La carrera espacial, entre la iniciativa privada y la pública
Desde que el Hombre pisó por primera vez la Luna hasta el día de hoy, los avances en la carrera espacial se han quedado muy por detrás de las previsiones que tenía la humanidad de los años setenta u ochenta. Proyectos como el ambicioso transbordador espacial pasaron sin pena ni gloria haciendo de taxi espacial entre el espacio cercano y la Tierra, todo porque durante décadas los gobiernos más importantes no dejaron de recortar el presupuesto destinado a la carrera espacial, una vez cumplido el objetivo de ser los primeros en alunizar no había réditos evidentes en un sistema político demasiado cortoplacista.
Pero el status quo parece haber cambiado con la llegada de SpaceX como representante de la iniciativa privada en la exploración del espacio, con su carismático fundador Elon Musk que hace pocas semanas fue brevemente el ser humano más rico del planeta gracias a sus acciones en Tesla, otra de sus vanguardistas empresas, y con la emergencia de China como principal representante de la exploración espacial por parte de los gobiernos, ya que en el 2019 ya colocó un rover en el lado oculto de la Luna y cuenta con su propia estación espacial, algo que no pueden decir otros grandes países, a menos que el espacio oculte instalaciones secretas.
Una empresa que vale decenas de millones de dólares
Aunque en un principio SpaceX parecía el capricho de un excéntrico multimillonario que había forjado su fortuna gracias a las nuevas tecnologías (PayPal, proyecto en el que Musk invirtió en los años noventa fue vendido a eBay por la friolera de 1.500 millones de dólares) lo cierto es que su éxito colaborando con la archiconocida NASA ha logrado que los estadounidenses se reincorporen a la carrera espacial sin que los representantes públicos tengan que poner en riesgo la reelección asignando gigantescos presupuestos en el empeño espacial, algo que muchos contribuyentes pueden considerar una innecesaria frivolidad en la actual coyuntura económica.
Cualquiera que hubiese confiado en las iniciativas de Elon Musk en sus inicios y se hubiese dedicado a comprar acciones habría visto cómo su patrimonio creció de manera exponencial además de haber contribuido con su capital en el avance conjunto de nuestra especie, y aunque ahora puede que el precio de la acción esté muy alto para muchos inversores, las acciones de SpaceX no dejan de ser uno de los instrumentos disponibles para los traders que operan con otros sistemas de inversión como los que ofrecen los brokers online a sus clientes, sin el hándicap del precio alto, pero con la necesidad de vigilar el apalancamiento y la volatilidad y sus muchas veces imprevisibles consecuencias.
Pero antes de empezar a utilizar esta opción de inversión, el trader deberá aprender cómo comerciar con acciones mediante un bróker regulado, algo más sencillo hoy en día gracias a las nuevas tecnologías y sus infinitas posibilidades, una vez se haya completado la formación ya se podrá decidir si es el momento de invertir en empresas como SpaceX, valorada en unos 74.000 millones de dólares.
China y las infinitas posibilidades del espacio
El gigante asiático finalmente ha despertado, y no sólo reclama su posición en este mundo, sino también allende la atmósfera terrestre, donde los recursos para alimentar una población de más mil millones de seres humanos son inagotables para aquellos dispuestos a apostar en su futuro a largo plazo.
El primer paso lógico será establecer factorías en la Luna que extraigan recursos y se utilicen para construir la siguiente generación de naves espaciales, mucho más económicas que las actuales ya que vencer la gravedad de nuestro satélite requiere un consumo de combustible sustancialmente menor, algo que en estos momentos es uno de los principales obstáculos de la carrera espacial, colocar un kilo de material en el espacio desde la Tierra es extremadamente costoso.
“El futuro pertenece a los que creen en la belleza de sus sueños”, Eleanor Roosevelt, primera dama de los EE. UU.
Estas factorías/minas/colonias servirían de salida para expediciones más ambiciosas que fuesen colonizando Marte, el cinturón de asteroides y los gigantes gaseosos exteriores, con sus ingentes recursos y la promesa de encontrar vida que albergan sus múltiples lunas y de ahí hacia nuestro Proxima Centauri con motores capaces de alcanzar una fracción significativa de la velocidad de la luz, pero eso ya será la labor de futuras generaciones.