Las redes sociales, un factor de riesgo para tener trastornos de conducta alimentaria
NOTI-AMERICA.COM | ESPAÑA
Las hospitalizaciones por trastornos de la conducta alimentaria (TCA) de mujeres adolescentes han aumentado de forma exponencial en nuestro país. De 2016 a 2022, los ingresos en hospital por anorexia de niñas de hasta 14 años crecieron un 165,71%. En ese período, los ingresos por bulimia aumentaron un 266,6%. En 2022, hubo más de 3.000 mujeres hospitalizadas por anorexia y casi 1.000 por bulimia.
Son datos difundidos por el Instituto de las Mujeres, que recientemente ha publicado el informe “Mujeres jóvenes y trastornos de la conducta alimentaria. Impacto de los roles y estereotipos de género”. De esta encuesta, se desprende que los TCA se inician cada vez a edades más tempranas, que el 90% se da en mujeres y que el 30% de las adolescentes muestran signos de estos trastornos frente al 17% de los adolescentes.
Objetivo igualdad ha entrevistado a la autora del estudio, la investigadora de la UNIR María Calado, así como a profesionales presentes en el XIV Congreso de la Asociación Española para el Estudio de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (AEETCA), a la nutricionista experta en TCA Azahara Nieto y a una paciente recuperada de anorexia, Ana Lore Diéguez.
El jefe de Psiquiatría Infantil y Juvenil del hospital Clínico de Zaragoza, Pedro Manuel Ruiz Lázaro, explica que los trastornos de conducta alimentaria son la anorexia nerviosa, una restricción y una pérdida de peso voluntaria, y la bulimia nerviosa, una pérdida de control, en la que la paciente se da atracones y los compensa de alguna forma. En edades jóvenes, se dan los trastornos atípicos, es decir, no llegan a tener todos los síntomas de la anorexia y la bulimia. En población adulta, se dan los trastornos por atracón, una ingesta compulsiva sin hacer nada para compensar.
Ruiz Lázaro detalla que los TCA se producen por varios factores. La causa es en un 60% genética y el 40% restante incluye factores socioculturales, las pantallas, las redes sociales, la cultura y el ambiente en el que se mueven las pacientes.
Por su parte, la nutricionista y autora de secomecomosevive.com Azahara Nieto, subraya que ser mujer es un factor de riesgo, así como ser adolescente: “Hay pacientes con 14 ó 15 años, pero están llegando más jóvenes, de 12 ó 13 años. Además, desde la pandemia, los casos han aumentado un 20%”.
Sobre las redes sociales, el estudio del Instituto de las Mujeres revela que las mujeres encuestadas pasan entre una y dos horas al día con Instagram y WhatsApp, seguidos de TikTok, YouTube y X, con menos de una hora al día de exposición. En ese sentido, Nieto ha criticado que en redes: “Estamos súper expuestas a un estímulo continuo en el que te están diciendo cómo hay que comer, cuál es el ejercicio que hay que hacer y cómo tiene que ser tu cuerpo”.
La investigadora de la UNIR María Calado, ha explicado que este estudio es el primero en el que se pregunta a las pacientes su opinión respecto a los contenidos de las redes sociales y los medios de comunicación. Las mujeres, comenta, perciben “que se transmiten estereotipos simplistas, de mujeres poco diversas a nivel corporal, de mujeres excesivamente delgadas, con estereotipo de mujer blanca y joven”. También que “las imágenes son irreales porque están retocadas y no se corresponden con la diversidad de mujeres que nos encontramos por la calle”. “Se potencian y se transmiten mensajes de control del cuerpo. Se trata a las mujeres, en definitiva, como un objeto, como una cosa, al cuerpo de las mujeres y a ellas mismas”, sentencia.
“Cuando trabajo con pacientes siempre les propongo que hagan una limpia de redes sociales”, apunta Nieto, mientras que el psiquiatra del hospital Clínico de Zaragoza subraya: “Tenemos que ir a las redes sociales y trabajar los contenidos y el mensaje crítico, con las imágenes manipuladas, con la Inteligencia Artificial, con toda la realidad y con el tiempo que destinamos a la visualización de imágenes de pantallas en Instagram o en TikTok”.
Es posible superar la anorexia
Ana Lore Diéguez es una joven que ya ha superado una anorexia. Cuenta a Objetivo igualdad que siempre ha sido una persona muy insegura, con una autoestima muy baja, pero que el detonante para que apareciera el trastorno fue la pandemia.
“Al estar en casa mucho tiempo, da cabida a un montón de pensamientos, a estar solos y todos los miedos empiezan a salir. También están las redes sociales. Al final yo estaba mucho más tiempo en ellas y aunque mi ambiente familiar era muy favorable en mi casa, no impidió que yo empezase a tener pensamientos en relación a mi cuerpo y que no estaba cómoda con él”, ha relatado.
Ana Lore fue restringiendo alimentos de su dieta hasta que llegó a ingerir 200 calorías al día, “Hizo que me sentase frente a un plato de mi comida favorita y sintiese ganas de llorar porque no podía comerlo”. Apoyada por su familia, recurrió a un psiquiatra de otra especialización que, afirma, la atendió desde una visión pesocentrista, incidiendo en la dieta y que no le trató las verdaderas causas que hicieron que apareciera el trastorno.
“Creo que los servicios públicos, la sanidad, tienen que tratarlo mejor, tener profesionales que estén especializados en eso, porque a mí no me trató un profesional especializado y lo único que hizo es que yo me sintiese todavía peor”, ha narrado Ana Lore.
La joven, que recurrió a terapia privada para superar la anorexia, reconoce que ha tenido la suerte de contar con “los recursos para poder hacerlo, pero hay mucha gente que no”. “Si se carece de esa ayuda pública, hay mucha gente que se está dejando atrás y que no va a poder recuperarse, porque al final necesitas a un profesional”, sentencia.
En ese sentido, Ruiz Lázaro afirma: “Se necesitaría un avance importante por parte de las instituciones. Es lo último que se piensa siempre, se habla mucho de prevención, pero luego no se destinan recursos ni se hacen campañas mantenidas en el tiempo, con presupuesto, de forma sistemática. Entonces es un caballo de batalla que está pendiente en este país: la prevención”.