Juan Carlos Ñañake expone “Ceremonia Interior” en el Museo de Túcume
NOTI-AMÉRICA PERÚ
Por Eduardo Quevedo Morán
Con ocasión del 30° aniversario del Museo de Túcume, el artista Juan Carlos Ñañake Torres expone pinturas, dibujos y grabados. En su obra, el artista revalora nuestra identidad y riqueza cultural a través de la iconografía moche, vicús o tallán, así como a través de personajes contemporáneos.
La muestra está disponible todo el mes de septiembre. El acceso es gratuito para todos y se puede visitar de martes a domingo de 10 a. m. hasta las 4:30 p. m.
Para su obra “Suplicio de los mochicas cuando había sequía” (óleo sobre lienzo de 145 x 90 cm), el artista se inspiró en la historia de cuando en el pueblo moche no llovía. Las personas golpeaban a los perros, estos aullaban, ante lo cual, los dioses pensaban que las personas eran los que gritaban, entonces hacían llover. Muestra a los perros viringos en plena desesperación.
EL ARTISTA Y SUS MEMORIAS
Juan Carlos Ñañake Torres es pintor, dibujante, grabador y muralista. Egresó en 1994 de la Escuela Superior de Arte Ignacio Merino de Piura (ESAPIM). Ha realizado diferentes exposiciones individuales y colectivas a lo largo del Perú y alrededor del mundo. Recuerda que presentó su primera exposición individual al año de haber egresado (1995) en el Rectorado de la Universidad Nacional de Piura con 54 obras. Ahora ya lleva 49 individuales y diversos premios a lo largo de su trayectoria.
Sus influencias
Sus obras relacionadas con lo social tienen que ver con el grupo humano: con la familia, con la unión y separación de sus miembros (como en el tiempo del terrorismo y durante la pandemia). Por ejemplo, nota que la pandemia nos ha unido por el temor de una enfermedad global, por el duelo; y percibía que en un momento la COVID-19 fue vista como un estigma. “En tanto que narran o manifiestan lo que ocurre en la sociedad, los artistas somos voceros y testigos de ella”, afirma.
Asimismo, trata los temas de los desaparecidos, los huérfanos, los NN, los inmigrantes, a quienes llama las “últimas víctimas”. Con este término, se refiere a los deudos de las víctimas mortales del terrorismo. Nos comenta de su viaje a Ayacucho en 1997, en el que pudo ver in situ el dolor humano en los niños huérfanos o en los padres y madres solos que habían perdido a sus hijos o a sus parejas. “Estas últimas víctimas siempre van a cargar con su dolor”, nos dice.
Familia unida. Óleo sobre lienzo. 120 x 120 cm.
“Si nosotros miráramos más a nuestras culturas antiguas, sería un éxito”. Así, nos exhorta a estudiar nuestra historia, nuestras bases. Igualmente, nos explica que en tiempos prehispánicos, como ocurría en los diferentes oficios, también había familias de artistas. Y que gracias a que lo asumieron como su oficio (con la investigación que implicaba), lograron tantos avances que sorprenden hasta ahora. Podemos constatarlo en la evolución de las diferentes manifestaciones artísticas de las culturas prehispánicas de nuestro territorio.
Máscaras ancestrales. Óleo sobre lienzo. 140 x 250 cm
Sus inicios
Con suma franqueza, nos revela que estudió pintura porque era lo único que sabía hacer. Ya desde escolar se ganaba algunos soles haciendo las tareas de sus compañeros para el curso de educación por el arte, o dibujando recuerdos en camisas de alumnos promocionales. Su madre Alejandrina se amanecía acompañándolo en estos encargos bajo la luz de un lamparín. Siempre. Ñañake también destacaba en los concursos interescolares. Era como de la “selección de dibujo y pintura” del centenario Colegio Nacional de San José de Chiclayo.
Estos trabajos y concursos lo prepararon para ingresar en la ESAPIM en el segundo lugar. En Lambayeque no hay escuela de artes plásticas y, debido al terrorismo y a la economía familiar, en 1990 no era factible que Ñañake estudiara pintura en Lima. Por suerte, en un viaje a Piura, su hermano mayor, José, lo inscribió para el examen de admisión sin consultarle. Ñañake no recuerda haberle dicho lo que quería estudiar. Pero, le agradece enormemente esta acción. “No sé qué habría sido de mi vida si no estudiaba arte”, reflexiona.
Su examen de admisión fue dibujar un desnudo de tamaño personal de la recordada modelo Chelita. Felizmente, ya había hecho estas prácticas. Como anécdota, recuerda que, en la entrevista personal, al ser preguntado sobre el escultor que hizo el monumento a Grau (Luis Felipe Agurto), admitió que ni siquiera conocía el monumento, que él era de Chiclayo y había llegado horas antes. Ante esto, le repreguntaron sobre quién hizo el mosaico de fuera del Museo Brüning. Esta vez, sí pudo contestar: el cataquense Genaro Martínez Silva. Así, el jurado corroboró su interés en las artes plásticas.
Si bien se alojaba a cuatro cuadras de la Escuela (en casa de su hermana Alejandrina), Ñañake se solventaba haciendo letreros y carteles publicitarios para negocios de la ciudad y de las ferias de Piura y de Sullana. Por su parte, sus padres lo secundaban: su madre le solía enviar encomiendas con docenas de carboncillos, cartulinas y bastante papel kraft. Ñañake los unía para practicar en tamaño de mural. Esto le valió para sus futuros proyectos, entre los que destaca el mural de 2.000 m2 en el Paseo Yortuque de Chiclayo. Finalmente, gracias a su esfuerzo y al apoyo de su familia, se graduó con el primer puesto de la promoción Fernando de Szyszlo.
Sobre la base de la experiencia
Apoyado en su experiencia, les dice a quienes inician su labor artística que sean honestos, que trabajen, que viajen, que investiguen y que expongan. Con ser honestos, se refiere a dedicarse cien por ciento al arte, a investigar y a expresarse de manera original, a crear lo propio. Ser honesto con uno mismo: trabajar y trabajar. “Viajando, uno se nutre de paisajes, de personas, de obras en galerías y de experiencias. Así surgen relaciones para nuevas ideas y nuevos proyectos”, insiste.
Humildemente, reconoce que lo invitan a exponer porque trabajó, porque trabaja, y porque tiene obra que mostrar. Esto le recuerda el consejo de su maestro, el artista Agustín Aquino Mejía: “Si son cosas tuyas, exponlas. Porque tus trabajos son lo que estás haciendo en este momento”. Ñañake añade: “Que en lo poco que sepas hacer, seas tan bueno… Y que en lo malo que sepas hacer, seas tan malo que no haya otro tan malo como tú. Porque el arte es una categoría humana y cada uno tiene una interpretación diferente”.
De igual manera, destaca la disciplina y el ahorro. Sobre todo, para los artistas que suelen ser sus propios jefes, obreros, administradores, vendedores… Recomienda reeducarse en lo que necesiten para su trabajo. En este sentido, nos comparte su jornada: llega a su taller antes de las 8 a. m., hace un alto de dos horas en el almuerzo y termina su labor cuando se va la luz del sol. Igualmente, dedica un día de la semana a visitar las distintas galerías o museos de Lima para saber cómo va la actividad artística de su ciudad.
Generosamente, el artista Juan Carlos Ñañake Torres nos ha compartido algunas memorias y aprendizajes de su recorrido. Por último, nos invita a contactarlo. Celular: +51-994543010. Correo: nanakejc@hotmail.com Facebook: www.facebook.com/nanakejc
Últimas imágenes:
Amantes. Grabado-aguafuerte
Homenaje al viringo. Grabado-xilografía
Fragmento del mural en el Paseo Yortuque
Amanecer. Grafito sobre cartón de 300 g/m2
Alma mochica. Grabado-xilografía
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