Los países no se acaban y la realidad es de cada quien
Hace un año escribí un tweet que repostearon muchas cuentas de noticias en Instagram con millones de seguidores y que siguen reposteando hasta hoy. El tweet dice: “Conozco más venezolanos felices dentro de Venezuela que fuera de ella! Emigrar no es una obligación, ni una moda, si Ud está tranquilo en su casa y con su familia, quédese! Que los países no se acaban y la realidad es de cada quien!” @thamara14.
Bueno, este tweet tuvo miles de reacciones, me escribieron incluso por mensajería privada diciéndome que se querían regresar a Venezuela. Que se identificaban con lo que yo había escrito, y que ciertamente fuera de Venezuela tenían bienestar, pero que no eran felices, y querían volver a casa.
Recibí también ofensas e insultos por haber tenido la osadía de hablar de felicidad en Venezuela. Algunos se lo tomaron muy personal e incluso como una burla, porque les parece imposible que alguien que viva en Venezuela pueda ser feliz.
Lo que más me sorprendió de las reacciones, fue que miles de personas pensaron al leerlo, que yo era adepta al gobierno. Mi tweet les hizo pensar que yo era simpatizante del gobierno venezolano solo por decir que soy feliz en Venezuela, y nada más lejos de la verdad.
Eso me llevó a pensar en dos cosas, la distorsión de la palabra felicidad, y la incapacidad de muchas personas de entender cuán responsables son por la vida que llevan. La felicidad es una decisión y es nuestra responsabilidad. Pero eso no es masticable para la mayoría, porque eso significa entonces que su infelicidad también sería su responsabilidad.
Un hater me preguntó por Twitter, cuestionando mi felicidad por el hecho de vivir en Venezuela, “me puedes definir que es la felicidad para ti?” y yo le respondí:
- Irme a dormir sin poner despertador
- Tomarme mi primer café del día en absoluta calma, en silencio y a mi ritmo
- Dedicarme a lo que amo (escribir)
- Poder abrazar a mi mamá cuando quiero
- Vivir en absoluta paz en mis 83 metros cuadrados con mi cocina verde manzana hecha a mi gusto y medida
- Mis hijos sanos, felices y con hermosas vidas
- Tener a una mamá de 82 años absolutamente sana y lúcida
- Estar sana
Y podría seguir y extenderme en detalles que hacen de mi día a día una interminable razón para mantenerme conectada con la gratitud. Mi felicidad está dentro de mí, no depende del entorno geográfico donde me encuentre. Pero ciertamente el lugar del mundo donde se me hace más fácil encontrarla, disfrutarla y reconocerla, es en mi casa, en Venezuela.
Mi tweet fue muy mal interpretado por muchos, yo no hice un estudio antropológico, ni tan siquiera tuve la ligereza de generalizar, ya que trato de no hacerlo nunca. Yo hablé de la gente que yo conozco, no de los 30 millones de venezolanos ni de los 5 millones de la diáspora.
Solo expuse lo que he observado y eso tocó muchas fibras, para bien y para mal. Otros pensaron que mi felicidad era un sesgo emocional porque no había salido nunca de mi país. Les respondí que sí había viajado a varios países, y que acababa de llegar de estar un largo rato en Estados Unidos.
Tomarme mi café de la mañana, por unos meses con los pies metidos en la arena del borde costero de Miami Beach ciertamente fue una delicia y lo disfruté un montón. Pero también soy muy feliz en mi casa en Venezuela aunque no tengo vista al mar.
Hacer de tu hogar, tu familia y tú espacio una burbuja de felicidad, paz y tranquilidad, no es solo una posibilidad, sino tu responsabilidad. El entorno te afecta, pero no te determina, y cuando asimilas eso, absolutamente todo cambia.
Tener un entorno saludable y tener la conciencia de que hay cosas que no dependen de nosotros, pero hay otro montón de cosas que sí las podemos determinar, nos da el poder de cambiar las cosas a nuestro favor.
Hay tantas cosas que podemos hacer, no me las sé todas, ni las hago todas, pero te comento algunas que he hecho que me han traído paz y sonrisas:
- Agradezco todo cuanto tengo, lo disfruto y lo valoro
- Cada día fortalezco mi relación con Dios, oro y descanso en su amoroso y tierno cuidado de mi vida y la vida de mis hijos
- He encontrado una actividad que me llena, me relaja y me hace muy feliz, la escritura
- No me permito la queja, ni en mis labios ni en mis oídos
- Cuando algo que no es bueno pasa, siempre trato de ver que positivo puedo obtener de la situación, generalmente siempre lo encuentro
- Me arreglo para mi, las mujeres cuando tenemos las uñas arregladas y andamos perfumadas nos sentimos poderosas
Así que no es imposible estar bien en nuestra casa. No se vale estar en un lugar, añorando estar en otro, porque en la añoranza siempre se pierde lo más valioso y lo único que cuenta, el momento presente.
Di gracias, haz una respiración profunda, abraza al que tengas cerca, tómate un café sentado y con pausa, hay maneras de conectarnos con el presente, y sobre todo, siempre, hay maneras de disfrutarlo.
Me quedo con el lado de mi país que me hace feliz, hablo de lo que deseo expandir a otros corazones, escribo lo que vivo y lo que observo que viven los míos. Es imposible que en 916.445 kilómetros cuadrados y de 28 millones de venezolanos, no haya nada bueno que contar. Hay mucha pluma llevando a letras la tragedia venezolana, la pluma de Thamara no hace falta en esa cruzada.
Cada día al despertar, me siento en mi cocina verde manzana y me tomo mi café acompañado de galletas marías. Es mi primer momento de gratitud del día. Miro por el ventanal de mi apartamento, sonrío y siento que soy feliz y que sin duda, “la realidad es de cada quien”
Thamara López
Excelente post. Bravo sin duda el espejo y reflexión de muchos.
Gracias amiga, un abrazo.
Que belleza prima. Dios bendiga tu forma de escribir. Llore y la nostalgia full. Gracias, Gracias, gracias. Cada vez que leo algo tuyo me quedo sin palabras y pasa por mi mente cuán negativa he sido y tanto que DIOS así en mayúscula me ha proveído siempre. Pronto nos veremos porq así DIOS LO QUIERE. Te quiero un montón.
Bueno prima, ya lo dices en pasado, así que esa queja ya no te define ni te determina. Eres una nueva mujer agradecida y despierta, que vigila sus diálogos internos para regalarse solo amor. Te quiero mucho, Dios te bendiga.