¿HASTA CUANDO TANTO AGUANTE? Por: Prof. Marlon S Jiménez García
¿HASTA CUANDO TANTO AGUANTE?
Por: Prof. Marlon S Jiménez García
Profesor Universitario.
¿Hasta cuando aguantaremos los venezolanos esta situación de desmadre en el cuál vivimos? La realidad venezolana es dantesca, dramática, espeluznante y además está llena de una total impotencia del ciudadano ante lo que ocurre a su alrededor; lo digo porque está relacionada, con el hambre, la miseria y por ende de la “muerte”. Nuestro pueblo se está muriendo de hambre, en 18 años de gestión comunista y ahora con el engendro mucho más, solo se realiza una sola sentada en la mesa y no todos los días. El desabastecimiento de los productos fundamentales para la dieta diaria cada vez se acentúa más y lo poco que se logra conseguir cuesta un “ojo de la cara” ya que la inflación corroe en incrementos decrecientes el mísero salario que se obtiene de una relación de trabajo. Los venezolanos, según el CENDAS, necesita para poder satisfacer de manera mínima sus necesidades familiares de la cantidad de Bs 225.950.000,00 (72$ paralelos, que rige la economía venezolana) y un 80% de los trabajadores del país solo detenta un salario(según el reciente aumento) de 5.220.000,00 (1,75$); esto demuestra, en una economía totalmente dolarizada como la nuestra, donde los productos son importados que nuestras carencias se radicalizarán y el hambre además de convertirnos en miserable nos llevará de manera inevitable, mientras el engendro esté en el poder, a la muerte.
Nuestros niños se están muriendo en los centros de atención pública por desnutrición y por no haber en los mismos los medicamentos que puedan evitarlo. Los medios de comunicación, en aras de la verdad informativa, como filosofía de acción, son maniatados y cerrados por publicar las noticias de la muerte de ellos en todos los estados de nuestro país; pareciera que fuera normal en nuestra cotidianidad. Los enfermos que acuden a nuestros hospitales por enfermedades renales, hepáticas, de difteria, malaria (ambas erradicadas en nuestro contexto territorial desde la década de los 40 del siglo XX), diabetes y otras, saben que su travesía por ellos es larga y penosa; siendo lo más seguro la muerte. Emigrar a otras latitudes es su esperanza.
Los “pobres viejitos” engañados y manipulados a conciencia por el “comandante eternamente enterrado”, no consiguen aliento de vida cuando les pagan los emolumentos correspondientes de la pensión; además de la protesta que tienen que hacer cada vez que acuden a una entidad bancaria para el pago en “efectivo” tienen que permanecer hasta tres días para convertirlas en realidad, muchos se mueren en las colas por la desidia oficial. Estos jubilados y pensionados la “muerte” los acompaña a cada momento; de que manera ellos pueden resolver su problema de hambre y de enfermedad si solo reciben cada vez que cobran menos de 2$. El comunismo encabezado por el “muerto de cera que yace en el museo de la montaña”, a pesar de que contó con un barril de petróleo por encima de los 100$, y por el engendro heredero que lo sucedió, por mandato del Fidel y de Raúl, en el ejercicio del poder, son los autores intelectuales y materiales de este caos social y económico que estamos viviendo. Es bueno señalar, que la oposición por su “inoperancia política” también tiene una figuración en las encuestas como culpables por haberlo permitido: por anteponer intereses partidistas y grupales por encima de los supremos intereses del pueblo venezolano; además de otros crematísticos individuales de muchos de ellos, que dicen llamarse opositores.
La muerte, no puede ser la filosofía de acción de un gobierno en cualquier parte del mundo; en Venezuela lo es; de allí la necesidad de cambios para consolidar a la “vida” como un deseo insoslayable de desarrollo y de progreso. Ante esta insolente gestión del engendro y del comunismo, tenemos el sagrado deber de decir ¡basta ya! Y romper con furia esa “figura” de aguante, que desdice mucho del carácter libertario que siempre hemos tenido los venezolanos; es la hora de los venezolanos para romper las cadenas de dominación impuesta por los cubanos en nuestra sociedad.