El Eurogrupo concluye sin acuerdo para articular la respuesta europea al Covid-19 por: María G. Zornoza
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Como viene ocurriendo ante las grandes crisis, la UE coincide en el diagnóstico pero no en la receta. Ante la mayor crisis desde su fundación, el bloque comunitario continúa dividido en la respuesta para amortiguar el impacto socio-económico que dejará el Covid-19. El Eurogrupo ha concluido sin acuerdo tras 16 horas de negociación y retomará la cita para consensuar un texto el jueves.
“Tras 16 horas de discusiones estamos cerca de un acuerdo, pero todavía no estamos ahí. Suspendo el Eurrogrupo y continuaremos mañana. Mi objetivo se mantiene: una red europea fuerte contra el impacto del Covid-19 para proteger a ciudadanos, firmas y países con el compromiso para un plan de recuperación considerable”, expresaba Mario Centeno, presidente del Eurogrupo, tras la noche fallida de negociación.
Los ministros de Finanzas de la zona euro se posaban ante sus pantallas para debatir un paquete de medidas financieras que amortigüe el impacto sanitario, social y financiero del coronavirus a corto, medio y largo plazo. Sobre la mesa existía un plan de 500.000 millones de euros en créditos repartidos en los 200.000 millones de avales del Banco Central Europeo, los 100.000 millones de la iniciativa SURE y los 240.000 millones del MEDE, el fondo de rescate europeo.
Sobre todos los puntos hay discrepancias. Algunos países piden precisar el alcance de los créditos del BEI, es decir si solo afectarán a pequeñas y medianas empresas. En la segunda arteria, SURE, también hay puntos de desunión. Varias capitales quieren ampliar su alcance más allá de la protección del empleo por miedo a que sea una herramienta que se institucionalice después de la crisis y entre en conflicto con las competencias nacionales. Sin embargo, se trata más de una problemática de precisión del lenguaje a plasmar en las conclusiones que de fondo político.
La real cuestión es el MEDE, el fondo de rescate creado en la crisis de la zona euro. Italia descarta su uso, con o sin condicionalidad. Cree que es una herramienta estigmatizada por los fantasmas de la troika y Grecia. Su opinión pública podría verlo como un rescate financiero en un momento en el que el país transalpino se dirige hacia la peor recesión en décadas. España lo ve un punto de partida aceptable, pero pide nula condicionalidad sobre el dinero empleado en la crisis del Covid-19.
Y enfrente está Países Bajos, junto a Austria y Finlandia, que exigen requisitos específicos a cada país que eche mano del fondo de rescate, es decir una especia de compromisos de austeridad para regresar a la estabilización. Los halcones no quieren que se trate de “dinero gratis”. De nuevo aquí los matices del texto a consensuar son el escollo. ¿Cómo reflejar esta condicionalidad de forma abierta y asumible para todos? Algunos como Alemania apuestan por unos compromisos ‘light’, como que solo pueden recurrir al MEDE los países que justifiquen su necesidad en el marco de la pandemia global. Pero capitales como Ámsterdam exigen referencias claras al futuro sobre “medidas necesarias” para estabilizar y reajustar las cuentas una vez pase la tormenta.
Bruno Le Maire, ministro de Finanzas francés, y su homólogo alemán Olaf Scholz se han articulado como los mediadores de un encuentro que ha tenido su núcleo duro en las negociaciones bilaterales. Las 16 horas transcurrieron de forma intermitente entre recesos para dar margen a las discusiones de los márgenes. Tras la cita, París y Berlín han apelado “a todos los Estados miembros a estar a la altura en estos momentos excepcionales” y sin mencionar a nadie en concreto clavan su mirada en Roma y La Haya, que abanderan las líneas rojas más firmes.
“Países Bajos estaba y continúa estando en contra de la idea de los eurobonos, creemos que crearán más problemas que soluciones en la UE. Tendríamos que garantizar deudas a otros países que no son razonables. La mayoría del Eurogrupo comparte esta visión y no apoya los eurobonos”, ha reiterado a través de Twitter Wopke Hoekstra, ministro de Economía holandés, que ha pasado a los líderes la patata caliente sobre el MEDE.
Los ministros de Finanzas intentan allanar el camino hacia una solución aceptable por todos, pero el verdadero punto de inflexión llegará de la mano de los líderes de Estado y de Gobierno. Los Veintisiete están llamados a reunirse después de que el Eurogrupo alcance un acuerdo para examinarlo y adaptarlo al tono político. Serán ellos quienes esbocen la respuesta de la UE al coronavirus a largo plazo. Esta es una de las grandes exigencias de España, que pide medidas para frenar la gran recesión que viene, ya sea a través de coronabonos, fondo de solidaridad, fondo de reconstrucción o Plan Marshall. Si hay una lección que dejan las citas interminables en la UE es que el lenguaje importa. Y a veces es casi lo más importante.
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