A pocos días de las elecciones generales del próximo 8 de septiembre, las mujeres marroquíes reclaman un aumento de las cuotas femeninas en los órganos representativos, para contrarrestar el dominio de la mentalidad machista en el seno de los partidos políticos y de la sociedad y alcanzar la paridad.
«Tenemos ambiciones normales que reflejan los mismos compromisos expresados en la Constitución, es decir, el deber del Estado de imponer la paridad. No nos conformamos con quedarnos por debajo de la paridad», indicó la que fue ministra marroquí de Solidaridad, Mujer y Familia y Desarrollo Social, Nouzha Skalli, en una entrevista concedida a Efe.
Skalli se refiere al artículo 19 de la Carta Magna marroquí (2011), que estipula que «el hombre y la mujer gozan, en igualdad, de los derechos y libertades de carácter civil, político, económico, social, cultural y medioambiental (…) y el Estado actúa para realizar la paridad entre hombres y mujeres». Una ambición de la que queda, según la exministra, mucho por hacer.
Con el objetivo de avanzar en la igualdad de sexos, Marruecos ha ido aprobando desde 2002 normativas para establecer cuotas en los órganos representativos. Actualmente ascienden a un 22,7 % en el caso de la Cámara de Representantes (cámara baja) y un tercio en las regionales y locales.
En las elecciones locales de 1992 y 1997, las mujeres ocuparon 0,24 y 0,55 por ciento, respectivamente, de los consejos electos locales, pero gracias a la aplicación del sistema de cuotas ese porcentaje ascendió al 12,3 por ciento en los comicios de 2009. «Fue una verdadera revolución», recuerda la exministra.
A nivel del poder legislativo, la representación de la mujer en la Cámara de Representantes pasó de 2 diputadas en las elecciones de 1993 a 35 en las de 2002, de un total de 325 escaños que tenía entonces la Cámara.
De ellas, solo cinco obtuvieron escaños compitiendo en las mismas condiciones que los hombres, mientras que los 30 restantes ganaron gracias a la cuota destinada a las mujeres exclusivamente. Esto es porque a la hora de votar en Marruecos, el elector tiene que introducir en su papeleta una lista mixta y, obligatoriamente, otra exclusivamente femenina.
Las candidatas incluidas en esas listas mixtas al Parlamento no superan el 2 por ciento debido al dominio de la mentalidad machista, la desigualdad económica entre ambos sexos y las cargas sociales de las mujeres, que además de sus profesiones llevan el peso de las tareas del hogar, un trabajo no remunerado, lamenta Skalli.
Respecto a la brecha económica entre ambos sexos, solo el 19,9 por ciento de las mujeres trabaja, una cifra que se sitúa en el 70,4 por ciento en el caso de los hombres, según un estudio publicado en 2020 por el Alto Comisariado de Planificación (HCP, órgano estadístico estatal marroquí).
El informe anual del Índice Global de Brecha de Género, publicado por el Foro Económico Mundial, clasificó a Marruecos en el puesto 143, de los 153 países incluidos en el estudio en 2020.
Esta clasificación supone un retroceso respecto al del 2010, en el que Marruecos ocupó el puesto 127.
En las elecciones generales del mes que viene, que aúnan por primera vez las legislativas, regionales y locales, las mujeres compiten por los 90 escaños de su cuota en la Cámara Baja (de un total de 395 miembros), mientras que en las locales se les ha destinado un tercio de los escaños.
«Ningún movimiento ha conseguido mejorar la representatividad política de la mujer sin la adopción de medidas de discriminación positiva», insiste Skalli, que pide un aumento de estas cuotas hasta llegar a la paridad.
Aunque reconoce que Marruecos está a la vanguardia de los países árabes, donde la media de la cuota es del 19 por ciento, sale perdiendo en comparación con otros africanos como Senegal, donde gracias a las cuotas ha llegado al 43 por ciento. A nivel mundial, recuerda, la media de las cuotas femeninas se sitúa en el 25,6 por ciento, por encima de la del Parlamento marroquí.
La exministra, de 71 años, militante de izquierdas y firme defensora de los derechos de la mujer, fue en 1977 una de las ocho candidatas marroquíes a las elecciones parlamentarias celebradas ese año, ninguna de las cuales obtuvo escaños.
Sin embargo, a las elecciones generales del próximo 8 de septiembre se han presentado 2.329 candidatas (el 34,17 por ciento del total de las candidaturas) mientras que a las locales lo han hecho 47.060 mujeres (30 por ciento).
El analista Omar Cherkaoui explicó a Efe que la cuota de género fue una medida inevitable en una sociedad conservadora para alcanzar la paridad estipulada por la Constitución y para que las instituciones electas no sigan siendo «instancia masculinas».
Gracias a esas medidas, que se han ido reforzando desde la aprobación de esa Constitución en plena «primavera árabe», dos mujeres fueron elegidas, por primera vez en la historia de Marruecos, para las alcaldías de Tánger y Marrakech, dos de las ciudades más importantes del país.
Cherkaoui agregó que forman parte un paquete más amplio de medidas a favor de la participación de la mujer, pues la nueva ley de los partidos políticos obliga a las formaciones a que un tercio de los miembros de sus ejecutivas sean mujeres.
De momento, la única mujer que ha llegado a liderar un partido político en Marruecos es la catedrática Nabil Mounib, que se convirtió en 2012 en la secretaria general del Partido Socialista Unido (PSU), sentando un precedente en la política del país.