En Estados Unidos, el presidente Donald Trump aseguró durante un mitin en Tulsa, Oklahoma, que 25 millones de personas se habían echo la prueba COVID-19 y afirmó que “la parte mala” de esa cantidad de testeo era que registraba más casos positivos. Sin embargo, los datos muestran que en varios estados el número de casos ha crecido proporcionalmente a mayor ritmo que el de pruebas.
El país alcanzó este domingo las cifras de 2,278,373 casos confirmados de COVID-19 y de 119,959 fallecidos con la enfermedad, de acuerdo con el recuento independiente de la Universidad Johns Hopkins. El domingo por la noche se registraron 27,000 contagios más que el sábado y de 304 nuevas muertes. Tras dos días consecutivos con más de 30,000 nuevos casos diarios, la cifra se redujo ligeramente el domingo.
El repunte de contagios en estados como California (con 4,515 más) Florida (4,049 más), Texas (4,430 más) o Arizona (3,109 más) ha vuelto a disparar el cómputo global. El foco de la pandemia en Estados Unidos se ha desplazado ahora de la golpeada Costa Este – en el estado de Nueva York se han confirmado 31,083 fallecidos- a los estados del Cinturón del Sol.
El balance provisional de fallecidos -119,959- ha superado ya la cota más baja de las estimaciones iniciales de la Casa Blanca, que proyectó en el mejor de los casos entre 100,000 y 240,000 muertes a causa de la pandemia.