La población colombiana se está envejeciendo a pasos acelerados, y como lo demuestra un estudio hecho por Fedesarrollo, para el 2050 alrededor del 24% de los colombianos van a ser mayores de 60 años.
Miles de migrantes venezolanos siguen llegando a Colombia. AFP
Colombia está envejeciendo. Este fenómeno que parecía lejano en el sentido que comúnmente se cree que los afectados son países europeos, ahora ha llegado a Colombia también y se suma a la lista de circunstancias que podrían complicar el bienestar de la nación. En efecto, la población colombiana se está envejeciendo a pasos acelerados, y como lo demuestra un estudio hecho por Fedesarrollo, para el 2050 alrededor del 24% de los colombianos van a ser mayores de 60 años.
Cifra que preocupa al compararla con la cifra actual que no supera el 10%, según los datos preliminares del último censo, dato que igualmente sorprende si tenemos en cuenta que en 1985 solo el 3,65% de la población colombiana era mayor de 60 años. Esta transición se ha desarrollado de manera muy rápida, teniendo en cuenta que, en otros países, como es el caso de Francia, la transición del 10% al 20% se dio en un periodo de 150 años más o menos, mientras en Colombia, en tres décadas, el porcentaje se triplicó.
Los retos que vienen con este aumento de la población de adultos mayores son múltiples. Entre ellos resaltan la reducción de la fuerza laboral, la disminución de la productividad, la crisis que podría afrontar el sistema pensional colombiano teniendo en cuenta el aumento de personas dependientes de pensión a tan acelerado ritmo y la inversión que se tendría que hacer en salud para tener un sistema amplio y efectivo que pueda atender de forma adecuada a los adultos mayores. Estos retos, que afrontan la mayoría de los países europeos y algunos americanos como Uruguay y Canadá, se acrecientan en Colombia, debido a que, en nuestro país, el 44,7% de los mayores de 60 viven en la pobreza, siendo un índice extremadamente alto y preocupante.
El sistema pensional colombiano también presenta graves falencias. La principal falla es su poca cobertura, que se encuentra alrededor del 23%, y que es una de las causas de porqué muchos adultos se vuelven pobres al envejecer. Y más preocupante que la situación actual, es la falta de acciones concretas para poder resistir esta transición demográfica. Según el mismo estudio de Fedesarrollo, Colombia es uno de los países en América Latina que menos invierte en la población mayor. Esto puede acarrear graves problemas de salud y desatención en esta población, lo que llevaría a gastar millonarios recursos para solventarlos.
Las razones por las cuales Colombia está viviendo este fenómeno son múltiples. Entre ellas resaltan el aumento del nivel educativo de la población, especialmente de las mujeres, lo cual acarreó más adelante su incorporación al mercado laboral. Se ha demostrado que este fenómeno influyó en las tasas de natalidad, ya que, al incorporar a las mujeres al mercado laboral y al sistema educativo, comenzaron a tener menos hijos.
Otros fenómenos como el uso masivo de anticonceptivos, y la reducción de las tasas de mortalidad, especialmente la infantil, también sentaron las bases para la transición demográfica que está viviendo el país. Cómo señala un informe realizado por el Ministerio de Salud, en 2013, acerca del envejecimiento poblacional de la nación, el descenso en la tasa de natalidad se da en los años 60, y por esto sorprende la falta de acciones al respecto. Cada año aumenta el número de población inactiva, que cada vez más, se vuelve dependiente al Estado y a las pensiones.
Aunque la problemática es amplia y afecta a varios países, las soluciones no parecen claras y la mayoría de ellas no han tenido el efecto esperado. Estas soluciones han incluido medidas como incentivar la natalidad y buscar alternativas para financiar las pensiones, así como estimular el ahorro, con el fin de guardar capital para la vejez.
Estas soluciones han sido pequeños alivios para algunos de los países que están luchando contra estas transiciones, y aunque la mayoría de las soluciones son paliativas y no existe una fórmula mágica, la migración sin duda alguna ha funcionado cómo una de las soluciones más efectivas. En España, por ejemplo, país fuertemente afectado por el envejecimiento de su población, entre los años 2000 y 2008, “la fuerte llegada de inmigrantes tuvo un efecto benéfico sobre la demografía española con el aumento de la fecundidad y natalidad porque la mayoría eran jóvenes adultos”, como dice Joaquín Arango, sociólogo experto en Demografía.
Sin duda alguna, la solución más viable que se presenta en el caso colombiano para contrarrestar la transición demográfica que el país está atravesando es la migración venezolana. Nunca antes en la historia de Colombia se había vivido un fenómeno migratorio de esta magnitud, y el cómo afrontar esta diáspora, y medir sus efectos sociales y económicos, deben estar en primer lugar de la agenda nacional de los próximos años.
Las decisiones que se tomen y las políticas públicas para afrontar dicho éxodo serán determinantes en el éxito o el fracaso de la acogida de Colombia a este masivo flujo migratorio. Por ejemplo, el RAMV (Registro Administrativo de Migrantes Venezolanos), esfuerzo por caracterizar una parte del fenómeno migratorio en el país. Este nos muestra que, por mucho, la mayoría de los inmigrantes provenientes de Venezuela son niños, niñas, adolescentes y sobre todo, adultos.
El RAMV, ejercicio que sólo duro un par de meses, indica un total de 48.164 niños, niñas y adolescentes registrados. Muestra también una cantidad total de 140.820 adultos, y, muy por debajo de estas dos cifras, están los adultos mayores de 60 años, que comprendían un total de 14.817 personas registradas. Aunque es cierto que no se tiene registro de muchos de los venezolanos que han ingresado a Colombia, el RAMV es un referente sobre la población que está inmigrando a nuestro país.
Las cifras son contundentes. La mayoría de los migrantes son jóvenes, y están aptos para trabajar. 19.851 de los registrados culminaron estudios universitarios, 12.870 hicieron alguna clase de técnico o tecnólogo, y 102.160 culminaron la secundaria. Y la mayoría de ellos están hoy en el sistema de Transmilenio de la capital, ganándose la vida vendiendo chocolates y contando sus dramáticas historias. O por las carreteras de nuestro país, con un futuro incierto y sin nada definido. Su futuro dependerá de las decisiones políticas que se tomen en los próximos años, y de cómo reciba la sociedad civil colombiana a estos profesionales, tecnólogos, y bachilleres venezolanos, aptos para trabajar y para contribuir a la patria que los está recibiendo.
Las cartas están sobre la mesa, y el futuro de miles de venezolanos depende de la manera en que nuestra sociedad se adapte para recibirlos. Aunque es cierto que este masivo flujo migratorio supone difíciles retos para nuestro país, también es cierto que son muchos los beneficios que puede traer para Colombia.
Muchos jóvenes preparados y aptos para trabajar han cruzado la frontera y su futuro dependerá de las políticas públicas de los próximos años y de la aceptación por parte de la sociedad. De ser exitosamente integrados a la población activa, la migración venezolana aparece como una solución viable y efectiva para revertir la pirámide demográfica en Colombia, que muestra el envejecimiento acelerado de la nación.
El impacto, positivo o negativo, que tenga la migración venezolana depende, en gran medida de todos nosotros, nuestros gobernantes y ciudadanía. Debemos empezar a ver este fenómeno como una oportunidad de desarrollo y crecimiento para nuestro país. No es momento para nacionalismos que lo único que harán es más daño a Colombia.
* El Observatorio de Venezuela, de la Universidad del Rosario, busca sensibilizar a jóvenes profesionales y estudiantes sobre el fenómeno migratorio que vive Colombia