Fomentando la innovación y el emprendimiento en América Latina y el Caribe
REDACCIÓN NOTI AMÉRICA (ECUADOR)
América Latina y el Caribe sufre una baja productividad. El crecimiento de la productividad por trabajador en la región ha debilitado sus economías y ha hecho que los países no puedan satisfacer las crecientes necesidades y demandas de sus ciudadanos. La pandemia de la COVID-19 ha acentuado este problema, revelando una enorme brecha tecnológica entre la región y las economías avanzadas.
Así, uno de los desafíos más urgentes para la región es fortalecer y dinamizar los ecosistemas de investigación, desarrollo, transferencia e implementación de los ecosistemas de innovación en aras de acelerar la productividad. La región debe proporcionar un apoyo gubernamental adecuado. Debe crear un entorno en el que la innovación pueda florecer y las startups de alta calidad puedan atraer a los inversionistas y ayudar a impulsar el crecimiento — tema que se debatió en una reciente conferencia del BID que reunió a académicos, investigadores, reguladores y profesionales.
El antiguo y el nuevo ecosistema de la innovación
Entender el moderno ecosistema de innovación es clave para fomentar la productividad en América Latina y el Caribe. Tradicionalmente, la innovación estaba “cerrada”. Las grandes empresas habían sido las principales protagonistas, generando ideas, desarrollándolas y ejecutándolas, y también monetizándolas en sus propios mercados. Era un proceso caro y exclusivo que muy pocas empresas podían permitirse. De hecho, debido a que muchas de ellas no podían sacar provecho de sus innovaciones, a menudo sus nuevas ideas caían en el olvido.
El paradigma de la innovación abierta es la nueva forma de progreso tecnológico. En este mundo, las ideas fluyen a través de los límites de las empresas. La innovación ya no es un proceso cerrado y centralizado que se realiza al interior de cada empresa. Las ideas valiosas provienen tanto de fuera como de dentro de la empresa, y una vez allí se combinan con sus propios conocimientos técnicos para crear nuevos productos o servicios, pudiendo atender mercados distintos de los que tradicionalmente atiende.
Al surgir la innovación abierta como principal motor de innovación, las startups acapararon la atención, pero necesitaban un ecosistema para poder prosperar: los fondos de capital de riesgo y las aceleradoras de negocios se convirtieron en facilitadores clave. De hecho, como señala Josh Lerner de Harvard, en mayo de 2020 las principales diez empresas mundiales por capitalización bursátil estaban respaldadas por capital de riesgo (Alibaba, Alphabet, Apple, Amazon, Facebook, Microsoft y Tencent), y ninguna de ellas existía en 1950.
Las aceleradoras de negocios son programas que proporcionan a una cohorte de jóvenes startups recursos no monetarios y, a veces, dinero en efectivo durante un período determinado. Pueden considerarse como escuelas para emprendedores, que proporcionan, entre otras cosas, educación, formación empresarial, orientación personalizada, exposición y oportunidades para crear redes. Pese a que la evidencia sobre su eficacia en el mundo es todavía escasa, parecen tener un valor añadido considerable para los participantes, según afirma Juanita González-Uribe de la London School of Economics.
El rol de las grandes empresas acabó evolucionando, pasando de ser las compradoras finales de la innovación a incluir financiamiento y asesoría de startups. Han creado sus propios fondos de riesgo, conocidos como capital de riesgo corporativo y aceleradoras corporativas de negocios. Estos dos tipos de iniciativas, por un lado, aprovechan los conocimientos de la empresa, y por el otro, mitigan los obstáculos al crecimiento de startups, como la falta de información sobre las necesidades de los clientes y la demanda de servicios, la falta de conocimientos técnicos, la exposición y el acceso restringido a la propiedad intelectual complementaria.
El desarrollo del ecosistema en la región
Los fondos de capital de riesgo son una importante fuente de financiamiento empresarial en las economías desarrolladas, que no solo producen más innovaciones, sino innovaciones de mayor calidad. Aunque hay cierta participación de capital de riesgo en América Latina y el Caribe, su proporción en el mercado es pequeña en comparación con otras regiones (véase el gráfico 1). Las rondas de financiamiento exitosas de unicornios en la región, como Rappi en Colombia, Nubank en Brasil y dLocal en Uruguay, indican que los inversionistas tienen fondos listos para aprovechar las oportunidades. Pero, según los gestores de fondos y los funcionarios gubernamentales que participaron en la conferencia, no deja de ser un reto poder encontrar startups dignas de inversión que generen valor agregado en la economía.
Gráfico 1. Inversiones de Capital de Riesgo en América Latina
La falta de startups adecuadas en la región justifica la necesidad de las aceleradoras de negocios. Un estudio realizado por González-Uribe sobre Start-Up Chile, una aceleradora patrocinada por el gobierno, reveló que esta logró incrementar de forma efectiva el rendimiento de startups con alto potencial, su probabilidad de obtener capital, la cantidad recaudada y el número de puestos de trabajo creados. Valle-E, una aceleradora de negocios en Colombia que ofrece formación a empresarios, ha generado un aumento en las ventas del 166% en promedio en las empresas que participaron en el programa, en comparación con otras similares que no participaron. No obstante, muchos emprendimientos no mostraron mejoras tras su participación, y la mayoría de los beneficios se concentraron en aquellos que parecían más prometedores antes del programa. Por lo tanto, resulta fundamental hacer una cuidadosa selección de los participantes para aprovechar todos los beneficios de las aceleradoras.
Las grandes empresas también han desempeñado un papel importante en el ecosistema. A medida que el capital de riesgo corporativo ha ido ganando popularidad en los últimos años, las empresas de la región han empezado a fomentar y orientar a las nuevas startups, al tiempo que han creado departamentos y fondos para respaldarlas e invertir en ellas y gestionar el capital de riesgo corporativo. Algunos ejemplos son: Alianza Team, Krealo, Wayra y YPF Ventures. Las empresas también han empezado a participar más en programas de aceleración. Aunque los fondos de capital de riesgo corporativo de la región se conectan con los ecosistemas mundiales de innovación y traen a casa nuevas ideas, la región no está fomentando la innovación en su interior, según advierten los gestores de fondos presentes en la conferencia. Esto está contribuyendo a que la región no cierre la brecha con las economías desarrolladas.
El rol de los gobiernos
Los gobiernos llevan mucho tiempo interesados en fomentar la innovación, pero las viejas políticas pueden no tener el efecto necesario. Por ejemplo, los subsidios fiscales para investigación y desarrollo pueden no ser lo suficientemente eficaces, ya que las startups más innovadoras no generan beneficios hasta muchos años después de que se produzcan las innovaciones. En cambio, la ayuda termina en manos de grandes empresas con innovaciones incrementales marginales y de contadores inteligentes, en lugar de en las manos de inventores originales e innovadores que generan enormes ganancias tecnológicas.
Durante la última década, los gobiernos han aumentado su gasto en programas de financiamiento de capital de riesgo, según indica Josh Lerner de Harvard. El gráfico 2 muestra el presupuesto medio anual en relación con el PIB de las políticas públicas de emprendimiento entre 1995 y 2019 para varios países. La proporción media de la asignación presupuestaria gubernamental para emprendimientos en la región, como porcentaje del PIB, es menor que en otras regiones, acorde con el lento crecimiento de la productividad en la región. Por su parte, varios países con grandes presupuestos están viendo un escaso rendimiento de su inversión, lo que sugiere que el aumento del gasto no es suficiente. Cuando el gobierno aumenta su participación, la mala gobernanza y la escasa vigilancia también pueden ser un problema. Aunque este es el caso de la mayoría de los programas gubernamentales, es especialmente grave en la política de innovación porque la mayor parte de las startups fracasan, lo que dificulta garantizar la rendición de cuentas del gobierno y abre la puerta al favoritismo y a la mala asignación de recursos.
Dos factores que pueden ayudar a mitigar algunos de estos problemas son, por una parte, los programas e instituciones independientes, y por otra, la colaboración con entidades privadas. Ambos conducen a una mejor gobernanza, el primero protegiendo a los fondos de riesgo y a los gestores de las aceleradoras del favoritismo o la influencia política, y el segundo aportando experiencia, así como el dinero de actores privados. El éxito de la aceleradora “Start-Up Chile” muestra cómo una institución pública independiente puede superar estos problemas.
Gráfico 2. Presupuesto medio anual/PIB (%) de las políticas de emprendedores financiadas por el gobierno activas entre 1995 y 2019
Conclusión
El capital de riesgo y las aceleradoras empresariales son actores clave en el ecosistema de la innovación. Aunque su presencia en la región ha crecido de manera significativa en los últimos años, la cuota de la región en emprendimientos de innovación mundial sigue siendo muy baja, lo que debilita las perspectivas de crecimiento económico. La región necesita con urgencia aumentar su oferta de startups con alto potencial. Los inversionistas están dispuestos a aprovechar las oportunidades valiosas, pero los gobiernos deben reforzar el entorno, al tiempo que adoptan medidas para evitar consecuencias imprevistas. Los socios privados en forma de fondos de riesgo y aceleradoras empresariales son la clave de esta misión, ya que mitigan los problemas de responsabilidad y gobernanza, a la vez que aportan los conocimientos clave de las grandes empresas al ecosistema de la innovación.
Fuente: BID