¿Cómo era el niño que se devoraron?
Alberto Beltrán N/ Puebla, México
Hay un ejercicio que elaboro en algunas ocasiones cuando estoy sentado en la banca de un centro comercial, que me ayuda a aceptar aquellas personas que a simple vista me son desagradables… un gordo pelón, caminando con aires de prepotencia agitando las llaves de su auto en una mano y con la otra tomando a una mujer con glúteos y senos pagados, el va agrio y ella dulcemente fingida, el gordo sobre todo, es muy desagradable, la mujer no tanto, pero lo atractivo de su aspecto es falso, (no se que es peor, ser una genuina calabaza o una calabaza disfrazada de carruaje), y viendo a este personaje (el gordo) me pregunto ¿Cómo seria el niño que se devoraron? , y ejercito mi mente imaginando a un niño lindo como lo son todos los «llenitos», y aún con aroma a cielo, ese olor que empieza a perderse generalmente a los diez u once años, cuando ya nos empezaron a poner condimentos para sazonarnos, la pimienta del no hagas, el clavo de ¿Por qué no lo haces?, la sal del cállate y el azafrán del ¡tienes que hablar!, y así marinado con la locura de los «caníbales de niños», el niño también se va ablandando y cediendo, aceptando el cocinarse en las aguas de los prejuicios y juicios, y llega un punto en que esta al dente, listo para ser devorado por la sociedad y como si fuera un festín de aquelarre, se sienta a la mesa, al lado de sus caníbales y se devoran entre todos al niño que fue…ahora volteo a ver a la voluptuosa y me digo a esta la cocinaron con silicona y botox, y me imagino lo linda que habrá sido cuando era niña, linda como lo son todas las niñas y así viéndolos alejarse en su alfombra de neurosis, me deleito con el niño y la niña que se devoraron; y reflexiono que si existiera un brebaje vomitivo para que no los bebiéramos en una noche oscura en punto de las 12.00 am, y al amanecer en punto de las 7:00 am vomitáramos al niño que nos devoramos y después de limpiarlo (como cuando nos limpiaron los restos de placenta al nacer), le dijéramos ¡bienvenido de nuevo mi pequeño niño(a)! ahora tengo las fuerzas necesarias para defenderte, para no permitir que te volvamos a devorar, y así con nuestro niño guardado y resguardado en un corazón nuevo volviéramos a la vida, entonces a las diez de la mañana en un centro comercial cualquiera, ahí sentado, vería pasar a un gordo feliz con una flaca enamorada asiéndose de la mano de un extraño adulto que huele aún a cielo.