Experto aseveró: China aprovechó el coronavirus para conquistar América Latina
Uno de los más reconocido especialista en la relación de China con los gobiernos de América Latina es Evan Ellis, quien trabaja como un investigador de Estudios Latinoamericanos del Colegio de Guerra del Ejército de los Estados Unidos, Infobae lo entrevisto como sobre este tema, y asegura que el gigante asiático aprovechó el coronavirus para “acelerar sus planes en América Latina”.
El investigador Evan Ellis, tiene casi 20 anos estudiando las relaciones que existe y que se van formando entre América Latina y el Partido Comunista Chino (PCC), y ha detectado como éste se va introduciéndose -cada vez más- en la región.
Ellis fue uno de los principales asesores de este tema del Departamento de Estado norteamericano.
Ellis aseguró a Infobae que “China acelera sus planes de conquista sobre América Latina. El régimen tiene en claro que este puede ser el momento propicio para encarar una de las fases más importantes de su estrategia global de neocolonización. La debilidad institucional, las raquíticas economías y la ausencia de políticas de largo plazo regionales son elementos ideales para que Beijing siembre su plan. La riquísima tierra y los innumerables recursos constituyen una tentación aún mayor en la era del coronavirus”.
Infobae – ¿Considera que China tiene un plan diferente en América Latina como consecuencia de la pandemia de COVID-19? ¿O cree que Beijing mantiene sus mismos planes expansionistas?
Evan Ellis: – En los 16 años que he seguido la evolución de las actividades de China en América Latina y el Caribe, he encontrado que sus objetivos generales son relativamente constantes, consistentes con los objetivos que los gobiernos chinos anteriores han perseguido históricamente y consistentes con sus esfuerzos en otras partes del mundo, aunque adaptado a las exigencias de cada país en el que opera. China continúa utilizando el atractivo de sus mercados, sus recursos y la coordinación del estado para reordenar al mundo de modo que sea el principal beneficiario de los flujos globales de riqueza. Esto implica que sus compañías e instituciones financieras -más que las de Occidente- se beneficien de los retornos de capital, adquieran productos primarios y alimentos del resto del mundo, obtengan la mayor parte del valor agregado dentro de China o por parte de los chinos, vendiendo al mundo su productos con valor agregado y control de los mercados, puertos e infraestructura de transporte asociados con esa transferencia de riqueza, a través de la red global que ahora está construyendo en sus términos, la iniciativa Belt and Road (Nueva Ruta de la Seda).
COVID-19 no ha cambiado esos planes, pero le da a Beijing una oportunidad sin precedentes para acelerarlos. Con la ayuda de sus controles autoritarios en la gestión del virus, sus enormes reservas financieras y el control del gobierno sobre las palancas de su economía, Beijing es el primer estado importante en salir -aunque ciertamente debilitado- de la crisis. Es probable que la pandemia y sus efectos sobre la salud y la economía persistan y continúen debilitando a Occidente por algún tiempo, debido a la interacción entre la reapertura económica parcial, los testeos incompletas y la capacidad de rastreo de contactos de los contagiados, y el tiempo requerido para desarrollar, probar y producir en masa una vacuna. En América Latina, es probable que la situación sea mucho peor, con vulnerabilidades en los sistemas de salud pública, grandes sectores informales, pequeñas y medianas empresas debilitadas y límites a la capacidad de los gobiernos de obtener préstamos para proteger a las poblaciones indefensas y los sectores económicos con el riesgo de que el contagio se extienda hasta 2021. En este contexto -mucho más que durante la crisis económica de 2008- las compañías chinas estarán en condiciones de expandir sus posiciones en las cadenas de suministro mundiales a medida que los competidores se cierren o quiebren, para comprar activos en sectores estratégicos. El ejemplo más cercano, por supuesto, es la posición en la que se quedará el gobierno de Alberto Fernández en Argentina, si vuelve a entrar en default el 22 de mayo, y queda excluido de los mercados financieros internacionales en un momento en que necesita desesperadamente déficit de financiamiento para luchar contra el COVID-19 y proteger a las personas vulnerables y los sectores económicos.
China ya está profundamente arraigada en la economía argentina, desde los miles de millones de dólares en acuerdos de intercambio de divisas negociados bajo el gobierno anterior de Cristina Fernández de Kirchner, enormes exportaciones de soja, aceite de soja y otros proyectos agrícolas, una amplia gama de proyectos de infraestructura financiados y trabajados por China a partir de la revitalización y extensión de la red ferroviaria de Belgrano Cargas, sistemas de metro en Buenos Aires y Córdoba, dos proyectos hidroeléctricos en el Río Santa Cruz, expansión del complejo nuclear Atucha III, un papel importante en el desarrollo de litio argentino en el norte, un papel importante de Huawei en la infraestructura y equipos de telecomunicaciones en el país, el radar del espacio en Bajada del Agrio y la presencia en al menos dos observatorios espaciales en el país, solo por nombrar algunos. Si China aprovecha la crisis de COVID-19 en el momento de desesperación de Argentina, dada la amplia presencia y las relaciones comerciales establecidas durante el gobierno anterior del vicepresidente Fernández de Kirchner, será tentador para el gobierno actual aceptar la oferta, y tal vez sea difícil decir stop si las condiciones no transparentes de China comprometen demasiado la soberanía