcaldes. No están de acuerdo algunos y otros señalan que solo les darán a sus serenos elementos de defensa como los chalecos antibalas y grilletes, no usaran las armas menos letales.
Otros alcaldes, emocionados, señalan que se debería dotar de armas de fuego a sus serenos, y aun otros, como el alcalde del Distrito de Los Olivos, proponen adoptar una estrategia como la del presidente de la República de El Salvador, Nayib Bukele, algo impensable en nuestra realidad y actual coyuntura política. Además de que aquella política es manejada por el presidente de una república, le recuerdo al alcalde de esta propuesta que El Salvador tienen una superficie territorial de 21.041 kilómetros cuadrados y una población de 6.500.000 personas, mientras que el Perú tienen una superficie de 1.285.000 kilómetros cuadrados, con una población de 33 millones de habitantes; es geográficamente distinto y con tres idiosincrasias diferentes: Costa, Sierra y Selva. Algunos alcaldes deberían analizar y asesorarse bien antes de lanzar propuestas.
Es cierto que la ciudadanía está mayormente desprotegida frente al accionar delictivo, que hoy no hay ámbito seguro, que el riesgo de ser la próxima víctima de diversas modalidades delictivas se ha incrementado. Lima y el Callao se han convertido en ciudades donde son los ciudadanos los que están presos de sus miedos y temores ante una delincuencia imparable, así como muchas ciudades en el resto del país.
No es que esté todo perdido en la lucha contra la delincuencia. Lo que debe hacer la Presidencia de la República es empoderar a la única institución que puede enfrentar a la delincuencia, y a la delincuencia avezada y armada en particular: la Policía Nacional del Perú. Según el artículo 166 de nuestra Constitución, la Policía Nacional “tiene por finalidad fundamental garantizar, mantener y restablecer el orden interno”; además debe “prestar protección y ayuda a las personas y a la comunidad”, garantizar “el cumplimiento de las leyes y la seguridad del patrimonio público y privado”. Es la que “previene, investiga y combate la delincuencia”.
En un momento en que la presidente Dina Boluarte nos dice que gobernará hasta el año 2026, es importante que, ante este problema, de inmediato tome al toro por las astas y modernice y repotencie de manera integral a la Policía Nacional. Hoy tenemos una baja calidad de formación policial. La escuela de oficiales del Distrito de Chorrillos no funciona desde hace cinco años, el hospital y la sanidad policial hasta la fecha no pueden brindar un adecuado servicio, falta el recurso humano (policías operativos), falta equipamiento integral, cantidad y calidad de patrulleros, adecuadas comunicaciones y muchas otras cosas. Sin ellas la policía no puede enfrentar adecuadamente a la actual criminalidad. Es cierto que hablamos del primer eslabón, y la justicia tiene un rol muy importante al igual que el sistema penitenciario.
Los serenazgos son para implementar la prevención a sus vecinos y actuar frente a actos delictivos menores y ciertos hechos que no pongan en peligro sus vidas. Jamás podrán enfrentar a la delincuencia armada y ello debe quedar muy claro para los alcaldes.
Finalmente, ante el desconcierto creado por esta ley con lo que hoy llaman “medios de defensa”, en estos 30 días que tienen para reglamentarla, deberán incluir pruebas psiquiátricas y toxicológicas, así como revisión minuciosa de antecedentes al grupo de serenos que integren estas brigadas. Está de más señalar que el entrenamiento y capacitación, control y supervisión deberán ser permanentes: nadie quiere que en adelante el remedio sea peor que la enfermedad y tengamos efectos no deseados. Solo el tiempo lo dirá.
César Ortiz Anderson, presidente de APROSEC