¡No estás sola, estás desocupada!
Es más común hablar de mujeres solas, que de hombres solos. Cómo que el sentimiento de tristeza o soledad nos pertenece a las mujeres o que los hombres saben mejor cómo lidiar con eso. Muchas veces he sentido tristeza y como que me faltaba algo, y en esos momentos, tomé muy malas decisiones relacionales.
Amistades, emprendimientos o parejas que se atraen desde la emoción equivocada, la carencia, y por supuesto, todo sale mal. Hay una canción que dice “No hay peor soledad que la que se vive acompañado” y un célebre dicho que reza “Más vale solo que mal acompañado”. Pero qué hacer cuando la mala compañía eres tú mismo?
Cuando no nos disfrutamos a nosotras mismas, nadie más podría hacerlo. Si tú misma no te caes bien, menos serás del agrado de los demás. No hablo de encajar en cualquier huequito, hablo de, siendo tú, ser feliz contigo y la vida que construyes cada día. Las emociones son de los seres humanos, no solamente de las mujeres, pero hoy nos dedico estas líneas a nosotras.
¡No estás sola, estás desocupada! eso lo comprendí hace 3 meses, al reconocer mi pasión por las letras, por la escritura. Esto de contar historias en líneas me atrapó, mientras estoy creando historias en mi laptop sonrío, me tomo mi café, y realmente soy feliz. Cuando me di cuenta de esto me dije “nunca estuve sola, estuve muy desocupada”. O quizás estuve muy ocupada, pero en los demás.
Estuve sin metas, sin sueños propios, sin oír a Thamara. No sabía que quería hacer, hacía lo que tenía que hacer y ya. No tenía algo que me hiciera sonreír antes de salir de la cama. Y es que las mujeres somos expertas en postergar nuestras necesidades, nos dejamos siempre de últimas a nosotras mismas.
Es muy común entre las madres decir y sentir “si mis hijos son felices, yo también lo soy”. Y eso es hermoso, el amor de madres nos llena y nos hace mejores personas, pero no es todo nuestro ser, es una parte de él. Y así vamos por la vida contemplando sonrisas ajenas, sin procurar las propias. Y luego algunos nos preguntan que qué nos pasa. Esto nos pasa, que hipotecamos la felicidad propia para pagar la ajena.
Las mujeres somos como el bambú, fuertes, flexibles, nos doblamos pero jamás nos quebramos. Siempre queda algo de donde agarrarnos, nos comemos un chocolate, lloramos un rato, llamamos a una amiga, y seguimos. Madres entregadas, mujeres trabajadoras, y algunas con el peso del cuidado de adultos mayores. Así se haga con amor, como en la mayoría de los casos, es una pesada carga emocional que pocos ven.
Las mujeres tenemos un montón de cosas encima, unas ineludibles y otras cargas innecesarias y autoimpuestas. Con el cuento de que somos unas “guerreras” intentamos arreglar el mundo y vivimos peleadas hasta con nuestras propias necesidades. Hace como un año dije “renuncio al 4X4, ¡ya está bueno de querer resolverlo todo calladita! abrazo mi esencia de mujer y me daré el amoroso permiso de pedir ayuda cuando así lo necesite, o incluso, cuando tan solo lo desee”.
Una vez estaba en casa de una amiga en Miami, ella me dio un café y yo me fui a sentar a su sala, en su sofá gris recién comprado. Ella me miró y me dijo “Ay Thamy, ojalá yo pudiera sentarme y tomarme un café así como estás tú ahí en mi sofá”. Yo no daba crédito a lo que estaba escuchando, mi amiga en su propio hogar no se podía sentar 5 minutos a disfrutar un café en el sofá que acababa de comprar.
Y así vamos en la vida, posponiendo un disfrute, un descanso, unos minutos que nos pueden recargar. Le damos hasta el final, como quien espera a quedarse sin gasolina para tener que llamar a una grúa en lugar de recargar el tanque de su carro oportunamente. No nos hacemos prioridad porque pensamos que es egoísmo, cuando en realidad es el mayor acto de sensatez y sentido común.
Si tú no estás bien, nada estará bien, ni tus hijos, ni tu hogar, ni el trabajo, absolutamente nada. Entonces, ¿qué te hace pensar que ser tu prioridad no es una prioridad? Cuando te digo, ¡No estás sola, estás desocupada!, me refiero a ocuparte de ti y de tus sueños, a encontrar tu pasión y tu propósito, encuentra aquello que harías así no te pagaran, te aseguro que mientras lo hagas, no dejarás de sonreír.
¡No estás sola, estás desocupada!