Nuestra forma de vida precisa cada vez más energía, no en vano, se prevé un aumento de la demanda global cercano al 30 % hasta 2040. Sin embargo, no podemos seguir dependiendo del gas, el petróleo o el carbón, tanto por el coste medioambiental que el incremento del CO2 supone para el planeta, como por el brutal impacto económico que ya estamos experimentando del precio de los carburantes sobre el de la energía.
La descarbonización es la única alternativa válida y España no puede dejar escapar la oportunidad de liderar la transición energética basada en la producción de hidrógeno verde. Nuestro país lleva 20 años explorando las energías renovables, especialmente de la mano de una de sus empresas más potentes, la pionera en este sector, Iberdrola, y ahora ha llegado el momento de acelerar la producción de este tipo de hidrógeno para lograr un modelo económica y medioambientalmente sostenible.
Iberdrola cuenta, de forma pionera, con un plan de inversión de 75.000 millones de euros hasta 2025 dirigido a liderar la transición energética, duplicando la capacidad renovable hasta alcanzar los 60GW en 2025, frente a los 32 GW de 2019 y, para los sectores en los que resulta difícil la descarbonización y la electrificación, como los usos industriales, o el transporte pesado, el objetivo de la compañía es ambicioso: la instalación de 600 MW operativos en 2025, alcanzando los 3.000 MW en 2030 gracias al empleo del hidrógeno verde.
Para ello ha establecido diferentes horizontes temporales entre los que figuran, como oportunidades a corto plazo, la sustitución de hidrógeno gris por hidrógeno verde en la industria química, de fertilizantes, fragancias, vidrio, etc.; y la movilidad urbana con, por ejemplo, los autobuses públicos propulsados por pilas de combustible.
En este sentido, la compañía tiene en marcha diferentes proyectos precursores, como el acuerdo con Fertiberia para producir amoniaco para fertilizantes 100% verde con la construcción en Puertollano (Ciudad Real) de la mayor planta de hidrógeno verde para uso industrial en Europa; la alianza alcanzada con Porcelanosa para abordar la primera solución para electrificar la producción cerámica combinando renovables, hidrógeno verde y bomba de calor; o la puesta en marcha de la primera planta de hidrógeno verde de uso público de nuestro país para dar servicio a la flota de autobuses urbanos de Barcelona, avanzando en una movilidad con cero emisiones contaminantes, por poner solo tres ejemplos.
Iberdrola se propone, a medio plazo, actuar también en la movilidad de transporte pesado por carretera y ferroviario, así como en las soluciones térmicas por sustitución de Gas Natural y, entre las oportunidades a largo plazo, prevé su intervención en el transporte marítimo y aéreo.
El camino se ha iniciado ya en España de la mano de la compañía de Ignacio Galán, pero será necesario también el apoyo del Gobierno, que deberá establecer un marco regulatorio del hidrógeno verde para que, quienes quieran transitar por él, no lo hagan fomentando la producción de hidrógenos que, aunque utilicen energía renovable y agua en su proceso productivo, produzcan contaminantes. Eso sería pervertir el objetivo y una oportunidad perdida en la necesaria transición energética.