Con el nuevo año, tenemos otra oportunidad para decidir qué cosas son importantes para nosotros y cómo conseguirlas.
¿La simple idea de pensar en un propósito de Año Nuevo te hace temblar o te da una sensación de esperanza de cambio en el año que comienza?
Fuente: muyinteresante.es / Sarah Romero
Enero puede ser un tiempo de reflexión. Lo ideal es que pensemos en el año pasado; recordar los últimos doce meses puede servirnos para aprender de las experiencias y renovar tanto nuestras prioridades como objetivos.
¿Evitas los propósitos de Año Nuevo porque no se cumplieron tus metas el año anterior? No desfallezcas. Ya sabemos que es más fácil renunciar o no plantearse ninguna meta en la vida pero lo bueno, lo que merece la pena, siempre requiere de esfuerzo, porque la recompensa es increíblemente mejor que el no hacer nada.
Tal vez te hayas convencido de que no puedes cambiar tus hábitos. Entonces, ¿qué sentido tiene intentarlo?, te preguntarás. ¿Cómo abandonar el pasado para crear un espacio para las posibilidades del futuro? Hoy intentaremos darte unos cuantos consejos para que tus propósitos lleguen a buen puerto.
Los propósitos de Año Nuevo son una excelente forma de que nuestro cerebro se centre en lo que quiere lograr en el próximo año. Cuanto más tiempo dediquemos a reflexionar e incluso a anotar nuestros objetivos, más involucrado estará el cerebro en el proceso. Básicamente, estás reclutando la ayuda de tu cerebro y, afortunadamente para ti, tu cerebro es tu aliado más fuerte en la consecución de esos objetivos.
No confíes en la fuerza de voluntad, no es la forma de enfocar este proceso, pues la fuerza de voluntad surge de una parte del cerebro, la corteza prefrontal, que se sobrecarga y agota fácilmente. Lo que funciona mucho mejor, dicen los expertos, es entrenar otras partes del cerebro responsables de vincular las emociones positivas a los nuevos hábitos y acondicionarse a nuevos comportamientos.
Haz que esta época del año te ayude a crear un ambiente que apoye el cambio positivo y el avance hacia tus objetivos. ¡Vamos allá!
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Escribe los propósitos en papel
Aún en la era de lo digital, no tenemos por qué abandonar el soporte físico. Coge una libreta o un papel y dibuja dos columnas En la columna de la izquierda, escribe los pensamientos negativos sobre ti que sueles tener presentes (ej: no soy capaz de hacer deporte nunca). Luego, en la columna de la derecha, escribe su opuesto: una declaración positiva (ej: soy capaz de hacer deporte 3 veces a la semana). Una vez que hayas terminado, lee la lista de los pensamientos y propósitos positivos. Gasta tu energía enfocándote en lo positivo. Tu vida puede cambiar si así lo deseas. De hecho, un estudio demostró que el simple hecho de poner por escrito tus objetivos aumenta la probabilidad de lograrlos en un 42%.
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Sé consciente de los pensamientos negativos
Cuando un pensamiento negativo entra en tu mente, intenta verte a ti misma poniéndolo a un lado y no dándole ninguna importancia. Permitir que los pensamientos negativos giren en tu mente puede ser un hábito nefasto. Se necesita energía para continuar ese remolino de pensamientos negativos. Lo básico, es que pienses en la cantidad de energía que necesitas para alimentar dichos pensamientos. Es mucha, ¿verdad? Aparta los pensamientos contraproducentes y todo irá mejor.
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Gasta tu energía en cosas que puedes controlar
Y, por tanto, gastar menos energía (o ninguna) en cosas que no puedes controlar. No puedes controlar a otras personas o lo que sucediera en el pasado. Puedes controlar tus reacciones ante las personas y puedes controlar lo que haces en el momento presente. Permítate el espacio para crear posibilidades para el futuro centrándote en lo que puedes hacer aquí y ahora. El futuro comienza hoy.
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Créate un horario semanal
En base a los propósitos de Año Nuevo que hemos puesto sobre el papel, créate ahora un horario semanal. Intenta que las actividades diarias se conviertan en una rutina. Deja que esa rutina haga el trabajo pesado por ti. Para ayudarte a que te resulte más fácil, haz copias de este horario semanal y colócalas en las áreas de la casa por las que pasas muy a menudo. No se te olvidará lo que te has propuesto llevar a cabo.
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Comparte tus objetivos con la familia
Puedes programar una reunión familiar semanal o mensual. Comparte el horario con tu círculo más íntimo familiar y ten una conversación acerca de tus expectativas. Puede ayudarte de dos formas: primero para compartir la experiencia de tus propósitos y como acicate de los mismos. Tu familia también querrá ayudarte en la medida de lo posible.
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Construye tu meta con tus éxitos
Sin importar cuán pequeño sea el éxito. Eso no es lo importante. Crea la base con pequeños incrementos de cambio y sé feliz con tu progreso. ¡Diviértete!
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Diario de recompensas
Si es necesario, puedes crear una tercera tabla en tus objetivos semanales o mensuales con recompensas o gratificaciones por haber llegado al siguiente pequeño objetivo. Recompénsate con un libro que estés deseando leer, ir a comer a tu restaurante favorito… siempre sin perder de vista la meta final. Sentirse orgulloso de los pequeños pasos -y otorgarles un pequeño premio- nos llevará a conseguir lo que buscábamos con más tranquilidad y menos presión. Además, nos aportará una motivación extra.
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El entorno es importante
Tu entorno te afecta, y puede influenciarte de forma positiva o negativa. La familia y los amigos nos ayudan a dar forma a los valores y las conductas, así que es aconsejable rodearse de personas que puedan darnos un empujón, no arrastrarnos hacia abajo, está claro.
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Cuídate
Debes convertirte a ti mismo en una prioridad, para poder trabajar a un nivel óptimo en todas las áreas de la vida. Eso implica dormir al menos 7-8 horas cada noche, comer saludablemente y hacer ejercicio. Si no sigues estas directrices será más complicado que puedas cargar con todo el peso del día a día más tus objetivos, sin desfallecer.
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Aprende a decir ‘no’
No, no es una palabra negativa. Al contrario. Debemos aprender a decir «no» a todas aquellas solicitudes de los demás que nos restarán tiempo y espacio que necesitamos para cuidarnos mejor y evitar el agotamiento.
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¿Y si meto la pata?
Cuando algo no vaya según lo planeado o cometamos un error, no desesperes. Como si se tratara de una caída del caballo mientras cabalgas, levántate, sacúdete el polvo y vuelve a subir.. Sigue galopando. No te castigues por un error. Aprende de los errores y sigue adelante. Avanza.
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¿Cuántas metas me pongo?
Lo más sensato sería ir de una en una. Establece un orden de prioridades y arranca con el primer propósito. Tus posibilidades de éxito son mayores cuando canalizas la energía en cambiar solo un aspecto de tu comportamiento. Ponerse una docena de objetivos puede llegar a ser frustrante y probablemente acabes abandonándolos todos.
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Comienza con tus buenos propósitos cuanto antes
No es necesario esperar a la víspera del Año Nuevo para comenzar con el primer propósito.Eso sí, tómate unos días de reflexión antes de empezar y piensa concretamente qué es lo que quieres lograr. Da igual la época del año en que leas esto, puedes empezar cuando creas que estás preparado y tienes claro lo que quieres conseguir.
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¿Dejar de fumar? ¿Hacer más ejercicio?
Los propósitos más usuales suelen ser hacer más deporte, dejar de fumar, llamar más a la familia, viajar más, ahorrar más, buscar pareja, tener hijos, conseguir un trabajo o ser mejor persona. Que sean los más comunes no significa que se ajusten a ti. Encuentra tus propias metas y persíguelas. ¿Qué quieres realmente?
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Sobre la fuerza de voluntad
La mayoría de las personas se atasca en su objetivo pensando que la fuerza de voluntad es la respuesta. En una encuesta a 1,134 adultos divulgada por la Asociación Americana de Psicología, la fuerza de voluntad fue la principal razón por la que las personas afirmaban no querer hacer cambios positivos en su vida. Sin embargo, la clave está en probar nuevos enfoques. Con la ayuda de un organizador profesional, puedes planear muchas semanas con anticipación, y poner dicho calendario de tareas con fechas límite en el frigorífico. Descubrirás que cambiar tu forma de pensar y ser capaz de mantenerla es la clave del éxito. Recuerda que no se trata de una carrera de velocidad, sino de fondo, de una maratón.
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Los riesgos de los propósitos demasiado exigentes
No podemos ponernos metas exageradas o desproporcionadas. Tomemos, por ejemplo, el hecho de que el ciudadano promedio se pone el mismo propósito diez años seguidos y el objetivo suele abandonarse a las seis semanas aproximadamente. Uno de los motivos es porque nos hemos pueto una meta demasiado exigente. De hecho, de los que tienen éxito, por lo general sucede tras seis intentos, lo que significa seis años de esfuerzo.
Entonces, ¿por qué la tasa de éxito es tan baja? Tiene mucho que ver con lo que acabamos de decir: el tamaño del propósito. Tendemos a elegir objetivos elevados al hacer resoluciones anuales. Perder 30 kilos, encontrar a la pareja de tus sueños a los pocos meses de comenzar el año… Son grandes desafíos que requieren de tiempo y no precisamente el que tengamos en la cabeza. -
Los pequeños pasos funcionan
Si mantenemos nuestros sueños y metas complejas pero nos esforzamos por hacer que los pasos diarios hacia ellos sean lo más pequeño posible, nuestras posibilidades de éxito serán mucho mayores. Por ejemplo, si el ejercicio y la forma física son tus objetivos clave, considera correr o hacer flexiones durante un minuto cada día. En el proceso, empezarás a construir un hábito que te ayudará a mantener la meta a largo plazo. Los pequeños pasos no funcionan más rápido que los saltos de gigante, pero funcionan. Cuando eliges comenzar con pequeños pasos, pasos que no requieren meses o años de fuerza de voluntad y disciplina, construyes hábitos que se mantienen en el tiempo. Para toda la vida.