¡MI CORAZÓN PERUANO!
NOTI-AMÉRICA PERÚ
Por Alejandro Ruiz Robles
No soy de las personas que compartan en medios de comunicación su vida personal ni mucho menos traten de obtener algún beneficio con ello; sin embargo, a petición de una gran amiga periodista, a quien admiro y respeto, comentaré de la grata experiencia que tengo de compartir mis días a lado de una hermosa dama peruana.
Hecha esta aclaración, procedo a destacar que independientemente de la nacionalidad, cultura o sitio geográfico de donde seamos originarios o hayamos crecido, lo más importante son los valores que tenemos y que deseamos compartir. Si bien resultan importantes las características físicas, el idioma o los conocimientos con los que contamos, lo importante resulta de la magia del diálogo, compañía y coincidencias.
En mi caso, el hecho de compaginar con una dama sensible, voluntariosa y con fines propios pero compatibles a mi visón de vida, ha sido determinante para que ambos crezcamos en forma conjunta y no sólo seamos afines en nuestras virtudes sino busquemos a superar nuestras diferencias y armonicemos nuestras razones y corazones en metas comunes y que ambos decidamos.
Es cierto, la importancia de que partamos de comunes denominadores como la fe, el idioma, las costumbres, entre otras; nos han dado mayores argumentos de empatía en la relación. Asimismo, hemos tenido entornos distintos que al entrar a ellos, aún cuando sea contando con nuestra mutua compañía resultan no siempre fáciles de entender y adaptarnos.
Quizás no hablemos de la música del mariachi o de la canción serrana como un punto de partida para analizar nuestros enfoques, pero si buscamos los ritmos comunes que nos hagan ponernos en sintonía con el boom boom de nuestros corazones.
Acompañar nuestra realidad con chiles en nogada o causa peruana, mole o conchitas a la parmesana, tequila o pisco, pueden hacer a uno más feliz con la elección; sin embargo, sea cual sea el caso, disfrutar un platillo sólo será un aderezo de la compañía.
Realmente, pretender que las fronteras de los países pueden llegar a marginar una atracción entre dos seres es únicamente una justificación para no comprometerte con tus acciones y metas.
Es cierto, puede haber diferencias propias por nuestras cunas, pero ninguna de ellas es insuperable; realmente, ninguna de éstas son tan radicales que impliquen un rompimiento.
El amor sin duda implica una aceptación, pero también un aspecto básico como el respeto; sin éste es difícil que cualquier relación no sólo pueda subsistir, sino siquiera iniciar.
“Tratar a otros como deseas que te traten” es una regla de oro y cuando se entiende esta y se vive día a día, nuestra vida se disfruta más.
En este caso, el tener a mi lado a una dama con esta misma filosofía hace que cada día sea hermoso por sí mismo y obviamente, nos de motivos para disfrutarlo al máximo.
Atendiendo a este contexto, me siento una persona muy afortunada y mi constante anhelo es ser la mejor versión de mi por y para ella, pensando en un nosotros.
Sea con un ceviche o un pozole, con una marinera o una bamba, con un chicharrón o un turrón, amo estar con mi pareja y sé que juntos, siempre serán menos duras las caídas y más satisfactorios los éxitos.
Y justamente para esos éxitos, habrá pastel o torta o cuando menos unos ricos tamarindos picositos o las delicias de los suspiros a la limeña; aunque sabemos que estar juntos siempre será una grata excusa para vernos a los ojos y sonreír por un destino conjunto.
Yo nací de una mujer: mi madre; crecí con mujeres: mi madre, hermanas y tías; y ahora, vivo por y para mi mujer: mi esposa, quien siempre será mi hermosa novia Malena.
¡Gracias Perú por darme una grata razón para ser feliz!
Aprovechando las fechas próximas a nuestras fiestas patrias y como un señalamiento de hermandad:
¡Viva México! ¡Viva el Perú!
Autor:
Alejandro Ruiz Robles
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Amor y empatía: Deliciosa armonía.