BUENOS AIRES, LA MADRE DE TODAS LAS BATALLAS
Una máxima política en Argentina dice que el triunfo de cualquier elección presidencial se juega en la provincia de Buenos Aires. Es una cuestión de números: Buenos Aires concentra el 40% de la población del país y un buen candidato a gobernador puede arrastrar millones de votos a favor de la fórmula nacional. Mauricio Macri tiene al frente de la provincia a María Eugenia Vidal, la dirigente con mejor imagen del oficialismo. Vidal irá por la reelección, luego de que su nombre sonara, incluso, como posible candidata a presidente. Tan mala es la imagen de Macri y tan buena la de esta mujer joven que se inició en la política como vicealcaldesa de la capital.
Aunque las opciones opositoras no eran tan claras, Cristina Fernández de Kirchner ya eligió candidato. El martes, la expresidenta anunció que su hombre en Buenos Aires será su último ministro de Economía, Axel Kicillof. Lo acompañará una mujer, Verónica Magario, intendenta del partido de La Matanza, un bastión histórico del peronismo donde votan más de un millón de personas. Kicillof es una apuesta electoral arriesgada, porque carga con la responsabilidad de la crisis del final del mandato kirchnerista. Su nombre está asociado al “cepo cambiario”, como se llamó a las restricciones para la compra y venta de dólares con el que el gobierno anterior intentó controlar la fuga de divisas. Los sondeos, sin embargo, le sonríen. Sus potenciales votantes recuerdan tiempos mejores a los actuales y así se lo hacen saber a los encuestadores.
En Buenos Aires no hay segunda vuelta y el ganador se conocerá el 27 de octubre. Si gana Vidal, Macri podrá decir que tiene casi asegurada la reelección en el balotaje. Si gana Kicillof, el kirchnerismo tendrá motivos suficientes para festejar.