La competencia económica y tecnológica entre China y Estados Unidos continua y sigue siendo uno de los principales retos para el nuevo presidente norteamericano Joe Biden. A pesar de que el Ejecutivo Biden ha intentado desligarse de muchas de las políticas llevadas a cabo por la anterior Administración Trump su aproximación hacia el gigante asiático es idéntica. Ambas Administraciones comparten el objetivo de limitar el liderazgo de China.
La nueva Guerra Fría al más puro estilo del siglo XXI vuelve a enfrentar a las grandes superpotencias del momento: Estados Unidos y China, pero en este caso las armas empleadas son los avances tecnológicos. Quién sea capaz de dominar elementos tales como el 5G o la inteligencia artificial (IA) tendrá el liderazgo mundial.
Estados Unidos tiene claro que no va a ponérselo nada fácil al gigante asiático y a pesar de que la pandemia ha afectado en gran medida a la economía norteamericana, el Senado ha aprobado con amplia mayoría un proyecto que impulsa el gasto público en investigación y desarrollo tecnológico con una inversión de 250.000 millones de dólares. Este proyecto tiene como objetivo aumentar la competitividad nacional y contrarrestar la influencia de China.
En un momento de fuerte división entre republicanos y demócratas ha quedado claro que la preocupación por la competencia con China es mayor que cualquier diferencia que pueda haber entre los dos partidos. Asimismo, es una prueba de que el Senado, a pesar de estar fuertemente dividido, puede funcionar sobre una base bipartidista. El Senado consiguió pasar el proyecto de ley con un respaldo de 68 votos a favor y 32 en contra. El proyecto aprobado, conocido como Ley de Innovación y Competencia de Estados Unidos, aún debe ser aprobado en la Cámara de Representantes.
El proyecto de ley pretende revisar el apoyo del Gobierno estadounidense en la ciencia ampliando el papel del Gobierno en la investigación tecnológica, incluso a través de la Fundación Nacional de la Ciencia. Según un reciente análisis de la Oficina Presupuestaria del Congreso, autorizaría unos 190.000 millones de dólares de gasto para reforzar las tecnologías avanzadas de Estados Unidos y así poder competir mejor a nivel mundial.
El texto prevé destinar unos 52.000 millones de dólares para que el Departamento de Comercio subsidie el desarrollo y la fabricación de semiconductores en Estados Unidos. Además, el proyecto de ley autoriza 120.000 millones de dólares en financiación para la Fundación Nacional de la Ciencia, con el fin de que investigue en áreas claves como la inteligencia artificial y la ciencia cuántica. También incluye una dotación de 1.500 millones de dólares para el desarrollo de la tecnología 5G.
El líder demócrata de la mayoría en el Senado, Chuck Schumer, que ha liderado la iniciativa señalaba antes de la votación que “cuando todo esté dicho y hecho, el proyecto de ley pasará a la historia como una de las cosas más importantes que ha hecho esta cámara en mucho tiempo, una declaración de fe en la capacidad de Estados Unidos para aprovechar las oportunidades del siglo XXI».
Esta resolución ha contado con la aprobación del presidente estadounidense, Joe Biden, que tras su aprobación en el Senado subrayaba que “estamos en una competición para ganar el siglo XXI, y el pistoletazo de salida se ha dado”. “Estados Unidos debe mantener su posición como la nación más innovadora y productiva del planeta. Espero trabajar con la Cámara de Representantes en esta importante legislación bipartidista, y espero firmarla como ley lo antes posible”, expresaba el presidente a través de un comunicado oficial de la Casa Blanca.
En su afán por hacer frente a la creciente influencia de China en Occidente y tras la aprobación de este nuevo proyecto ley en el Senado, el presidente estadounidense se embarca en una intensa gira europea para reconducir la relación con sus socios europeos. Unas relaciones que vivieron sus momentos más críticos durante la anterior Administración Trump y que Biden pretende recuperar después de los encuentros que mantendrá con los diferentes líderes europeos durante su viaje al Viejo Continente.
El presidente estadounidense ha dejado claro que su principal objetivo en este viaje es reforzar las alianzas con los países europeos para poder hacer un frente común contra China y Rusia, considerados los principales enemigos para Occidente según Estados Unidos. Asimismo, el viaje terminará con una Cumbre bilateral entre el presidente estadounidense y su homólogo ruso, Vladimir Putin en Ginebra (Suiza). Este viaje puede implicar una vuelta al sistema de bloques que ya se experimentó en la Guerra Fría si Biden consigue su objetivo durante la gira europea, un arduo objetivo que podrá tensar la relación con alguno de sus socios europeos.