Las autoridades incrementaron sus esfuerzos el fin de semana para desalentar a centroamericanos y a otros extranjeros de cruzar a México con la intención de llegar a Estados Unidos, deteniendo a migrantes en el sur y emplazando a la Guardia Nacional en la frontera norte.
Un infante de Marina, al frente, y un miembro de la Guardia Nacional, atrás, vigilan afuera de una oficina de la Procuraduría General de la República adonde son enviados los migrantes antes de ser transferidos a Tapachula desde Arriaga, México, el domingo 23 de junio de 2019. Oliver de Ros AP Foto
Fuente: https://www.elnuevoherald.com / Oliver de Ros
En Arriaga, un poblado en el estado sureño de Chiapas, The Associated Press vio el domingo a unos 100 migrantes transportados en vehículos a un centro de detención, mientras que Milenio TV reportó que 146 más fueron sacados de una vivienda privada en el estado central de Querétaro y más de 100 fueron extraídos de un hotel en el estado de Veracruz, con litoral en el Golfo de México.
Presionado por Estados Unidos, México ha emplazado a unos 6.000 agentes de su nueva Guardia Nacional militarizada en sus fronteras sur y norte este mes.
En Ciudad Juárez, justo al sur de El Paso, Texas, elementos de la Guardia Nacional obligaron a migrantes que intentaban cruzar la frontera a devolverse el fin de semana. Los efectivos patrullaban junto al río Bravo con fusiles de asalto.
“La función de estas brigadas es tratar de educar e inhibir a las personas que se pongan en riesgo”, dijo Luis Mario Dena Torres, representante del gobernador del estado de Chihuahua en Ciudad Juárez.
Muchos de los miembros de la Guardia Nacional son soldados y policías que ahora portan bandas negras en el brazo, las cuales indican su pertenencia a ese nuevo cuerpo.
A algunos mexicanos les preocupa que el gobierno esté yendo demasiado lejos con el incremento en la vigilancia.
“La Guardia Nacional en teoría no debe de estar reprimiendo a los que quieren cruzar a los Estados Unidos”, dijo Isabel Sánchez, coordinadora de un grupo civil de Ciudad Juárez preocupado por la seguridad y la justicia.
Sin embargo, a nivel más amplio, el incremento en las medidas para impedir el paso de migrantes tiene respaldo popular en México. Más de la mitad de los mexicanos entrevistados por el periódico El Universal a principios de junio dijeron que las autoridades no deberían permitir el ingreso de migrantes al país, y que los que sean hallados viajando en México sin visas deberían ser deportados.
Los residentes de Arriaga expresaron una mezcla de preocupación por los migrantes, a los cuales ya están acostumbrados a albergar, y alivio de que las autoridades estén esforzándose por manejar mejor el flujo de extranjeros.
“Como un poblador, uno a veces tiene desconfianza porque con la necesidad que andan pueden intentar robar o hacerte algo”, dijo Rogelio Pérez, un contador. “Son seres humanos y necesitan apoyo, pero México apenas puede cubrir el empleo de los mexicanos”.
Desde hace tiempo los migrantes se reúnen en Arriaga para subirse a un tren de carga conocido como “La Bestia”. Solían colocarse encima de los vagones, y en ocasiones sufrían lesiones o morían cuando se caían. Las autoridades comenzaron a retirarlos del tren a mediados de 2014, presionadas por Washington para que redujeran el flujo de personas que llega a Estados Unidos.
Aun así, Arriaga sigue siendo un punto estratégico en la ruta de los migrantes. El fin de semana no había ninguno encima de los trenes que salían y llegaban.
Desde enero, México ha detenido a más de 74.000 migrantes y deportado a más de 53.000, según las cifras más recientes disponibles. Se espera que esos números aumenten cuando se den a conocer las cifras de junio.
Luis Arbety Pérez, activista por los derechos civiles, corroboró que cinco camionetas de inmigración transportaron a unos 100 migrantes desde Arriaga a la frontera sur con Guatemala el domingo temprano. Le preocupa que el emplazamiento de la Guardia Nacional, aunado a un incremento en las inspecciones de los vehículos de pasajeros, obliguen a los migrantes a elegir formas más peligrosas para viajar.
“Hay mayor persecución, hay mayores detenciones, pero sigue viniendo la gente”, afirmó. “Lo que se aumenta es el riesgo”.
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