Sullana en su hora cero por COVID-19
Enrique Álamo Franco
REGIÓN PIURA
Más de 20 muertos diarios en los días más duros de la pandemia
Ya pasaron 80 días desde que el presidente de la República, Martín Vizcarra, decretó la cuarentena en nuestro país. El norte fue una de las regiones donde hubo más resistencia y rechazo a cumplir las directivas dadas por gobierno, e incluso se agredió a policías y militares que quisieron hacer cumplir las órdenes. En ese momento, cierto sector de la prensa nacional apoyó la desobediencia social que se suscitaba acá en el norte, argumentando que se cometían excesos y atropellos a las libertades que gozamos cuando hay un estado de derecho. Recordemos el caso del capitán Cueva, ocurrido en el distrito de Bellavista, provincia de Sullana, quien pretendió hacer cumplir la orden con fuerza y rigor y fue censurado y sancionado; posteriormente, por presión de las redes sociales, fue reincorporado a sus funciones.
Al parecer esto frenó el entusiasmo que en un principio las Fuerzas Armadas quisieron imponer para hacer cumplir la cuarentena y se reflejó en las calles, donde jóvenes y adultos caminaban como en un día normal. La provincia de Sullana no fue la excepción, a pesar de ser la segunda ciudad con mayor población después de Piura, donde no se le dio la atención debida en cuanto a prevención. Fue así como estuvo vulnerable cuando se presentaron los primeros casos del COVID-19.
A una semana aparecer la enfermedad en Lima, se presentó en Sullana el primer caso en una persona natural del distrito de Marcavelica que, al parecer, fue contagiada por un familiar llegado de España, con consecuencia de muerte. A causa de ello, la desobediencia, el desorden, la poca práctica en protocolos de bioseguridad, el distanciamiento social y el escaso respeto a las indicaciones dadas por el gobierno central, los casos de contagio fueron en aumento. En la segunda semana del mes de mayo llegó a su punto más alto, y enlutó a nuestra región con más de 500 muertes, algunas víctimas y otros casos sospechosos de este terrible virus.
En Sullana hay ya más de 800 infectados por la escasez de medicinas y oxígeno, además del colapso en los principales hospitales, tanto de EsSalud como del MINSA. La muerte y el dolor se han apoderado de nuestra ciudad.
El enfrentamiento entre las autoridades regionales, locales y los médicos que laboran en el Hospital II de Sullana no ha hecho posible que creen una estrategia concertada y articulada para combatir este terrible mal. Un ejemplo es la inauguración, por parte del gobernador regional, Servando García Correa, de un hospital de contingencia al COVID-19, inconcluso hasta ahora, y que fue construido en terrenos cedidos por la Municipalidad Provincial de Sullana (Estadio Campeones del 36). Otro ejemplo es el cambio inesperado del director del Hospital II, Iván Calderón Castillo, por el director regional de Salud, quien también ostenta el cargo de presidente del Comando COVID-19 de la región; son cargos de mucha importancia pero que, al decir de los sullaneros, no le dejarían tiempo para atender la caótica y angustiante realidad de Sullana, donde las siete restantes provincias padecen idénticos problemas.
Tal situación ha ocasionado descontento en la ciudadanía y malestar entre las autoridades provinciales, distritales y líderes de opinión, así como a los médicos mismos. Existen denuncias por parte del cuerpo médico del Hospital II. Alegan que no ha existido una adecuada estrategia para enfrentar la pandemia, que por parte de las autoridades regionales no ha habido un apoyo logístico y decisivo para poner en marcha sus iniciativas y, algo más fuerte, que han existido más gastos administrativos que en la compra de lo necesario para hacerle frente al letal COVID-19; además, dicen, no hay equipos de protección personal, pruebas rápidas para descartar contagios así como medicinas y el elemental oxígeno, por cuya inexistencia, lamentablemente, mueren muchos pacientes tanto en el nosocomio como en sus casas.
Hay situaciones tristes, desgarradoras, como la de personas que mueren en las puertas de las salas de emergencias. Escenas inimaginables que han conmocionado a la localidad de Sullana, vividas por familiares y por ocasionales testigos mudos, llenos de terror y angustia.
El domingo 31 de mayo, Sullana recibió en medio de protestas al premier del Perú, Vicente Zeballos, cuya visita no fue tan alentadora, pues para muchos no ha traído una solución a esta compleja crisis sanitaria que está enlutando a tantos hogares de la antigua Perla del Chira. Zeballos, en unas declaraciones para otros medios escritos regionales, ha manifestado su decepción de ver a las autoridades enfrentadas e inactivas en lugar de ayudar a combatir la pandemia. Algunos gremios de médicos consideran que las visita que realizan los representantes del ejecutivo solo son protocolares.
Para el presidente la Beneficencia Pública de Sullana, Jaime Juárez Cossío, la situación es muy preocupante ya que, desde que empezó la emergencia hasta el 18 de mayo, se había sepultado a 246 personas muertas por covid-19, sin contar a otras que habían fallecido en sus hogares sin haber sido evaluadas o diagnosticados como portadores de la enfermedad. Por esos días, solo quedaban 50 nichos en el Cementerio San José, el más antiguo de la ciudad y 30 en el nuevo cementerio que se ubica a un costado de la carreta que va a Paita.
Explicó Juárez Cossío que los nichos son individuales, bajo tierra y tienen una profundidad de tres metros, que se hacen con excavadoras y niveladoras.
La cifra de víctimas se eleva rápidamente y es preocupante. “Al inicio de la enfermedad hubo siete fallecidos por día, luego creció entre 10 y 15 fallecidos diariamente y luego hemos recogido casi 20 fallecidos por día”, afirmó Juárez Cossío.
También se mostró inconforme con el hecho de que a través de redes sociales se estén difundiendo videos mal intencionado que pretenderían hacer ver como si ellos estuvieran enterrando los cadáveres en una fosa común. “Estamos sepultando en nichos personalizados y respetando todos los protocolos de ley”, puntualizó. También agregó que en este momento el número de entierros ha bajado entre ocho y 10 diariamente.
En vista de todo el panorama, el futuro es incierto y lo peor es que con la apertura de ciertas actividades económicas y la poca presencia policial y militar, la gente se está relajando más, descuidando su seguridad, lo cual la hace vulnerable al contagio. Si es muy cierto que ya no hay 20 muertos diarios, esta supuesta calma no es más que un indicador de que en los próximos 15 días podemos volver a vivir la terrible pesadilla de la muerte por COVID-19.
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