Nunca sabemos lo que encontraremos más allá de la inmensidad.
Este espacio tiene como finalidad narrar las experiencias de los venezolanos que han abandonado su Nación por múltiples causas en los últimos dos años, pero esta narración no será similar a una entrevista, no existe un guion, ni un punto para detener sus historias. Los protagonistas expresarán lo que crean conveniente, algunas de estas historias nos van a sorprender, con otras podríamos sentirnos identificados, lloraremos con sus penas, reiremos con sus locuras y celebraremos sus éxitos.
En esta oportunidad vamos a conocer la historia de Diana, ella tiene 19 años, nació en Caracas, vivía con su mamá y su hermana, puesto que su padre falleció hace algunos años, pero esto no quiere decir que no lo recuerde todos los días. Ella decidió emigrar a finales de 2017, pero no fue sino a principios de este año cuando eso sucedió. Partió desde Caracas con las pocas cosas que podía cargar, acompañada de su hermana y de las bendiciones de su mamá, su travesía fue por tierra y tras una semana de viaje llegó a Lima, capital de Perú. Según sus palabras Lima tiene cosas muy bonitas y muy buenas, entre ellas su gastronomía, claro, ella es una de esas chicas que puede combinar perfectamente su belleza con un apetito insaciable, es por eso que se define a si misma como una gordita.
Pero en Lima no todo es positivo, me dice que conoció cosas poco amables de Lima, entre ellas la poca educación y cordialidad que existe en muchos Ciudadanos peruanos. También el alto nivel de xenofobia que existe hacia los venezolanos, claro, ella me aclara que no son todos los peruanos, tanto es así que logró conocer a algunas personas muy amables que la han ayudado. Pero vayamos al inicio de su aventura, ella me confesó que nunca había trabajadoo en su vida, nunca había tenido que estar sola y nunca había tenido responsabilidades tan grandes, pero le tocó. Su primer empleo fue en un Resto-Bar, desde las 2 pm hasta las 2 am. Diana apenas tenía 18 años, y recibía preguntas por parte de sus clientes tales como “¿Cuánto Cobras? y ¿A qué hora sales?”, Ella me dice que no podía tolerar eso, es por esto que solo duró 4 días ahí. Pero por esas casualidades de la vida su último día de trabajo conoció a Pablo y sus amigos, de quién me dijo que “me pareció hermoso desde que llegó, me pidió mi número, y antes de irse se lo di en un papelito”, esas decisiones que parecen inocentes, pero a la larga tendrán consecuencias, también me dijo que “Pablo se convirtió en una parte fundamental de mi día a día”, pero más adelante retomaremos esto.
Una vez que renunció a su primer trabajo fue en búsqueda de otro, “duré una semana o un poco menos sin trabajo, conseguí trabajo en una empresa de envíos nacionales, era algo loco. Estaba enviando encomiendas a lugares que ni idea de cómo eran o en dónde quedaban, pero poco a poco aprendí, la administradora era una persona súper exigente, pero con una paciencia que envidiaba, me enseñó todo lo que pudo mientras estuve ahí”, al parecer todo comenzaba a salir bien para Diana. Sin embargo, todo comenzó a cambiar para mal “las cosas con mi hermana no iban bien, el dueño de la empresa me humillaba por ser extranjera, hacia comentarios como ‘Agradezcan que aquí comen, allá comían basura’. Y mi único refugio era Pablo y mi jefa. Ella me decía constantemente que el dueño quería despedirme pero que no lo permitía por mi buen desempeño, que él era loco y que no le parara. Pero un día, sólo le dijo ‘bótala, ya no la quiero aquí’. Mi jefa sutilmente lo hizo, ese día me sentí humillada como nunca, lloré muchísimo de impotencia, jamás me habían pisoteado tanto por ser extranjera, pero lo acepté y salí de allí.” A pesar de que en Venezuela siempre hemos tratado bien a los extranjeros y hemos ayudado a quién lo ha necesitado en nuestro continente, nos causa impotencia escuchar historias como la de Diana.
Continuemos con la historia, Diana a pesar de la humillación por la que había pasado, no se daba por vencida y continuaba su búsqueda “Busqué trabajo y no conseguía, no sabía qué hacer, el dinero se me agotaba y me sentía angustiada. Un día decidí pasar por mi trabajo anterior y hablar con mi jefa, le pregunté cómo estaba y seguidamente sobre dónde podría buscar trabajo. Ella me recomendó dos lugares, fui, y no había vacante. Pero por curiosidad y sin nada que perder, pregunté en la empresa más grande de envíos, me hicieron una prueba y quedé, me sentía feliz, aunque sabía que eran 12 horas de trabajo y que vivía a una hora y media de distancia, lo intenté y me encantó.” El deseo de superación siempre está presente en Diana, aunque a pesar de este éxito, cuál novela venezolana, nuevamente aparecía un obstáculo “Estaba feliz en mi trabajo, pero las peleas con mi hermana continuaban, es por eso que Pablo me dice, múdate conmigo y con nervios le dije que no, que estaba loco, que con 18 años no quería vivir con un novio, en palabras vulgares no quería un marido.” Pero la necesidad hizo que Diana cediera al respecto, “Al final, lo hice, me fui con él y más nunca supe de mi hermana, mi vida giraba en torno a Pablo pero obviamente la convivencia no era la misma que antes, era más fuerte, empecé a conocer realmente con quién estaba, un machista, un borracho, un inservible. Que me daba felicidad, pero me ocasionaba más tristezas, llegaba a las 3, 4, 5 o 6 am; borracho y yo simplemente quería dormir, porque a diferencia de él, yo trabajaba y mi cansancio era más grande que mis ganas de rumbear o de tomar, y las peleas cada día eran más y más frecuentes, tanto que no supe controlar mis emociones y todo me afectó en el campo laboral, absolutamente todo me salía mal, todo. Recibí regaños, memorándums, de todo.”
Diana pasaba una de las peores épocas de su vida, estaba sola, lejos de su familia, viviendo con un hombre al que no conocía bien, con el que peleaba constantemente y lejos de su país, a pesar de esto lo peor no había llegado, “Un día peleamos y ese día me golpeó como ningún hombre lo había hecho, tomando en cuenta que tuve padre, hermanos y mil amigos. Ese día temblaba y no sabía qué hacer, llamé a mi hermana y ella fue mi refugio, me abrazó y me consoló.” Debo confesar que cuando leía esta confesión de Diana sentí una impotencia increíble, estas líneas las escribo 24 horas después de conocer esta información y aún no salgo del asombro que me produjo saber todo esto. Pero dentro de un naufragio en la oscuridad siempre hay una pequeña tabla que te puede ayudar a llegar a tierra, “La tía de Pablo me ofreció la oportunidad de vivir con ella porque según ella yo era una buena muchacha y con la dignidad en el piso, lo hice. Se comportó como una mamá, me aconsejaba y se preocupaba por mí, pero sinceramente no me sentía cómoda viviendo con su familia, quería cortar ese lazo y salir de ahí. Me mudé para el centro hace 15 días, hace 15 días no sé qué es un cansancio de horas para llegar a mi casa, hace 15 días que tengo estabilidad mental y por fin tengo paz.”
Esta historia que parece tomada de una novela venezolana, pero que es increíblemente real, es la historia de una joven venezolana que salió buscando un mejor futuro y que encontró algo poco agradable en el camino. Después de digerir todo esto, le pregunto ¿Qué extrañas de Caracas? Ella me dice “Mi casita, mis comodidades, extraño la central, eso de pana lo extraño, he llorado demasiado por mi hermosa universidad, extraño mis amigos y a mi mamá”. Justo después de eso le pregunto ¿Qué quieres para tu futuro? A lo que ella responde “Realmente quiero irme a Argentina, quiero estudiar allá. Pero me da miedo arriesgarme porque actualmente estoy bien e irme y empezar desde cero, me causa angustia, pero al mismo tiempo el que no arriesga no gana. En caso contrario me encantaría volver, pero cuando mi país esté bien y sinceramente sé que no mejorará en un largo tiempo, me muero por estudiar economía, pero quería estudiarla en Venezuela”.
Como pueden observar, Diana es una joven que decidió partir para mejorar su futuro, pero que se ha encontrado con una serie de obstáculos que la han convertido en una persona madura, responsable y sobre todo muy fuerte, que conoce el lado difícil de la vida, lejos de su familia y lejos de sus amigos. Confío plenamente que saldrá adelante y resolverá poco a poco todos sus problemas, tendrá éxito en lo que se proponga y espero verla pronto mas pronto que tarde en este país que la vio nacer.
Pronto volveremos con otra historia de la diáspora venezolana…
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