La “historia real” de los Warren: ¿Expertos contra el mal o viles estafadores?
NOTI-AMERICA.COM | CHILE
En 2013, el director James Wan se consagró como uno de los creativos más importantes en el cine de terror. Tras dirigir títulos como El juego del miedo y La noche del demonio, el nacido en Malasia se adentró en la historia real de Ed y Lorraine Warren, dos de los expertos paranormales más reconocidos de la historia. Así llegó El conjuro, título que dio pie a un exitoso universo cinematográfico, y también a cientos de millones de dólares en ganancias para Warner Bros. Todo parecería ser miel sobre hojuelas, pues en la pantalla, los Warren son retratados como un matrimonio lleno de amor y comprensión. No obstante, existen versiones de una pareja marcada por la farsa, los engaños, e incluso la violencia.
Unidos por el cine
Ed y Lorraine se conocieron cuando eran muy jóvenes, a los 16 años. Su encuentro ocurrió en el cine colonial de Bridgeport, Connecticut, donde Ed trabajaba como acomodador y Lorraine iba a menudo con su madre. Ed, con antecedentes de haber visto fantasmas desde los cinco años, se enamoró de Lorraine a primera vista.
Al poco tiempo descubrió que ella también tenía experiencias sobrenaturales desde niña y que, como él, había sido castigada por hablar de sus visiones. Compartir estas experiencias secretas cimentó su relación y los unió en un propósito común: investigar los fenómenos paranormales.

Ed, que se autoproclamó demonólogo, se encargaba de la parte más “científica”, documentando los casos y estableciendo contacto con sacerdotes para realizar exorcismos. También pintaba cuadros de casas supuestamente embrujadas, y de esta manera, se las ingeniaba para que los dueños de estas viviendas le abrieran sus puerta.
Lorraine se presentaba como clarividente y médium. Afirmaba que, desde niña, podía ver auras y comunicarse con los espíritus. Esta habilidad le permitía, según ella, entrar en contacto directo con las entidades que habitaban los lugares que investigaban. Lorraine era la que detectaba la presencia de los espíritus o demonios y les daba información a Ed sobre lo que estaba ocurriendo en el lugar.
Un matrimonio lejos de ser perfecto
A raíz del universo El conjuro, a figura de Ed y Lorraine Warren fue retratada de forma idealizada como una pareja unida y devota que luchaba contra el mal. Sin embargo, diversas declaraciones y documentos han puesto en tela de juicio esta imagen, especialmente las afirmaciones de Judith Penney, una mujer que vivió con los Warren durante décadas.

Penney declaró, en documentos legales y entrevistas, que mantuvo una relación amorosa con Ed Warren durante 40 años. Según su relato, este vínculo comenzó cuando ella tenía sólo 15 años y Ed ya estaba en sus treintas. Penney afirmó que aun cuando Ed y Lorraine estaban casados, él se refería a Judith como el “amor de su vida”. Además, Lorraine estaba al tanto de la infidelidad de su esposo, y la permitía.
Para el público y la gente de su círculo, Judith era presentada de diferentes maneras, a veces como una sobrina de los Warren o como una chica pobre que la pareja había recogido por caridad. Esta fachada era una forma de ocultar la verdadera naturaleza de la relación y evitar un escándalo que pudiera arruinar su reputación y su exitoso “negocio” de investigación paranormal.
La relación entre Judith y Ed fue tan estrecha que, en 1963, cuando ella tenía 18 años, fue arrestada. El motivo fue la cohabitación ilegal, pues se consideraba como delito que una mujer soltera viviera con un hombre casado. Aunque Penney se negó a admitir el romance con Ed para protegerlo, fue obligada por la corte a pasar un mes en una oficina de delincuencia juvenil.
El lado más oscuro de los Warren

En 1978, Penney afirmó estar embarazada de Ed, lo cual desató una crisis en la familia. Judith relató que Lorraine la persuadió para interrumpir el embarazo, pues si se descubría la verdad sobre el hijo de Ed, su reputación se haría añicos, y su carrera de cazafantasmas llegaría a su fin. Ante la presión, Judith accedió al aborto. Era eso o pretender que el producto era resultado de un abuso.
“Querían que le contara a todos que alguien había entrado a mi departamento y abuso de mí, pero yo no pensaba hacerlo. No sabía qué hacer, pero interrumpí mi embarazo. La noche que me recogieron del hospital después del aborto, salieron, me sermonearon y me dejaron sola”, menciona Penney en una grabación obtenida por The Hollywod Reporter.
Las declaraciones también señalan que, en más de una ocasión, Ed abusó física y emocionalmente de Lorraine. Aparentemente, este le daba una bofetada a la clarividente “para que se callara”, pues en ocasiones no dejaba de hablar. Cuando todo salió a la luz, tanto Lorraine como su hija Judy negaron las acusaciones. Los abogados de la familia afirmaron que la experta en los paranormal no conocía la relación entre ambos. Además, Judy siempre ha defendido la memoria de su padre.
Curiosamente, las acusaciones de Penney se vieron respaldadas por una misteriosa cláusula. En los contratos para las películas de El conjuro, se pidió algo inusual: que los Warren jamás fueran retratados cometiendo crímenes, incluyendo el adulterio y los encuentros íntimos con menores. Esta, aunque no confirma las acusaciones, ha sido interpretada por muchos como un intento de evitar que las afirmaciones de Penney salieran a la luz en la gran pantalla.
La “farsa” detrás del mal

Como si algo faltara, se especula que la labor de Ed y Lorraine Warren como investigadores paranormales no era tan genuina como la presentaban al público. Penney afirmó que gran parte de su trabajo era una mezcla de astucia, manipulación y, en algunos casos, inventos para generar ingresos y mantener la atención del público.
La mujer contó un ejemplo específico y revelador de cómo los Warren falsificaban sus casos. Testificó en documentos legales que esta historia era completamente inventada. Según lo que describían los Warren en sus charlas públicas, una mujer vestida de blanco se aparecía en un cementerio. Un día, Ed se acercó a ella para ver si necesitaba ayuda y esta se desvaneció en el aire. La versión de Penney sobre el origen de esta historia es mucho menos mística y más cínica.
Todo comenzó cuando, en un viaje con Lorraine y la joven, esta última se quedó impresionada por una lápida en forma de ángel en un cementerio de Connecticut. Ed se dio cuenta de lo impactante que era y decidió usarla. No hubo ninguna mujer de blanco, ninguna aparición, ni un sólo encuentro sobrenatural. Era una historia que Ed, según Penney, usaba para impresionar a la gente y llenar sus conferencias y libros.
¿Expertos o charlatanes?

De acuerdo con la supuesta “amante” de Ed Warren, los expertos paranormales vistos en El conjuro operaban con una combinación de teatro, persuasión y pura invención. En su momento, The Hollywood Reporter buscó a profesionales legales para ver si este tipo de palabras podrían causar algún problema para el equipo relacionado con las películas.
Por suerte, estas incluyen la leyenda “Los diálogos y ciertos acontecimientos y personajes contenidos en la película fueron creados con fines de dramatización”. La respuesta de los expertos refiere que, en realidad, las revelaciones sobre la historia real de los Warren es un problema de relaciones públicas, no jurídico. Puede que los corazones de muchos fans se rompan, pero eso no enviará a prisión a nadie, al menos por ahora.
En cuanto a Judith Penney, ella nunca recibió un solo dólar por lo generado con las películas de El conjuro. Para 2017, cuando sus palabras hicieron eco en algunos medios, la mujer reveló que su relación con Ed terminó en 2003. Sin embargo, se mantuvo cercana hasta que él murió en 2006. Si algo la atormentó durante años, fue no entender por qué Lorraine la dejó estar en su casa durante tanto tiempo. Y peor si consideramos que sabía de la relación que sostenía con su marido.
