Cuando los vientos arrolladores del huracán María azotaron las plantaciones de café de la isla, no solo se perdió el 80% de la cosecha. La catástrofe natural dejó al descubierto problemas estructurales de la industria que, durante la pasada década, han amenazado con extinguir la producción local.
Puerto Rico: Amenaza con desaparecer la industria del café
El impacto del huracán María sobre el 80% de las cosechas ha exteriorizado problemas subyacentes del sector cafetalero
Fuente: https://www.elnuevodia.com / Gabriela Saker Jiménez / 17 de febrero de 2018
Para el comerciante Etienne Cardona, propietario de Hacienda San Pedro, la industria está afectada por la falta de calidad y la excesiva burocracia.
“Lo que me afecta a mí directamente como comerciante no es el huracán, es la industria. Esto ya estaba destruido, lo que pasa es que ahora se va a sentir duramente”, comentó.
Mientras, el caficultor mayagüezano Luis Ángel Curbelo ve como su mayor obstáculo la falta de manos para trabajar la tierra.
“El problema principal de la industria es la mano de obra. El problema es que al trabajador puertorriqueño lo han metido en una zona de confort que ha afectado la agricultura”, opinó Curbelo.
El secretario de Agricultura, Carlos Flores Ortega, reconoció que la industria podría desaparecer si no se crean modelos distintos de producción y mercadeo.
“Yo soy caficultor, y yo tengo el mismo pesimismo, si seguimos haciendo las cosas de la misma manera”, sentenció.
A juicio de los entrevistados, el huracán ha destapado los sinsabores de una industria que necesita replantearse. En ese proceso han surgido unas palabras clave: control de calidad, tecnología, exportación, alternativas de mercadeo y educación.
Escasa producción local
Antes de que el huracán Georges azotara a Puerto Rico en 1998, era otra la realidad del café puertorriqueño. Flores Ortega, quien en ese momento era subsecretario de Agricultura, confirmó que de los 300,000 quintales de café necesarios para suplir la demanda, unos 250,000 se producían localmente, equivalente al 83%.
“Después de Georges, la industria del café se vio bien afectada. Se perdieron un montón de fincas, se quitaron muchos agricultores, y el gobierno decidió salvarlo todo importando café. Y para proteger la industria local, ellos iban a ser los únicos importadores.”, relató Cardona. “En estos quince años nadie ha hecho nada”, sentenció.
Hoy en día, la producción local solo atiende el 6% de la demanda total del café en Puerto Rico. El DA, a través de su Programa de Compraventa del Café, importa el 94% restante de la demanda, principalmente de México. Este Programa genera unos $50 millones al año, utilizados para distintos programas de incentivos y ayudas directas al agricultor, incluyendo la industria del café.
Por eso, cuando a inicios del 2017, Flores Ortega vaticinó que a fines de año, Puerto Rico cosecharía unos 100,000 quintales, la proyección sonaba ilusoria, dado que, en el 2016, solo se habían producido unos 45,000 quintales.
“Estábamos haciendo una proyección bien alta porque, por los pasados cinco o seis años, no habíamos tenido unas condiciones ambientales tan favorables para la producción del café”, comentó el funcionario en entrevista con El Nuevo Día.
Luego del paso de los huracanes Irma y María, la cosecha se estima que será de 10,000 a 15,000 quintales para suplir una demanda que es de 240,000 quintales. Los daños estimados a la industria se calculan en $13 millones, lo que corresponde al 80% de la cosecha del café, que es lo que se perdió.
El Departamento de Agricultura estima en $80 millones el total de pólizas que cubre la Corporación de Seguros Agrícolas. El 70% de las solicitudes corresponden a la industria del café, equivalente a $14 millones y 15,084 cuerdas aseguradas.
Sin embargo, para Flores Ortega -rememorando aquel momento luego de Georges-, el error fue apostar a “una industria sin futuro”, lo que, desde su mirada, es “producir un café para un mercado de precio barato que está regulado por el gobierno, donde no se paga por un diferencial de calidad y el agricultor no importa”.
“Todo se mezcla. El 80% del café cae en manos de empresas que procesan un café para precios entre $4 y $5 por libra, y eso evita que el agricultor pueda cubrir sus aumentos de costo de producción, y evita que pueda pagarle más al recogedor”, comentó.
Por lo tanto, a su juicio, Puerto Rico debe moverse a la exportación a mercados “para exportar a los mercados que sí nos paguen ese diferencial”, dijo.
Potencial económico
Este aromático producto es la principal fuente de ingreso de 23 municipios de la isla, entre los que destacan pueblos del interior montañoso como Adjuntas, Ciales, Jayuya, Lares, Las Marías, Maricao y Utuado.
En tanto, para el secretario de Agricultura, el futuro está en la siembra y exportación, y en esos dos elementos se encasillan las cuatro iniciativas que propone.
En primer lugar, con el objetivo de estabilizar la siembra, la agencia creó un programa de recuperación del cafetal, a través del cual se han contratado viveritas de café arábico que van a producir $3.5 millones de árboles por los próximos tres años.
Paralalemente, con la mira puesta en la exportación, ostentan la aprobación del Instituto de Calidad del Café (CQI, en inglés), para que un laboratorio de café ubicado en Yahuecas, Adjuntas, certifique a los agricultores locales. A su vez, en el Departamento de Estado, se harán disponibles tres marcas de certificación de café para entrar el producto en el mercado a nivel internacional.
Por último, para atender los problemas severos de burocracia y falta de orientación, apuesta al Proyecto del Senado 574 que crearía la Oficina de Cafés de Puerto Rico, a los fines de centralizar y consolidar todos los servicios vinculados al café.
Adicional a eso, pone la esperanza en la nueva generación de agricultores y jóvenes empresarios interesados en el producto, evidenciado por la proliferación de locales de café o “coffee shops”.
Trabas latentes
No obstante, las condiciones actuales de los caficultores están matizadas por la pérdida de los cultivos, la falta de recursos para levantar la industria y la migración.
“Se perdió muchísimo café, reponerse es bien difícil. Hay que arreglar la finca, replantar. Después de mayo, no vamos a tener café puertorriqueño de la misma calidad… Lo poco que quedaba se perdió; no estábamos ni siquiera a la mitad de la cosecha”, lamentó Cardona, refiriéndose a las cosechas de la Hacienda San Pedro en el barrio Coabey en Jayuya.
En la coyuntura actual, el empresario critica dos trabas que, desde su mirada, atentan contra el desarrollo de la industria.
Por un lado, el trato igualitario a nivel reglamentario entre las grandes torrefactoras y corporaciones versus las microtorrefactoras y el pequeño comerciante y por el otro lado, la prohibición a la importación de café verde, por el riesgo de plagas.
“No entiendo por qué hay que limitar el mercado cuando hay otros métodos de control para asegurarnos que no traemos plagas”, criticó.
En el caso de Curbelo, el huracán atacó la mitad de su cafetal en la finca La Perla en Mayagüez. Ahora, espera el pago de los seguros agrícolas. “Hay una desfoliación en los cafetos; no generas flores, no generas los granos”, indicó.
Mientras, reflexiona sobre la necesidad de una reorganización radical de la industria y de una fuerte campaña de concienciación para que más manos se unan a sembrar el país y a recoger los frutos. Pero conserva el ánimo.
“Si yo decidí ser agricultor, eso conlleva unos riesgos asociados a la naturaleza. Pasó el huracán y tuviste pérdidas. ¿Qué es lo próximo? Seguir sembrando”, dijo.
Dejadez institucional
El asunto del café ha llegado a oídos legislativos, a través de dos resoluciones. La Resolución Conjunta del Senado 153, de la autoría del senador Juan Dalmau Ramírez, busca ordenar al Departamento de Hacienda que agote los mecanismos legales para reclamar a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos que pague al gobierno de Puerto Rico el dinero que le adeuda por concepto del arbitrio sobre la importación del café.
En vistas públicas, la subsecretaria de Hacienda, Roxanna Cruz, indicó que el reembolso adeudado asciende a $10.4 millones.
Ese impuesto de $2.50 por cada libra de café que se importa, sirve para nutrir el Fondo de Innovación para el Desarrollo Agrícola (FIDA), el cual no tiene ingresos por concepto del arancel del café desde octubre de 2014, lo que ha provocado un “disloque” en los programas.
“En la pasada administración, no se renovaron unos acuerdos que tiene que hacer Puerto Rico con (la Oficina de Aduanas). Parece que al no hacerlo, (Aduana) paralizó el pago de ese dinero a Hacienda”, atribuyó Flores Ortega.
En una expresiones escritas enviadas a este diario, Hacienda se limitó a responder que “es el Departamento de Justicia quien debe recomendar cualquier gestión”. Sin embargo, en su ponencia ante la Legislatura, Justicia le pasó la responsabilidad a “las agencias concernidas”.
Por otro lado, la Resolución Conjunta del Senado 175 busca ordenar al DA que emita un pago anual de $300 por quintal a cada agricultor que, por el huracán, haya perdido la cosecha del café. El pago se emitiría por cuatro años, que es el tiempo estimado, a partir de la siembra, para que el café llegue a la taza de los consumidores.
El presidente de la Comisión de Agricultura -y uno de los autores de la medida-, el senador Luis Berdiel, estima en $13.5 millones la ayuda anual a los caficultores que provendría de los $50 millones que genera al año el Programa de Compraventa del Café.
Sin embargo, el secretario Flores Ortega se opone al proyecto, “porque no hay dinero para eso”.
Berdiel ha criticado públicamente al Programa de Compraventa por beneficiar a los caficultores de México, Costa Rica y República Dominicana, y no a los de Puerto Rico.