Humor sin humanidad ¿Una vida por un like?
Cuando la risa es a costa del pesar y del sufrimiento sólo unos pocos ríen, y son quienes carecen de empatía y se atreven a hacer de lo sagrado un juego. Como quien apuesta a que nunca ni él ni los suyos podrían pasar por una calamidad similar. Es muy atrevido, temerario e irresponsable sentarse delante de un micrófono con una audiencia considerable, a hacer acusaciones sin ninguna validación.
Ciertamente la muerte de David Capella sobrevino por Covid-19 y no por los desafortunados comentarios que se hicieron en un podcast. Probablemente David igual iba a morir con o sin más recursos económicos. Pero llamar estafador por un go fund me a quien efectivamente estaba agonizando y respirando las últimas bocanadas de aire de su existencia, es llevar un peso encima que nadie quisiera vivir con él.
¿Cuándo se cruza la raya de la humanidad? ¿Qué día nos levantamos sin saludar la realidad del otro? ¿En qué momento nos deja de importar el dolor de otro ser humano? La novia de David declaró luego de su muerte “en sus últimos momentos lloraba y se preguntaba que qué les había hecho” también contó que le afectó tanto todo lo que se decía de él, que le tuvieron que indicar antidepresivos en sus últimas horas de vida.
La depresión agrava cualquier dolencia o enfermedad, e incluso per se pueda llegar a cegar la vida de alguien. La tristeza que arropa el alma inmunodeprime y duele, las lágrimas salen sin esfuerzo y la vida luce tan pesada que pareciera que no podemos con ella. No se vale hacer más aciago el final del camino de alguien, solo por hacerte el payaso, solo por un like. Nunca sabremos si pesó más el Covid o la depresión.
Esta burlita pasó a mayores, y el régimen de Nicolás Maduro dictó el Martes 30 de Marzo, orden de aprehensión en contra de estos dos comunicadores, Jean Mary Curró y Alex Goncalvez. Quizás esto no ha debido llegar tan lejos. Estos dos comunicadores seguramente pensarán mejor lo que van a decir de ahora en adelante.
Alex y Jean Mary han reseñado en sus redes su pesar, lo arrepentidos que están y cuánto lamentan sus desafortunados comentarios. Argumentan haberse hecho eco de chismes de redes sociales sin ninguna comprobación. Está bien que se disculpen, pero está muy mal lo que hicieron, tanto en su fondo como en sus formas. La parte más difícil de justificar y enmendar es Jean Mary diciendo textualmente “Conociendo al personaje, eso es una estafa”.
Ha surgido el cuestionamiento de sí las represalias vienen del lugar correcto y moralmente aceptable. Aquí no se pondera el sistema democrático o su ausencia en una sociedad golpeada como la venezolana. Aquí la indignación colectiva emerge del sentido común y la empatía brota de quienes desconcertados vimos burla en vez de solidaridad y ligereza en lugar de bondad.
Esto marcará un antes y un después en los labios y el ánimo de comunicadores que piensan que por no ejercer un periodismo de investigación, sus palabras, posiciones y comentarios no tienen impacto en su audiencia y en sus decisiones. Despertar el odio colectivo en esta sociedad cada vez se hace más fácil, hay jueces de lado y lado, vivimos en bandos contrarios, ¿contrarios a quién? muchas veces ni lo sabemos.
¿Acaso la empatía no debería encajar en cualquier bando? ¿No anhelamos todos recibirla? ¿Qué nos hace pensar que vamos a recibir algo que no estamos en la capacidad y en la disposición de dar? Acaso, ¿Nos inocularon el egoísmo y la maldad sin cura alguna?
Hoy es viral, en tres semanas quizás nadie recordará el nombre de David. Mañana este par de comunicadores quizás habrán perdido parte de su audiencia, y una parte aún mayor de respeto y credibilidad, su pérdida es reversible, la de la familia de David no lo es. David Capella murió triste e inquieto preguntándose porqué recibía tanta maldad y sin entender qué pudo haber hecho para merecerla.
Cuando ocurren estas cosas, qué difícil es fijar una posición humana, noble, sensible, y permanecer en el lugar correcto y sensato sin que nos ubiquen en el bando contrario a alguien. A veces ni conocemos al adversario, así que mal podríamos adversar aquello que no conocemos. Solo abrazamos un principio elemental de la existencia humana, «dar aquello que nos gustaría recibir». Fijar posturas siempre implica asumir responsabilidades, pero vivir en la neutralidad me luce imposible.
Thamara López Meza