¿Lima la hermosa o Lima la horrible?
NOTI-AMÉRICA PERÚ
Por Karen Cortez Encinas
Cierto es que la hoy ciudad capital existió mucho antes de la denominada fundación por Francisco Pizarro el 18 de enero del año 1532 como “ciudad de los reyes”; no obstante, al ser sede del imperio colonial y de la administración de gobierno, ha de adquirir una importancia y posición que se mantiene hasta la actualidad tras varias “mutaciones” que le dieron características particulares e hicieron de ella una ciudad tanto hermosa como horrible.
Si quisiéramos conocerla despojándonos de prejuicios, encontraríamos en ella una interesante confluencia cultural como resultado de sucesivas experiencias de migración interna y externa, en la cual los andinos, con mayor fuerza, tuvieron un rol importante en el proceso de configuración del mestizaje genético y cultural que muchos, sin entender el espíritu que en verdad la sostiene, mezquinamente nos negamos a aceptar.
José María Arguedas señala: “En la medida que el ámbito indígena se difunde y colora a los otros grupos y realidades; en la medida que se proyecta sobre ellos, la diversidad de sangres, cultura e intereses adquiere el frescor rudo de una esperanza inédita y la sabiduría absorta de quien empieza a reconocer su fortaleza”. Esta visión ayuda a entender este escenario de riqueza multicultural que da sentido al discurrir de la vida en nuestra capital.
En este sentido el Ministerio de Cultura resaltó que Lima ”es una de las regiones con mayor número de hablantes de lenguas indígenas u originarias a nivel nacional, con 727 mil 617 hablantes de quechua; 30 mil 794 hablantes de aimara y 1.702 hablantes de shipibo-konibo, a esto se suma la migración de los hermanos venezolanos, muchos de ellos nacionalizados y establecidos en la capital.
La tercera parte de la población nacional se “apropió” de ella, de Lima, y exige escenarios favorables de vida, adecuándose a las condiciones económicas y sociales existentes, aportando con imaginación y esfuerzo en su afirmación como personas; secundando el incremento de la informalidad, al igual que su extensión en otros espacios geográficos. No podría haber sido de otra manera, pues, siendo la capital, el centro, lo máximo… obviamente termina siendo ejemplo del bien y del mal.
Tras 490 años desde la fundación española y dos siglos desde que San Martín proclamara la independencia del colonialismo español, nos aprestamos a festejar en un contexto difícil —los estragos de la pandemia de covid 19, el crecimiento de la delincuencia e inseguridad ciudadana y funcionarios poco comprometidos, así como la insensatez de algunos pobladores que no ayudan en la conservación de los espacios culturales y monumentos históricos—, que hacen de este un aniversario para tomar conciencia, valorar nuestra diversidad y darle un mayor sentido a la casa quien nos cobija con historia social y cultural.
En ese contexto, melodías como “Bañada por las aguas de un mar que te acaricia coqueta y soñadora, así eres, Lima, tú, romántica y altiva, alegre y generosa eres por ser hermosa la novia del Perú…”; “Recogía la risa de la brisa del río y al viento la lanzaba del puente a la alameda…”; “Que viva Lima, viva mi patria! ¡Hermosa tierra de promisión…”; “Puentecito escondido entre follajes y entre añoranzas, puentecito tendido sobre la herida de una quebrada, retoña en pensamientos tus maderos, se aferra el corazón a tus balaustres…”; “Lima irónica, alegre y jaranera, ciudad de las tapadas primorosas, de las mujeres guapas e ingeniosas, del anticucho y la marinera…”; “Esa es la Lima vieja, la de nuestros abuelos, la que tiene en los cielos a Rosa y a Martín, no le cambien sus nombres, no destruyan su historia, para que su memoria, nunca tenga fin…” y otras más, aun siendo sonadas, dejan en el recuerdo de antaño nuestra historia canciones y poesías.