Retorno a clases 2022, una oportunidad para conjugar esfuerzos
NOTI-AMÉRICA PERÚ
Por Karen Cortez Encinas
Tras dos largos años de distanciamiento educativo, el Ministerio de Educación ha tomado la decisión de iniciar el proceso de retorno a clases de los estudiantes en todo el país; determinación que responde a las actuales condiciones de salud, que se manifiesta básicamente en la disminución de contagio del COVID-19 y se desprende de la importancia que se otorga a las condiciones de bioseguridad, teniendo en consideración el bienestar del estudiante y es de esperar que también lo sea para la comunidad educativa.
Como bien sabemos, el aislamiento social y la postergación de la vida escolar afectaron la capacidad de interacción social. La importancia del retorno está relacionada con la naturaleza de los procesos de aprendizaje y formación de niños y adolescentes cuya esencia está vinculada con el desarrollo de la socialización, entendida como el escenario en que los seres humanos aprendemos y asumimos ciertas normas de convivencia en las cuales se acentúan los valores de una determinada sociedad y ciertamente de su cultura.
El paso acelerado y nada planificado de la responsabilidad educativa que recaía en directivos, docentes, personal administrativo y de servicios a los padres de familia o el traslado de la escuela como institución formadora a los hogares al comprometer a los padres en el proceso educativo, ha dejado una serie de lecciones que deben servir para en esta nueva etapa se asuma colectivamente la responsabilidad de educar a nuestros hijos.
De modo que no se trata de volver a la práctica educativa anterior; por el contrario, hay que asumir con mucho cuidado las determinaciones de la instancia estatal, siendo celosos de los pasos que se den, pues no se trata de recuperar lo que pudieron o no haber aprendido en la presencialidad, sino de retomar los ejes de su formación y ubicar en ese contexto los aprendizajes previstos por la autoridad y, mejor aún, concertados entre esta y la comunidad.
Tomemos el retorno a la presencialidad como una oportunidad para conjugar esfuerzos sociales y hacer de la educación una tarea en verdad de todos y, barajando la presencialidad, semipresencialidad o virtualidad, aseguremos que los estudiantes reciban una educación de calidad, que les devuelva su esencia humana afectada por el aislamiento y que el logro de competencias vaya acompañado de un soporte socioafectivo tanto en la escuela como en la casa y ciertamente la sociedad.
Autora:
Karen Cortez Encinas